Quizás muchos no lo crean, pero España tiene, en este 2017, más superficie forestal que hace un siglo. Cómo esté de cuidado ese espacio… ésa es otra cuestión. La despoblación rural ha provocado que buena parte de la superficie de nuestros bosques y montes esté en riesgo. Ya no están los agricultores que retiraban las malas hierbas en invierno y hay menos rebaños, de esos que ayudaban, de forma natural, a limpiar la superficie. Vamos, que hay mucho trabajo por hacer.
Algo así debió pensar Joachim Englert, un alemán de 41 años, cuando hace casi un lustro fundó Social Forest, una pequeña empresa dedicada a la gestión forestal y los trabajos silvícolas (actividades relacionadas con el cultivo, el cuidado y la explotación de los bosques y los montes). De hecho, Englert no se quedó ahí. Le dio una vuelta más a la idea que le rondaba la cabeza. Y pensó que había pocos entornos más propicios que un bosque para integrar a muchos de esos jóvenes a los que la sociedad tiene la tentación de dar por perdidos. Comenzaba así una historia apasionante, la de una empresa que combina dos objetivos necesarios y al mismo tiempo desatendidos: el cuidado del entorno rural y la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión. El pasado año, fue premiado con uno de los galardones BBVA Momentum, un programa de siete meses con el que la entidad financiera intenta dar un empujón a diversos proyectos de emprendimiento social.
Libre Mercado habló (en conversación telefónica) hace unos días con Englert. Esto es lo que nos contó: "Social Forest es una empresa que compagina la parte social y la forestal. Trabajamos con jóvenes en riesgo de exclusión social. Aprovechamos el bosque como un aula: les formamos en el oficio forestal, con el valor terapéutico que esto tiene. La idea es que cambien la actitud ante la vida: les ofrecemos un trabajo más relajado, fuera de un aula… Lo llamamos coaching forestal e integra competencias personales y profesionales".
La verdad es que suena muy bien. Coger a jóvenes con problemas de integración en el mercado laboral, muchas veces sin formación e integrarlos en un entorno completamente diferente al que conocen, en un empleo tan atractivo (muy duro y muy bonito al mismo tiempo) como es el del cuidado forestal. Darles ese plus de motivación que muchas veces les falta haciéndoles ver lo necesario que es ese trabajo, ofreciéndoles la formación y las capacidades que luego podrán usar en muchos otros empleos.
"Hacemos trabajos de gestión forestal sostenible para reducir el riesgo de incendios forestal y fijación del CO2. En muchas ocasiones, son proyectos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) en los que empresas privadas invierten a través nuestro en un proyecto de conservación forestal. También trabajamos con diputaciones, ayuntamientos o con la Generalidad (Social Forest tiene su sede en Barcelona)".
Escuchando a Englert está claro que su horizonte vital y empresarial es tan abierto como su espacio de trabajo. No le ponen puertas al campo ni límites a su ambición. Así, nos cuenta cómo una de las últimas ideas es llevar Social Forest a su país de origen (Alemania) con proyectos en lo que sus chicos se trasladan durante varias semanas a diversas regiones germanas para trabajar en sus bosques. Hablamos de jóvenes que unos meses antes quizás sentían que no tenían expectativas válidas ante sí y ahora viajan al extranjero a trabajar, con todo lo que eso implica: "Llevamos grupos de jóvenes seleccionados a Alemania. Aprenden mucho. Tienen que espabilar". Es complicado pensar en una experiencia vital y laboral más atractiva, positiva y educativa.
No es extraño que BBVA Momentum se fijara en ellos. Englert se muestra muy contento de su paso por este dinamizador de proyectos: "Momentum nos ha ayudado mucho, sobre todo a mejorar procesos internos y organizativos. A ser más profesionales. Te hacen un escáner y te ayuda a analizar todos los datos. Te ayudan a conducir en la dirección correcta".
En este caso, esa dirección lleva directamente a la naturaleza, al bosque, al monte… y también a algunos de los barrios más complicados de nuestras ciudades. En los dos entornos, encuentran materia prima de primera con la que trabajar. Dicen los expertos que las empresas que quieran triunfar en la economía del siglo XXI tendrán que ser imaginativas, generadoras de valor, diferentes y primar la formación. Social Forest ha apostado por todo ello y lo hace en una de las mejores aulas que uno pueda imaginar: el bosque.