"No puedo creer lo que dicen de nosotras. Yo ayudo a transformar una pareja en una familia. Hacemos felices a los demás. ¿Qué hay de malo en ello?" Sandrine Levy es un vientre de alquiler y no se oculta. Es una francesa afincada en Estados Unidos desde hace 20 años, país en el que es legal la maternidad subrogada.
La entrevistamos por videoconferencia. Vive en Florida. Se acaba de despertar. Su carácter es dicharachero, se la ve feliz y ella misma nos lo confirma: "Hago algo maravilloso, mágico. He tenido dos bebés como madre gestante y las familias no pueden estar más contentas con sus hijos". Ella tiene dos hijos propios, Melanie y Dackari, de 18 y 19 años.
"En Francia nos ven como putas. Yo soy madre soltera con posición y estudios. Nos hacen exámenes psicológicos, realizamos controles médicos, la responsabilidad de llevar el bebé de otro es muy grande". Levy cuenta cómo llegó a cuidarse más en el embarazo como madre gestante que en el suyo propio. "No quieres que al bebé de otro le pase nada".
Además, añade que no se cansará de repetir que el dinero no lo es todo en la maternidad subrogada. "Sí, a mí me pagaron 20.000 dólares por el primer hijo y 25.000 dólares por el segundo, pero no es dinero en comparación con que estás dando parte de tu vida y tu salud. Eso no tiene precio".
Cuando le preguntamos por qué lo hace, sonríe, la cara se le ilumina y afirma muy segura: "No sabes cómo te cambia la vida cuando ves la cara de la madre o el padre en el hospital al coger a su bebé, lloran de alegría. En mi caso, la chica tuvo cáncer de útero y no podía quedarse embarazada. Gracias a la gestación subrogada es madre". Levy describe cómo es el proceso en el hospital. "En cuanto das a luz, el médico te pone una toalla encima, la madre se quita la camiseta y el bebé pasa directamente a tener el primer contacto con la piel de ella. Yo ni lo veo, no siento nada por el bebé, sólo cariño y plenitud por el bien que he dado. En esos momentos sólo deseo dormir y descansar".
Muchos hijos de gestantes conocen a sus vientres
Sandrine Levy mantiene el contacto con el niño y sus padres. Muchos hijos de gestantes conocen a sus vientres. Esto forma parte de la decisión que tomen entre la gestante y la familia. En el segundo caso, fue la hija de Levy de 13 años quien eligió a la siguiente pareja. "Eran dos chicos homosexuales, el niño tiene ahora 3 años y medio y no sabe que soy su gestante. Me llama tía y vive muy bien, no le falta de nada, es muy dichoso".
En cuanto a los hijos biólogicos de Levy, no tienen ningún tipo de problema ni conflicto moral. "No son sus hermanos, no son mis óvulos, ellos lo tienen muy claro. En su colegio mi hija explicó en clase mi situación. Todos los niños lo entendieron. Aquí en Estados Unidos es muy diferente. No nos avergonzamos por ello, no hay nada que esconder, todo lo contrario".
Ella no es la única activista por los derechos de las madres gestantes. Mujeres canadienses gestantes como Melanie Dadurand también quieren que se normalice en el resto de países, ya que "no se está comerciando con ninguna vida, sólo ofrecemos ayuda con un contrato libre entre partes", afirma.
Levy responde a PSOE, Podemos
La francesa confiesa que cuando escucha a las feministas hablar de ellas se le ponen "los pelos de punta". Las critica, tanto a ellas como a los políticos de izquierdas. Levy lanza un mensaje en nombre de las gestantes estadounidenses a PSOE y Podemos: "Si tuvieran en su familia alguien que no pudiera tener hijos por infertilidad, enfermedad o los motivos que fuesen, acaso ¿no lo harían si pudieran?"
Esta madre defiende con uñas y dientes su trabajo. "Tiene un alto componente altruista porque esto ni por dinero lo hace cualquiera". Y las feministas les aclara: "Soy libre de decidir qué hago con mi cuerpo, ellas no son nadie para prohibirme hacer feliz a los demás y a mí misma".
"Es falso que haya granjas de bebés en Ucrania"
Pablo Iglesias hace poco declaró junto a Pedro Sánchez "que en Ucrania había granjas de bebés". En breve, el debate sobre la legalización de la maternidad subrogada en España se mantendrá en el Congreso de los Diputados. Los políticos ya están tomando posiciones frente al tema. El PP aún no se ha pronunciado y Ciudadanos lo defiende, pero de forma altruista.
David Monje niega rotundamente la acusación de Iglesias. Él y su pareja fueron los primeros padres españoles que en 2007 viajaron a Ucrania para tener su hijo por gestación subrogada. "Allí las clínicas les ponen un piso con todas las comodidades. Conviven dos o tres gestantes durante sus embarazos. Las chicas que se ofrecen están muy cuidadas, son libres y lo hacen de forma voluntaria". Ellos pagaron alrededor de 20.000 euros.
Santiago Agustín, codirector y psicólogo de Infertility, destaca, por su parte, "la gran labor que hacen las madres gestantes". Su empresa es una agencia intermediaria, pone en contacto y acompaña en todo el proceso a las parejas. En España, no está permitida la gestación subrogada, pero se puede inscribir a los hijos cuando llegan a nuestro país.
Asimismo, la organización Son nuestros hijos lucha por legalidad y defensa de los derechos de los niños subrogados. Pedro Fuentes, es su presidente. Él mismo ha sido padre junto a su pareja gracias a la maternidad subrogada. Viven en el barrio madrileño de Vallecas. "Los políticos de izquierdas que están en contra de que sea legal en España están contribuyendo a la explotación y las estafas porque fomentan malas prácticas encubiertas". Así de rotundo es Fuentes, quien critica que "Pablo Iglesias, con su lenguaje y ataque, estigmatiza a los niños. El verdadero daño lo están haciendo los políticos porque nuestros hijos no son reconocidos, no podemos tener desgravaciones fiscales, entre otras cosas".
El presidente de la organización explica que "nadie compra ni vende niños". Este padre por gestación subrogada asegura que "las parejas son sometidas a exhaustivos exámenes psicológicos y médicos en Estados Unidos, país donde invirtieron sus ahorros. "La madre gestante también es partícipe de la elección al igual que nosotros. Mi hijo es absolutamente feliz, un niño sano y no le falta amor. Sabe cómo fue su nacimiento y ni él ni sus compañeros de colegio han objetado nada. Un día se lo contó a sus amigos en el patio del recreo y a los cinco minutos los niños siguieron jugando, como si tal cosa". Fuentes opina igual que Levy: "El problema siempre lo crean los políticos", concluye.