La figura fiscal que grava la transmisión de las herencias es injusta, innecesaria y, sobre todo, inmoral. Injusta, porque se dirige contra la clase media, la más productiva, que transmite pequeñas herencias duramente trabajadas a sus herederos, mientras deja a salvo las grandes fortunas, cuyos titulares gozan de medios más que sobrados para eludirla. Innecesaria, porque su recaudación global (0,3% del PIB) es insignificante en las cuentas del Estado, por lo que la famosa coartada redistributiva es prácticamente inapreciable. Pero sobre todo es tremendamente inmoral, porque se aplica sobre bienes que ya han tributado en vida del difunto que transmite la herencia. Precisamente por esta razón ha desaparecido en la práctica en la mayoría de las comunidades autónomas, aunque sigue operando en los territorios controlados por los socialistas; por ejemplo, en Andalucía, donde su aplicación está provocando auténticos dramas personales.
Hay casos verdaderamente sangrantes, en los que recibir una herencia en Andalucía es una ruina garantizada. La situación ha llegado a tal extremo que se han llegado a convocar manifestaciones para exigir la desaparición de esta exacción anacrónica, cuya aplicación solo obedece al sectarismo de la izquierda y su voracidad recaudatoria.
La disparidad existente en el pago por Sucesiones en las distintas CCAA está llevando incluso a cambios de domicilio para salvaguardar los bienes acumulados durante toda una vida y poderlos legar a los derechohabientes sin que eso les suponga la ruina. Los partidos de la oposición, y tristemente también Ciudadanos, abogan por una homogeneización del impuesto en todas las comunidades, cuando lo cierto es que lo único sensato y ético es acabar con él. El foco está puesto en Madrid, que viene reduciendo al máximo –las comunidades no tienen capacidad legal para suprimir impuestos estatales– todas las figuras impositivas cedidas por el Gobierno central. Se trata de un gran ejemplo, y, en consecuencia, un problema tremendo para la izquierda.
Urge acabar con el Impuesto de Sucesiones. Al contrario de lo que predica la izquierda, no es un mecanismo para enriquecer a los pobres, sino para empobrecer a las clases productivas, obligadas a desprenderse de bienes honradamente ganados. De PSOE y Podemos no cabe esperar nada, pero Ciudadanos debería empezar a hacer honor a su vocación liberal contribuyendo a eliminar este impuesto tan inmoral.