El programa económico de Donald Trump ha generado reacciones encontradas. Su apuesta por bajar impuestos y reducir las trabas regulatorias ha sido aplaudida por la comunidad inversora, pero su discurso proteccionista sigue generando dudas y desconfianza. Precisamente por este motivo, las reuniones del pacto comercial NAFTA que se están celebrando en las últimas semanas se han convertido en uno de los acontecimientos económicos más relevantes de comienzos de 2018.
Los encuentros, que han tenido lugar en Canadá, suponen la sexta ronda de negociación del Trato de Libre Comercio de América del Norte, un acuerdo del que cuelgan 14 millones de puestos de trabajo en Estados Unidos, Canadá y México. La Administración Trump quiere mejorar las condiciones comerciales como argumento de fuerza ante su electorado, puesto que el nuevo presidente ha prometido que esta es una de las vías mediante las cuales quiere conseguir que México pague la construcción de un muro reforzado en la frontera de ambos países.
La delegación estadounidense está encabezada por Robert Lighthizer, un abogado especializado en comercio internacional que cuenta con más de treinta años de experiencia en Skadden, uno de los bufetes más prestigiosos del ramo. A lo largo de su trayectoria, Lighthizer ha participado en litigios y mediaciones orientadas a defender a productores estadounidenses ante medidas proteccionistas sin respaldo legal.
En sus intervenciones públicas, Lighthizer ha defendido la necesidad de tomar algunas medidas proteccionistas para proteger a la industria estadounidense de la competencia foránea. A la hora de la verdad, uno de los primeros puntos que ha planteado la delegación estadounidense ha sido la necesidad de luchar contra los sobornos y otras prácticas corruptas que, según defiende la Casa Blanca, tienen el efecto de distorsionar y desvirtuar el ideal de comercio libre.
Aunque no se ha planteado de forma explícita, la cuestión de la corrupción se traducirá en una mejora de las condiciones comerciales con las que lidian las empresas estadounidenses y canadienses cada vez que incursionan en el mercado mexicano. No en vano, el país gobernado por Enrique Peña Nieto ocupa el puesto 123 en el índice de Transparencia Internacional que mide la ausencia de corrupción.
Otras propuestas de Trump
Pero la delegación de Estados Unidos acudió a Montreal con otras propuestas bajo el brazo. Para empezar, quiere actualizar el sistema de resolución de disputas, un ámbito en el que Lighthizer ha desarrollado buena parte de su carrera profesional. Además, la Casa Blanca quiere que el NAFTA expire automáticamente si no es actualizado y renovado en un plazo máximo de cinco años.
Por otro lado, Estados Unidos quiere que las reglas de cálculo de importaciones y exportaciones tengan en cuenta la propiedad intelectual, una modificación estadística que reduciría automáticamente el nivel de déficit comercial observado en el país del Tío Sam. Aunque el impacto de este último punto no sería significativo en la economía real, sí serviría el propósito de trasladar la idea de que la renegociación supone un vuelco notable en las cifras macro de Estados Unidos, lo que en última instancia ayudaría a Trump a vender la idea de que México paga el desarrollo del muro fronterizo (aunque sea solo de forma indirecta y en términos más estadísticos que productivos).