El movimiento feminista #MeToo, creado para denunciar en las redes sociales las agresiones sexuales, acoso o abuso a las mujeres, está provocando varios efectos,algunos de ellos contrarios a los objetivos perseguidos, como, por ejemplo, azuzar la discriminación laboral.
La oleada de denuncias sobre comportamientos misóginos o machistas vinculados al hashtag #MeToo en Twitter, más de 500.000, muchas de ellas por parte de empleadas, está provocando que los empresarios tengan miedo de contratar mujeres. El popular periodista y escritor americano Milos Yiannopoulos ha denunciado esta nueva caza de brujos y alerta de "las terribles consecuencias que en el ámbito laboral tendrá". Pero el terror de los altos ejecutivos está dando pie a situaciones propias de una película distópica, un escenario de vigilancia orwelliana protagonizada por las soldados del #MeToo. Atención...
Se niegan a viajar solos con mujeres
El diario La Nación, por ejemplo, recoge la historia de un lobbista que casi pone los pelos de punta. El hombre solicita viajar en un vehículo diferente al de su socia, la mujer que hizo casi todo el trabajo en el asunto que iban a presentar a Washington para ejercer presión en el Congreso. El alto ejecutivo asegura que, por el momento, "con todo lo que está pasando, prefiere no arriesgarse a realizar un viaje laboral sólo con una mujer". Señala que "sabe del gran talento de ella, pero no es una cuestión de discriminación, sino de precaución".
La situación está llegando a ser tan inverosímil como rocambolesca. La psicóloga de la Universidad de California Kim Elsesser recalca en su libro Sex and the Office que "el movimiento #MeToo está haciendo que las relaciones entre hombres y mujeres empeoren".
Un inversor de Silicon Valley ha llegado a cancelar las reuniones que iba a tener a solas con chicas emprendedoras que buscan financiación para sus proyectos. Asimismo, Johnny Taylor, presidente de la Asociación para el Manejo de los Recursos Humanos, confiesa que en las últimas semanas "los ejecutivos de varias empresas nos están comentando que están limitando los viajes de trabajo mixto".
No saben cómo comportarse
Porque una cosa es Hollywood, los Goya y sus reivindicaciones plagadas de poses en photocalls y abanicos rojos, y otra bien distinta la cruda realidad, lo que ocurre en los lugares donde trabaja la gente real. El debate en oficinas o fábricas ha comenzado. Es la otra cara del #MeToo. Hombres asustados porque ya "no saben cómo comportarse con sus compañeras de trabajo". Temen que cualquier gesto o mirada sea motivo de denuncia o acoso.
Según Elsesser, "algunos trabajadores han dejado de abrazar a sus compañeras no vaya a ser que sean malinterpretados". Y es que ellas se están viendo autorizadas a denunciar cualquier conducta que consideren impropia. La escritora añade que no hay indicios de que "el #MeToo, sirva para algo, no está mejorando la cultura laboral en absoluto. Al revés, está tomando la forma de partición entre géneros".
Incluso, Ycombinator, una empresa de bussines angels, ha realizado una lista negra informal de inversores conocidos por ser acosadores. Surgiría así una neo-inquisición vestida de buenas intenciones. Y la cuestión va más allá.
Inversión en empresas con más mujeres
La agencia de noticias Reuters, por su parte, ha publicado recientemente las nuevas exigencias de las activistas del #MeToo. Al parecer, están presionando en California para que los bancos estadounidenses publiquen datos sobre la diversidad social de sus empresas. Es decir, las compañías serían evaluadas en función del número de mujeres que tengan contratadas, lo cual podría abrir la veda a nuevas sanciones.
Sea como fuere, actualmente, y tras el éxito social del #MeToo, el 54% de los hombres americanos menores de 50 años se está replanteando su comportamiento con las mujeres, según el portal Infobae.
Todavía no existen datos de los efectos del movimiento #MeToo en el ámbito laboral en nuestro país. Sobra decir que todo lo que ocurre en Estados Unidos llega a España y a cualquier punto del planeta y este miedo podría estar ya instalándose en alguna oficina. Tiempo al tiempo. Yiannopoulos ya lo anunciaba hace dos años en este discurso dirigido a los hombres: "Y cuándo necesitéis pedir trabajo, seréis discriminados sólo porque ellas son mujeres".