La pasada semana, el Instituto Franklin y la red Floridablanca organizaron en Casa América un debate sobre la Era Trump en el que el diplomático Javier Rupérez intercambió impresiones sobre el nuevo mandatario con un invitado de excepción como Alejandro Chafuen, expresidente de ATLAS Network y director internacional del ACTON Institute.
A Chafuen le conocemos en España por su libro Raíces cristianas de la economía de libre mercado, que se adentra en el pensamiento escolástico de la Escuela Española de Economía, comúnmente asociada con la Universidad de Salamanca y con pensadores de la talla de Francisco de Vitoria, Juan de Mariana, Diego de Covarrubias, Domingo de Soto, Tomás de Mercado, Francisco Suárez…
Pero, además de haber firmado este monumental trabajo de investigación, Chafuen ha desarrollado una intensa carrera en el ámbito de los think tanks liberales. Argentino de nacimiento, pero estadounidense de adopción, Chafuen ha contribuido a impulsar cientos de instituciones liberales y conservadoras por todo el mundo, de modo que su bagaje ha sido más que fructífero.
Ahora, sus esfuerzos están centrados en lograr que la Era Trump esté marcada por un aumento de la libertad, una tarea compleja puesto que el nuevo mandatario conjuga sus esperanzadores impulsos liberalizadores con un preocupante discurso proteccionista. Libre Mercado se ha entrevistado con Chafuen para charlar sobre estas cuestiones.
- Vd. conoce mejor que nadie el panorama intelectual de la derecha americana, que aquí describió brillantemente José María Marco en un libro de esos que todo liberal debe conocer. Ahora que Donald Trump está en la Casa Blanca, ¿qué sensaciones hay en ese mundillo liberal-conservador que Vd. conoce tan bien?
No es fácil tocar estas cuestiones fuera de Estados Unidos, porque la figura de Donald Trump genera mucha controversia. Pero, siendo sinceros, en el ámbito liberal-conservador hay cierto optimismo, sobre todo porque, a la hora de la verdad, el nuevo presidente ha optado por construir su equipo apoyándose en personalidades muy influyentes en nuestro campo.
- ¿De modo que el equipo de Trump es mucho mejor de lo que imaginamos?
Hay de todo, también hay individuos que poco o nada tienen que ver con nuestras ideas. Pero la lista de personalidades liberales que se han sumado a su equipo es más que notable.
Trump tiene en su entorno a algunas personalidades de relevancia en el campo liberal. Kevin Hassett, uno de los economistas liberales más brillantes del American Enterprise Institute, es el presidente de su Consejo de Asesores Económicos. Naomi Rao, que viene de la George Mason University, es la directora de la oficina que está canalizando la agenda de desregulación de la Casa Blanca.
- También se ha hablado mucho de la influencia que tiene Peter Thiel en la Casa Blanca
Sí, por supuesto. Es un empresario vinculado al nacimiento de Paypal, LinkedIn, Facebook… y también forma parte del entorno de Trump. Por otro lado, el propio vicepresidente de Trump, Mike Pence, empezó en el Indiana Policy Review, una fundación regional que defiende nuestros principios. Es más: el economista jefe de su equipo es Mark Calabria, que viene del Instituto CATO, el más importante de los think tanks libertarios.
Pero no son solo estos casos aislados, la la lista es mucho más larga, tanto que he tenido que escribir un artículo para enumerar a todos los pupilos del movimiento liberal que se han incorporado a la nueva Administración. Un caso relevante es el de Betsy de Vos, que ocupa el ministerio de Educación, es una gran defensora de la libertad de elegir y del sistema de cheques o bonos formativos. Otra figura importante es la de Diana Furchtgott-Roth, del Manhattan Institute, que está a punto de incorporarse a la Administración.
- Heritage, un pilar esencial de la Era Reagan, publicó recientemente un informe en el que se afirma que Trump ha asumido dos tercios de sus recomendaciones.
Así es. Se dijo, de hecho, que Trump no lograría sacar adelante nada, por su personalidad extravagante, pero lo cierto es que en su primer año ha aprobado una rebaja fiscal histórica y una desregularización sin precedentes. No me sorprende que sí se estén logrando cosas, porque cualquiera que siguiese con detenimiento la política de nombramientos podía intuir que las cosas iban a funcionar mejor. Por ejemplo, Ed Feulner ha jugado un papel crucial a la hora de diseñar el nuevo gobierno y coordinar la transición al poder. Hablamos de un hombre que encabezó Heritage durante más de treinta años.
Por tanto, Trump no se ha cerrado a nuestras ideas, sino todo lo contrario, las escucha y, en distintas ocasiones, las adopta. De hecho, uno de los asesores de la Casa Blanca, Paul Teller, actúa como enlace entre el Ejecutivo, el Parlamento y los think tanks más influyentes del ámbito de la derecha. El presidente no viene de este mundo, de hecho había donado dinero a algunos políticos demócratas como el propio matrimonio Clinton, pero está demostrando que sus ideas han evolucionado y que tiene pragmatismo a la hora de rodearse de profesionales.
- En ese sentido, me ha sorprendido ver la influencia mediática que vuelven a tener figuras como Arthur B. Laffer o Steve Forbes.
Tanto Laffer como Forbes son dos leyendas de la Era Reagan, pero sus recetas vuelven a estar de moda, sobre todo porque muchas de sus propuestas en el ámbito de los impuestos han sido asumidas por los republicanos en la nueva reforma fiscal que se ha aprobado recientemente. Además de Laffer y Forbes, también hay que mencionar a Stephen Moore y Larry Kudlow, que quizá no son tan conocidos aquí, pero que también son economistas liberales muy mediáticos, que contribuyen a popularizar estas ideas.
- Y, al contrario de lo que se dijo, Wall Street no ha logrado copar la Administración como esperaba…
El New York Times, que no es precisamente amigo de Trump, ha publicado un artículo en el que explica cómo el nuevo presidente ha ganado la batalla de la influencia a Wall Street. Instituciones como Goldman Sachs contaban con tener mucho más poder del que tienen ahora. Con Hillary Clinton lo habrían logrado, pero Trump es un outsider y no han logrado la influencia deseada.
- Pero, al mismo tiempo, Trump lamenta a menudo las trabas que se encuentra en Washington.
Y no es para menos. Me da miedo que sus propuestas más reformistas sean detenidas por la burocracia enquistada, por la ciénaga de intereses creados en la que se ha convertido el gobierno federal. En Washington hay un Estado Profundo con tentáculos amplios. Las cloacas del Estado existen y no han recibido a Trump de buen grado, precisamente porque Trump es una amenaza existencial para ellos. Por eso es importante el papel de los think tanks, porque las grandes ideas y los grandes cambios nacen de ahí, no de las universidades.
- La relación con los medios está siendo tensa, por decirlo con suavidad.
A muchos liberales no nos gusta que exista un enfrentamiento como el que estamos viendo. Un presidente no debería estar en guerra con los medios, eso está claro. Pero también quiero decir que es inaudito lo que estamos viendo por parte de algunos periódicos y algunos canales de televisión, no solo por las noticias falsas que Trump ha denunciado sino también por la corrección política con la que se aborda cualquier debate, asfixiando la libertad de expresión.
Con Obama disparaban los impuestos y además perseguían a los contribuyentes de derecha. Con Trump bajan los impuestos para familias y empresas. El tema regulatorio es crucial, ha ido más allá de lo que jamás hubiésemos pensado, consiguió sacar adelante la eliminación de cientos de normas y regulaciones, también ha congelado y suspendido muchas. Pero quiero ser justo: me preocupa el comercio internacional, donde espero que todo se quede en una renegociación del NAFTA, y también espero que la reforma migratoria sea sensata, pensando en la seguridad y en atraer talento, pero no en excluir por excluir.