Los gastos de la Seguridad Social en prestaciones contributivas crecieron en 2017. Eso era previsible, lleva siendo así todos y cada uno de los años desde que se tienen registro. Y es lógico: cada vez hay más pensionistas y cobran más. La noticia, sin embargo, es que también subieron los ingresos por cotizaciones y que lo hicieron a un nivel más elevado que los gastos en pensiones. Esto no ocurría desde 2007, cuando comenzó la crisis. El agujero en las cuentas de la Seguridad Social sigue siendo enorme. Pero el pasado año fue un poquito (poco) menos grande que en 2016 en términos de PIB (aunque siguió creciendo en términos nominales). Algo es algo podría pensarse. Un clavo (pequeño) al que agarrarse.
Este miércoles Fátima Báñez acudía a la Comisión del Pacto de Toledo en el Congreso de los Diputados. La ministra comparecía a petición del Grupo Socialista y traía en su cartera una cifra significativa: "Los ingresos por cuotas del sistema de la Seguridad Social subieron en 2017 (5,3%), más que el gasto en pensiones (3%)" [ver gráfico de la presentación de la ministra]. "Es un punto de inflexión", ha dicho, "hemos iniciado el camino de vuelta hacia el equilibrio presupuestario del sistema".
Por primera vez desde 2008, la diferencia entre pensiones y cotizacionesen 2017 ha sido más bajo que en 2016 en términos de PIB. Esto es importante aclararlo porque las primeras palabras de la ministra generaron cierta confusión. En realidad, la cifra total de déficit ha sido unos 200 millones superior en 2017 respecto a 2018. En términos nominales, por lo tanto, ha crecido. Lo que Báñez ha usado para su argumentación ha sido la ratio déficit / PIB, la que se utiliza en términos de contabilidad nacional: y aquí sí, esta cifra sí ha descendido por primera vez desde 2008.
Las cifras son las siguientes: el déficit de la Seguridad Social (incluido FOGASA Y SEPE) alcanzó los 16.800 millones de euros en 2017, con lo que se acercará al objetivo fijado en el 1,4 % del PIB. Si sólo miramos a sistema de pensiones, entonces el déficit ha subido hasta los 18.800 millones, un 1,61% del PIB (la previsión era del 1,67%). Para 2018, la previsión de déficit es del 1,47% del PIB para el sistema de pensiones y del 1,1% para todo el sistema de la Seguridad Social.
En cualquier caso, ya se tome un dato u otro, como puede verse en el siguiente gráfico, el cambio de tendencia es muy suave y no puede servir como coartada para la tranquilidad. El equilibrio financiero en la Seguridad Social sigue estando muy lejos. El déficit sigue estando cerca de los 18.000 millones de euros y por encima del 1,5% del PIB.
No sólo eso, además este déficit de las cuentas de la Seguridad Social encubre un déficit real todavía más elevado: la diferencia entre cotizaciones y prestaciones en realidad ronda los 28.000 millones (la cifra del déficit oficial de la Seguridad Social incluye transferencias del Estado por complementos a mínimos y otros conceptos similares).
Dicho esto, es evidente que nos encontramos ante una buena noticia. Aunque sea pequeño, el cambio de tendencia existe. Y la razón fundamental es que la recuperación del empleo está generando un incremento sostenido de las cotizaciones sociales. En este sentido, Fátima Báñez ha destacado dos datos muy relevantes. El primero es que las cotizaciones sociales alcanzaron el pasado año un récord histórico: 109.166 millones, por encima del máximo de 2008. Esto se debe, según ha explicado la ministra, a que se han incrementado a un ritmo superior al de la creación de empleo: según sus datos, "las cuotas de los trabajadores del régimen general han crecido un 6,2% y el número de afiliados un 4,2%", algo que demuestra, en su opinión, la mejora de la calidad del empleo generado.
A medio plazo
Pero el problema de las pensiones, si lo hay, no nace en 2016 porque el déficit estuviera en máximos ni se resuelve porque ese agujero comience a reducirse en 2017. Y no, tampoco el incremento o minoración del montante del Fondo de Reserva de la Seguridad Social va a tener una influencia directa en esta cuestión.
En este tema, lo relevante es la tendencia a medio y largo plazo. En este punto, todos los partidos presentes en la Comisión del Pacto de Toledo han repetido una y otra vez el mismo mantra, que el sistema es sostenible y que la clave para resolver sus problemas financieros reside en el mercado laboral. En parte es cierto y no deja de ser una obviedad: cuantos más empleos haya y más elevados sean los sueldos (y, por lo tanto, las cotizaciones) más ingresos obtendrá el sistema.
Pero en este punto no podemos obviar que existe un problema por el lado de los gastos. Todas las cifras que ha presentado Báñez apuntan en la misma dirección: el número de pensiones ha pasado de 8,3 a 9,6 millones entre 2007 y 2017; en el mismo período de tiempo el número de pensionistas también ha crecido en 1,3 millones; y la pensión media de jubilación ha pasado de 766,5 euros al mes a los 1.071 euros al mes (en catorce pagas en los dos casos) en esta década. Y las nuevas pensiones son más altas porque los nuevos jubilados tienen carreras más largas y bases de cotización más elevadas que los que dejan el sistema por fallecimiento.
Incluso, si miramos con algo más de perspectiva, el sistema ha ido ganando en generosidad, algo no tan común en otros países europeos. Así, tal y como puede verse en la siguiente gráfica (también de la presentación de la ministra), la relación entre la pensión media y el salario medio está por encima del 80% para las prestaciones de jubilación del Régimen General. En el caso de las nuevas altas, hace un año y medio la propia Báñez situaba la relación entre las nuevas pensiones del Régimen General y el salario medio de la economía española en el 93%.
Lo que nos indica todo esto es que los gastos van a seguir creciendo si no se hace nada. Y el agujero sigue siendo muy elevado, por encima de los 18.000 millones. Por lo tanto, para cerrarlo, hace falta algo más que unos buenos años en creación de empleo. De hecho, si tras cuatro años generando medio millón de empleos al año, lo único que se consigue es una ligera disminución del déficit de la Seguridad Social en términos de PIB y que siga estando por encima del 1,5% del PIB (eso sin contar el déficit real de 28.000 millones que apuntábamos antes)… eso quiere decir que el problema es muy grave.
Con una segunda derivada. No siempre la economía española va a generar el número de empleos del último año. Habrá parones y reducción de la tasa de incremento en las cotizaciones. Y entonces el déficit volverá a dispararse porque los gastos, como hemos visto, seguirán al alza. Con una diferencia respecto a lo ocurrido en 2008: entramos en la crisis en superávit; es decir, teníamos un colchón. En la próxima crisis, ese colchón ya no estará ahí para amortiguar la caída.