En los últimos trimestres, oposición y sindicatos se han visto obligados a modificar su discurso político en materia laboral debido a la contundencia de los datos. España acumula ya cinco años de descensos consecutivos de paro y cuatro de creación de empleo. Por el momento, se ha recuperado más del 50% del empleo destruido durante la crisis, unos dos millones de ocupados desde 2013, después de que el pasado ejercicio cerrase con 490.000 nuevos empleos y 470.000 parados menos, dejando la tasa de paro en el 16,5%, su nivel más bajo desde 2008, según la última Encuesta de Población Activa (EPA).
Por ello, en lugar del paro, los ataques al Gobierno se centran ahora en denunciar la precariedad laboralque sufre el país, entendida ésta como la combinación de contratos temporales y sueldos bajos. Tras la publicación de la EPA, el secretario de Empleo del PSOE, Toni Ferrer, se quejó de la "enorme temporalidad y precariedad" que sufre el mercado laboral, lamentando que el Ejecutivo fomente la contratación temporal y el empleo parcial.
Podemos fue incluso más allá. La diputada de En Comú Podem y portavoz adjunta de la Comisión de Empleo y Seguridad Social, Aina Vidal, dijo que los datos de la EPA son "una vergüenza". "Los resultados de la EPA indican que la recuperación se está produciendo a costa de la estabilidad y la calidad del empleo", apostilló. Podemos reclamó que se deroguen las dos últimas reformas laborales, ya que están "hundiendo el mercado de trabajo y las condiciones de vida de las personas trabajadoras". Hasta el portavoz de Cs en el Congreso, Juan Carlos Girauta, afirmó el pasado jueves que el empleo que se genera en España es de baja calidad.
¿Tienen justificación tales críticas? Una cosa es que el mercado laboral español tenga un problema de dualidad, donde una parte de los trabajadores dispongan de empleo estable frente al resto, cosa que sucede desde los años 80, y otra muy distinta que la actual recuperación se esté traduciendo en una mayor precariedad, afirmación que, sin embargo, es desmentida por los datos.
El 73% del empleo creado es fijo
Lo primero que llama la atención es que de los casi 490.000 nuevos puestos de trabajo surgidos en 2017, un total de 357.900 fueron indefinidos, el 73% del total. De hecho, el empleo fijo creció el pasado año al mayor ritmo de la última década. En 2017, se registraron casi dos millones de contrataciones indefinidas, tras aumentar un 12,6% interanual, muy por encima del incremento de la contratación temporal (+7,1%). Este avance contrasta con la caída del 30% que registraba la contratación indefinida poco antes de la entrada en vigor de la reforma laboral, aprobada en 2012.
Además, España encadena 47 meses consecutivos de crecimiento en la contratación indefinida, el período más largo de la historia. Y uno de los datos más relevantes es que, por primera vez, la salida de la crisis coincide con la creación de empleo fijo, a diferencia de lo que sucedía en recesiones pasadas. En la crisis de la primera mitad de los años 90, por ejemplo, la contratación indefinida tardó un año y medio en empezar a repuntar tras el inicio de la recuperación.
Ya se ha recuperado todo el empleo fijo
Por otro lado, si se amplía un poco la perspectiva temporal, se observa que España acaba de recuperar todo el empleo indefinido destruido durante la crisis. En concreto, desde principios de 2014, los asalariados con contrato fijo han crecido en casi 970.000 personas, hasta un total de 11,67 millones, un nivel ligeramente superior al registrado en el tercer trimestre de 2007, cuando estalla la burbuja financiera internacional. Dicho de otro modo, el empleo indefinido ya ha superado la crisis de forma oficial.
Cosa distinta es el empleo temporal, donde tan sólo se ha recuperado el 46% de los puestos de trabajo destruidos en los últimos años. La recuperación ha creado algo más de 1 millón de empleos temporales frente a los 2,2 millones de puestos desaparecidos en este categoría, según la EPA.
Hay menos temporalidad que en la burbuja
Asimismo, de los cerca de 2 millones de empleos creados en total durante los últimos cuatros años, el 97% es a tiempo completo, lo cual también contribuye de forma positiva a la estabilidad laboral. Lo más curioso es que, a pesar de las críticas de sindicatos y oposición, la temporalidad es hoy inferior a la existente antes de la crisis. Así, la tasa de temporalidad cerró en el 26,7% el pasado año frente al 33,7% a cierre de 2006. Por su parte, el 73,3% de los asalariados son hoy indefinidos frente al 66,3% registrado en el pico de la burbuja.
Por otro lado, los trabajadores con empleos de muy corta duración presentan un porcentaje similar al registrado a finales de 2011, antes de la reforma, siendo éste, además, reducido: menos del 4% tiene empleos inferiores a tres meses y menos del 1% de menos de un mes.
Sueldos y empleo juvenil
En cuanto a los salarios, la recuperación se ha traducido en una ganancia moderada de poder adquisitivo por parte de los trabajadores gracias, en parte, a la nula inflación e incluso leve caída de precios experimentada en los últimos años, según muestran las estadísticas de Convenio Colectivos, el Índice de precios de trabajo, la Encuesta Anual de Coste Laboral o la Encuesta de Estructura Salarial. Además, esta ganancia está siendo más destacada entre las rentas más bajas.
Por último, la situación de los trabajadores más jóvenes, que son los más expuestos a empleos temporales y sueldos bajos, también está mejorando. El paro juvenil se disparó desde el 18% a casi el 50% durante la crisis, tras desaparecer más de 1 millón de puestos de trabajo entre menores de 25 años, pero la tasa ronda hoy el 37%.
Así pues, las críticas a la reforma laboral no se sostienen. La recuperación económica se está traduciendo en más empleo indefinido, más empleo juvenil y una ligera mejora del poder adquisitivo, lo cual no significa que no exista un problema de dualidad. España sufre una alta precariedad laboral, con períodos alternativos de paro y empleo temporal, que, en términos generales, afecta a casi un tercio de la población activa, pero no es un fenómeno nuevo, sino estructural. Y la solución no es otra que mayor flexibilidad laboral, tal y como evidencian los buenos resultados cosechados por la reforma de 2012.