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Así son los huevos de Lucio que nacen a ritmo de jazz

Esta compañía de Ávila utiliza la música para relajar a las gallinas y aumentar su productividad.

Esta compañía de Ávila utiliza la música para relajar a las gallinas y aumentar su productividad.
Así es la granja donde nacen con música los huevos ecológicos

A César Redondo no le ha importado en absoluto cancelar la reunión que tenía en Valladolid para invitar a este periódico a adentrarse en las entrañas de su empresa. "Había quedado para un tema de bancos, pero mi pasión es realmente estar en la granja… con las gallinas" cuenta. Para su desgracia (o su suerte, según se mire) su empresa ha crecido tanto que ya "solo puedo dedicarme al campo los fines de semana".

Hace mucho tiempo que este abulense dejó de ser granjero para dar el salto al mundo empresarial. Podría decirse que un episodio "allá por el 97" provocó que él y sus otros dos hermanos empezaran a pensar en un cambio de enfoque para Huevos Redondo. "Aquí, dando de comer al Mercedes, nos dijo un día el comercial que se encargaba de vender nuestros huevos por Ávila cuando nos lo encontramos en una gasolinera. Nosotros teníamos una granja pequeña, que montó mi padre en el 59 como una forma de obtener un dinero extra en casa, pero ya había gente que estaba ganando mucho dinero con nuestro producto, y al ver que no éramos nosotros, nos pusimos manos a la obra", recuerda.

Y ese mismo año llegaron a Madrid. "Fue gracias al gerente del Mesón de la Tortilla, al que le estaré eternamente agradecido, que llegamos a la Cava Baja y a la de San Miguel. Al principio no estábamos nada convencidos porque era un gasto muy grande llevar desde El Barraco hasta allí unos pocos huevos, pero fue la mejor decisión de nuestras vidas. De repente, todos los restaurantes de la zona empezaron a comprarnos todos", cuenta Redondo. Ahora, llevan al día 10 furgonetas solo a los establecimientos del madrileño barrio de La Latina.

Precisamente en la Cava Baja regentaba Lucio el restaurante de los huevos más famosos de la capital. Y el cocinero también quedó prendado del producto de Redondo en el 98. "Desde entonces, les llevamos a todos sus restaurantes todos los días los Camperos Gordos", afirma el empresario. Y al Ritz, al Palace, al Villamagna, a Diverxo… y cuando estaba en el trono, "hasta al Rey Juan Carlos". La selecta clientela de esta compañía es infinita, y supone el 50% de su negocio.

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César Redondo, uno de los responsables de Huevos Redondo

Gallinas relajadas, aire fresco y agua pura

¿Pero qué tiene de especial un producto tan simple como unos huevos? Para averiguarlo, Redondo nos enseña las particulares condiciones de vida de sus 200.000 gallinas. Y lo hace mientras suena el saxofón de Kenny G, no para amenizarnos la jornada a los visitantes, sino porque sus animales son criados al ritmo de la música.

Puede ser Lorena McKennitt o alguna ópera, ya eso depende del gusto musical de cada uno de los hermanos Redondo, pero estas gallinas pasan su jornada laboral rodeadas de altavoces con el objetivo de "estimular su relajación", asegura. César Redondo niega que la incorporación de un hilo musical en sus granjas sea cosa de postureo. "El producto no es mejor por la música, pero así lo que se consigue es que la gallina esté más tranquila y sea más productiva. Además, también hacen que se acostumbren a la voz humana, así cuando entramos a limpiarlas o revisarlas, no huyen asustadas", explica el impulsor de este método.

El núcleo duro de las granjas de Huevos Redondo se encuentra en el pueblo abulense de El Barraco, en el faldón de la Sierra de Gredos, lo que contribuye a unas condiciones climatológicas óptimas. "Las bajas temperaturas hacen que as gallinas coman más de lo habitual pero beban menos agua, y así se consigue un huevo más espeso", explica.

"Mimar" a sus gallinas es uno de los secretos de esta compañía. "Por eso, también es importante que duerman 8 horas, aprovechen la luz natural, tengan una buena ventilación y las máximas condiciones de higiene", asegura. Cada gallina pone un huevo cada 26 horas, por lo que cada día salen de sus granjas cerca de 160.000 huevos. "Nuestras gallinas tienen una tasa de mortalidad bajísima", afirma.

Quitarán las jaulas en 2019

La compañía produce todas las diferentes categorías de huevo que están homologadas en Europa. Esta clasificación aparece pintada en el cascarón y se identifica con un número del 0 al 3, que corresponde, por ese orden, a la ecológica, la campera, la de suelo y la de jaula. Por tanto, algunas gallinas son más afortunadas que otras.

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Las más mimadas se crían a través del método free range, "que es la plena libertad, totalmente salvaje", asegura Redondo. Estas aves tienen hasta sus propios chalets de madera para vivir. Cada casita está habitada por diez gallinas que pasan el día campando a sus anchas y alimentándose de pienso ecológico, que es el que se cultiva sin pesticidas y con semillas no trasgénicas. Redondo prevé tener este año 20 de esos chalets a punto para albergar a 200 de las famosas gallinas araucanas, una raza sudamericana que da unos huevos con la cáscara azul. "Dicen, no sé si será científico, que con mayor nivel protéico y apenas colesterol", declara. Los venderán en supermercados como Sánchez Romero a un precio que ronde entre los 6 y los 8 euros.

Luego están las puramente ecológicas, las de la categoría 0, que se alimentan de pienso ecológico y también disponen de salida permanente de la granja al aire libre, donde pueden picotear la vegetación, escarbar en el suelo y darse baños de arena. Cumpliendo con la normativa europea, cada ave dispone de 4 metros cuadrados de terreno, más otros 4 metros a los que deberán ir a los 6 meses para dejar descansar la tierra. "En nuestro caso, además, el agua que les llega a estas gallinas procede directamente de un manantial", asegura Redondo. Del total del negocio, 25.000 de sus gallinas (el 12,5%) son ecológicas. Sus huevos se venden en El Corte Inglés y en algunos espacios gourmet entre 5 y 6 euros la docena.

Después, está la categoría campera, de las que poseen unas 30.000 (el 15%). Estas gallinas, cuyos huevos se comercializan con el código 1, se alojan en gallineros también con salida permanente al aire libre y comen pienso estándar. Sus huevos cuestan entre 2,5 y 3 euros la docena. El código 2, hace referencia a las gallinas de suelo, que se mueven en libertad en el interior de un gallinero. Representan al 10% de su negocio. Y ya la parte más importante de la actividad de Huevos Redondo (el 62,5%) es la de la gallina de jaula, que hace referencia al código 3. "Estos huevos los solemos destinar a la industria", asegura César.

Pero falta poco para que Huevos Redondo se despida de las jaulas. "Las vamos a quitar en 2019 porque el consumidor lo demanda por el bienestar del animal. Hasta mi hija, que es vegetariana, me lo dice", cuenta. "La mayoría, pasarán a ser de suelo, pero también vamos a aumentar la parte ecológica", añade.

Siguiendo esta tendencia, Lidl ya ha anunciado que deja de vender huevos de gallinas en jaulas, y otras cadenas como El Corte Inglés o Mercadona también se lo han marcado como objetivo. "Esas van a ser de suelo porque ni hay espacio para que todos los huevos sean ecológicos, ni las familias tienen tanto dinero para pagar el sobrecoste. Por ejemplo, en España necesitaríamos todo el espacio de la Comunidad de Madrid para que pudieran vivir las gallinas ecológicas", explica Redondo.

El empresario se muestra orgulloso al asegurar que "actualmente nuestra empresa está pasando por su mejor momento. Lo tenemos todo vendido". Con 30 empleados, en el último ejercicio registraron una facturación de 10 millones de euros. "No he tenido vacaciones nunca y desde los 17 años me he estado levantando a las 4 de la mañana para trabajar. Ahora lo hago a las 6, pero para correr, que hasta las 8 no empiezo", celebra.

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