Rodrigo Rato tiene muchas cuentas pendientes: políticas, personales, judiciales y profesionales. La mayoría nacen de su paso por CajaMadrid y Bankia, donde fue presidente entre enero de 2010 y mayo de 2012. Hasta entonces, la carrera profesional del político madrileño era la historia de un éxito: ministro de Economía, vicepresidente económico, director gerente del Fondo Monetario Internacional… La dirección de la que iba a ser la gran caja española parecía la culminación a una trayectoria impecable. Pero fue su tumba.
Lo explicaba él mismo este martes en el Congreso, al que acudía a la convocatoria de la Comisión de investigación sobre la crisis financiera de España y el programa de asistencia financiera: "Yo no soy un kamikaze", le decía a un diputado que le acusaba de haber sabido y ocultado desde el principio los problemas que se ocultaban en el balance de la entidad financiera. Era casi una confesión, una aceptación de su error, de una decisión que marcará los últimos años de su vida, al menos en lo que tiene que ver con la opinión pública.
Porque el Rato que se fue de España al FMI como el principal artífice del milagro económico de finales de la década de los noventa y comienzos del siglo XXI, ahora es un apestado. Incluso en su propio partido. Es el Rato de las tarjetas black, el de los problemas fiscales con Hacienda, el de la quiebra de Bankia… Y lo seguirá siendo, a pesar de todos los esfuerzos que hizo este martes por cambiar la versión de la historia que se ha contado en los últimos cinco años.
Eso sí, aunque probablemente a su imagen pública no le ayude demasiado (eso parece una causa perdida), al menos Rato se marchó a casa con la satisfacción del que dice lo que lleva mucho tiempo callando. Lo hizo sobre las tarjetas black (que aseguró que tenían "tres décadas" de existencia), sobre sus problemas con Hacienda (que negó por completo) o sobre la actitud que han tenido con él sus antiguos compañeros de partido y Gobierno (tras sus palabras se intuye a alguien muy dolido por lo que entiende que es casi una traición personal).
Pero sobre todo lo que quería Rato era reivindicar su gestión en Bankia. Una gestión que, aseguró, ni mucho menos dejó a la entidad en quiebra. Que no fue un desastre para los accionistas (de hecho, ha defendido que entre 2011 y mayo de 2012, la entidad se comportó mejor que la media de sector en el mercado). Y que no obligaba a un rescate público de 19.000 millones como el que pidió su sucesor José Ignacio Goirigolzarri nada más llegar a la presidencia de Bankia.
Eso sí, el exvicepresidente no ha explicado otras cosas: por qué el auditor no quiso en su momento validar las cuentas de 2011, por qué todo el mundo en el mercado miraba a Bankia en aquella primera mitad de 2012, por qué las provisiones de los sucesivos decretos De Guindos (así se conocieron) impactaron de aquella forma en su entidad y no en otras… Quedan muchas dudas tras las palabras de Rato. Pero también una certeza: en su opinión, fue objeto de un trato injusto por parte de Luis de Guindos, su antiguo subordinado, que en cierto sentido buscó que en su persona se ejemplificase el escarmiento que la sociedad española esperaba para los responsables del sistema financiero. El ministro de Economía y su sucesor en Bankia (Goirigolzarri) son los malos del guion de Rato.
Los siguientes son los seis capítulos en los que está dividida esta historia y el contenido de la misma, con las frases que este martes ha usado su principal protagonista:
1. En la versión de Rato, la fusión de Bankia fue una decisión política, impulsada por el Banco de España.
En junio de 2010, ante la proximidad inmediata de los primeros test de estrés, el Gobierno decidió modificar la Lorca (Ley de Órganos Rectores de las Cajas de Ahorros) e impulsó varias fusiones frías [las SIP -Sistema Institucional de Protección] entre las cajas de ahorros. Estos SIP fueron diseñados, impulsados y decididos por el Banco de España y el FROB.
En mayo del 2010, en CajaMadrid tomamos contacto con cinco cajas, que suponían el 20% del total de nuestros activos. A finales de junio de aquel año, el Banco de España me llamó a mí personalmente de urgencia, al despacho del gobernador, para introducir a Bancaja en el SIP [que negociaba CajaMadrid con las otras cinco cajas]. Y de ese despacho, sin solución de continuidad, nos llevaron al despacho del subgobernador, al presidente de Bancaja y a mí, para que avanzáramos con urgencia en la incorporación de Bancaja al SIP… todo esto a 30 días de ese primer test. El Banco de España llevaba dos años de inspección de Bancaja. Nosotros encargamos a Deloitte que auditara a Bancaja, lo que hizo y validó su balance.
2. Bankia estaba saneada en el verano de 2011: según Rato, esto lo corroboran el Banco de España, los auditores, las agencias de calificación, los colocadores de la salida a Bolsa. No hubo fraude en aquella salida a Bolsa.
En febrero de 2011, el Parlamento español aprobó una Ley que obligaba a las cajas que no tuvieran un capital del 10% (cuando se exigía el 8% al resto del sector) que lo obtuvieran del mercado en un plazo de 12 meses. Pero el Banco de España indicó claramente que ese plazo era de seis meses. Ningún grupo consiguió inversores privados. Tras esto, las dos opciones eran acudir al mercado de capitales o la nacionalización. BFA [la matriz de Bankia] se planteó la salida a Bolsa. Y la CNMV exigió excepcionalmente que los institucionales fueran el 40%, diez puntos más de lo habitual. La salida a bolsa se realizó en julio de 2011. Era un momento difícil en los mercados. El Frob, el Banco de España, los seis bancos colocadores, los bancos asesores… todos insistían en que los mercados estarían cerrados en Europa en septiembre.
En esta situación, el descuento de la colocación fue muy superior al estimado anteriormente. Y fue a costa de las seis cajas. Pero se colocó la cantidad esperada. El resultado fue valorado positivamente por el Gobierno y el Banco de España. Y también, y esto es importante, Bankia obtuvo el grado de inversión de dos de las tres agencias de calificación mundiales. Grado que no tiene en estos momentos. La acción se comportó mejor que el sector desde ese momento hasta mi salida en mayo de 2012. En octubre de ese año, la EBA realizó otro test: Bankia lo pasó pero tenía una necesidad de ampliar más capital, lo que empezamos a hacer en febrero de 2012 con una conversión voluntaria de preferentes, como estaba haciendo el resto del sector.
Todos los funcionarios testificaron que las cuentas eran coherentes [con la situación contable de la entidad]. Desde entonces, ni el Banco de España ni la CNMV han variado su posición.
El precio final de la salida a Bolsa fue fijado, como en cualquier colocación, por los bancos colocadores. Y suponía una pérdida teórica para las cajas propietarias, aunque mantenían el 51% del capital y el nombramiento de la totalidad del Consejo.
3. Las cuentas de 2011, las que reformuló la nueva dirección de José Ignacio Goirigolzarri, estaban bien. No se tenían que haber reformulado. Fue una excusa a posteriori para justificar la intervención de la entidad y la inyección de 19.000 millones
Esta parte, la que tiene que ver con las cuentas de 2011, la nacionalización de Bankia y la inyección de 19.000 millones por parte del Gobierno, ha sido la menos sólida de la intervención de Rato. No ha dado una explicación convincente a por qué entonces el auditor se negó a validar las cuentas de 2011; por qué, si su situación general era de solvencia, fue Bankia la entidad que concentró las dudas de todo el sector durante aquellos meses. Tampoco explica algo muy relacionado con esas cuentas de 2011 y la nacionalización: por qué nadie estuvo dispuesto a pagar algo por una entidad que él asegura que era solvente en aquellos momentos.
El juez, el fiscal, el FROB, los peritos, los peritos privados... Todos coinciden ahora en que la reformulación es ilegal. Hasta el FROB, que es el primer accionista de Bankia.
Deloitte no cumplió su obligación legal y contractual de dar su opinión sobre las cuentas de 2011 y, sin embargo, da su opinión favorable a unas cuentas de las que todo el mundo coincide, hasta el primer accionista de Bankia, que son ilegales.
Desde junio de 2010, todos los planes de negocio de BFA (matriz de Bankia) tenían que ser aprobados por el Frob. Desde su nacimiento era una entidad intervenida por el Frob. Era una entidad diseñada por el Banco de España y el Frob. El propio Frob dice que no debieron aplicarse los cambios normativos a las cuentas de 2011. Esto contradice lo que le dijo por escrito a la CNMV en 2012, cuando respaldaba la reformulación de cuentas.
4. En su opinión, la actuación de De Guindos, desde que llegó al Gobierno, debilitó a las cajas con sus declaraciones y nuevas exigencias de provisiones. No sólo eso, también generó una fuga de depósitos y precipitó el rescate.
En diciembre de 2011 cambió el Gobierno y este nuevo Gobierno tenía una estrategia distinta. En enero de 2012, el nuevo ministro de Economía se estrenó ante la opinión pública internacional afirmando que el sector bancario español necesitaba 60.000 millones de euros adicionales. Las acciones de todos los bancos empezaron a caer. En febrero, aprobó un decreto ley de nuevas provisiones dirigido al sector inmobiliario.
El 6 de mayo el ministro de Economía me exigió la dimisión que se hizo efectiva el 9. Y la acción de Bankia se desplomó.
[En los seis primeros meses de 2012], 250.000 millones de euros abandonaron el sistema financiero español, el equivalente al 25% del PIB. En julio de 2012, España solicitó el único rescate que le ofrecieron. Un rescate bancario de 100.000 millones y que estaba monitorizado por el Banco Central Europeo, el FMI y la Comisión. E incluso tras el rescate prima de riesgo se elevó a 700 puntos básicos, 400 puntos más que un año antes.
5. Y no sólo eso, Rato cree que lo que hizo De Guindos benefició a los competidores de Bankia y a espaldas del Banco de España.
Durante mis conversaciones con Guindos sobre Bankia en marzo, abril y mayo de 2012, el Ministerio de Economía se apoyó en los principales competidores de Bankia, a los que llegó a encargar que estimaran cuáles eran las necesarias provisiones para Bankia (…) Estos mismos competidores fueron, sin duda, los grandes receptores de los depósitos que salieron de Bankia tras su nacionalización en el verano de 2012.
En ninguna de estas tres reuniones [Ministerio de Economía y Bankia] estuvo presente el Banco de España. Mi opinión personal, por lo que valga, es que se le ocultaron estas reuniones. Mientras tanto, el Banco de España estaba aprobando nuestra propuesta [sobre las provisiones necesarias para cumplir con los requisitos de Guindos 1].
6. Por último, el aspecto más interesante, el rescate. Rato insinúa claramente que los 19.000 millones fueron un regalo que De Guindos hizo a Goirigolzarri para que aceptara la presidencia de Bankia. Era una cantidad que cree que estaba muy por encima de lo que se necesitaba y el contribuyente la acabó pagando para salvar los errores del Gobierno y garantizar a los nuevos gestores que tendrían una entidad totalmente saneada, fueran cuales fueran las circunstancias en el futuro.
El propio De Guindos cifró en mayo de 2012, ante esta Cámara, en 7.000 millones las necesidades de Bankia para cumplir con las necesidades de provisiones derivadas de sus dos decretos leyes de febrero y marzo. Pero también afirmó en esa comparecencia: ‘El Gobierno está dispuesto a dar a los nuevos gestores lo que pidan’. Goirigolzarri había amenazado públicamente con dimitir si no se le daban los 19.000 millones de euros. Dos días después de hacerse públicos los 19.000 millones en una nota al CNMV, el gobernador del Banco de España [en aquel momento, Miguel Ángel Fernández Ordóñez] afirma: ‘Ésta es la primera crisis de un banco abordada sin el Banco de España. El Gobierno me ha impuesto silencio sobre este tema. Sería interesante lo que yo pudiera decir en una rueda de prensa’. Nunca se celebró esa rueda de prensa.
Bankia es ahora el banco más capitalizado de España. Oliver Wyman decía que las máximas provisiones sólo serían necesarias para el escenario más estresado, un escenario que nunca se dio.
Ustedes [en referencia a los diputados] son los responsables de esos 19.000 millones. Yo no los pedí. Yo lo que pedí fueron 4.600 millones que me dio el FROB y me responsabilizo de eso. Los 19.000 millones se pidieron por los responsables nuevos de Bankia, al Gobierno, sin contar con la opinión del Banco de España, en base a una reformulación de las cuentas de 2011 que ahora todos dicen que es ilegal (…) Incluso tras la reformulación de las cuentas, yo dejo una entidad con un patrimonio neto positivo de más de 11.000 millones de euros.
Yo me hago responsable hasta el 9 de mayo. No me hago responsable de lo que pasó después, que no se puede explicar en términos de agujero, sino en términos de la consecución de unos objetivos de rentabilidad que no sé si se han conseguido. Yo por qué tengo que explicar los 19.000 millones… que ni siquiera Oliver Wyman explica. Oliver Wyman dice: ‘Serían necesarios 19.000 millones si la economía cayera un 2% y pérdidas durante tres años consecutivos’. Algo que no se produjo.
Yo ya he dicho anteriormente que me parecía una recapitalización excesiva. Los 19.000 millones con los que ustedes me miden: nunca los solicité ni los pedí, ni pensé que eran necesarios… No eran necesarios para sanear, aunque sí para tener el banco más capitalizado de España.
Si el Estado español ha hecho un buen o mal negocio con Bankia, yo eso no lo sé (…) Acaban de colocar [un paquete de acciones] por debajo del valor en libros.
El Banco de España nunca estuvo en los 19.000 millones. Fue una decisión política.
¿Politización de las cajas? Cómo llama usted a inyectar 19.000 millones de euros de los contribuyentes a una entidad, una cifra que no coincide ni siquiera con lo que dice Oliver Wyman, contratado por el propio Gobierno español.