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Cómo Lee Kuan Yew acabó con la corrupción en Singapur (Parte 2)

Los representantes políticos y empleados del sector público gozan de altos sueldos, pero actúan bajo esquemas de productividad muy exigentes.

Los representantes políticos y empleados del sector público gozan de altos sueldos, pero actúan bajo esquemas de productividad muy exigentes.

Este es el segundo y último artículo dedicado a la estrategia anti-corrupción de Singapur. Lea aquí el primero. Los siguientes párrafos vienen del capítulo sobre esta materia incluido en el libro The Fix, publicado por el analista internacional Jonathan Tepperman.

Para impulsar su reforma de las Administraciones, Lee Kuan Yew (LKY) tomó como referencia una antigua institución colonial heredada de los británicos: la Oficina de Investigación de Prácticas Corruptas. Dicha instancia fue creada en 1951, para investigar las malas prácticas de la policía. Pero la Oficina nació, ante todo, como un gesto político. No tenía dientes para actuar de forma efectiva y tampoco contaba con medios suficientes para lograr cambios de calado.

En 1960 se aprueba la Ley de Prevención de la Corrupción. Dicha norma define la corrupción de forma amplia: se trata de cualquier tipo de "gratificación" a cambio de un trato diferenciado por parte del gobierno. Para perseguir este tipo de malas prácticas, se dotó de amplios poderes a la Oficina de Investigación de Prácticas Corruptas, que ganó en independencia y también en capacidad para estudiar cualquier tipo de irregularidad.

La Oficina partió con una plantilla de apenas 8 trabajadores, pero fue expandida hasta alcanzar la figura de los 177 investigadores. Su presupuesto también creció significativamente y se multiplicó un 5.000%. Además, se endurecieron las penas de forma exponencial, de modo que un pequeño soborno puede acarrear una multa de 70.000 dólares, que además lleva pareja la pérdida del trabajo en la Administración.

El que la hace, la paga

LKY quería mandar un mensaje claro y permitió que la Oficina persiguiese a altos cargos de su Administración. En 1966 se investigó al representante del gobierno en el consejo de las aerolíneas nacionales de Malasia. Aunque no llegó a ser condenado, fue defenestrado por la sombra de sospecha que generaban sus actuaciones. Algunas décadas después, un exministro llegó a suicidarse antes de soportar el deshonor ligado a una investigación por presunta corrupción.

La Administración también desarrolla campañas de sensibilización contra la corrupción. El sistema educativo incluye actividades formativas desde la secundaria. Los cines y la televisión emiten propagandas y anuncios dirigidos a insistir en las duras consecuencias legales que enfrentan los corruptos.

La reforma de la función pública ha profesionalizado significativamente el día a día de la Administración. Un ministro gana 650.000 dólares anuales, el doble que el presidente de Estados Unidos. El resto de trabajadores de la función pública se mueve en niveles de retribución igualmente elevados. A cambio, los empleados públicos actúan sujetos a esquemas de productividad similares a los exigidos en el sector privado. Esto redunda en una Administración más pequeña y eficiente.

Otro de los objetivos clave de LKY fue facilitar el día a día de los emprendedores. Según el Banco Mundial, Singapur es el país con menos trabas administrativas y burocráticas para el sector privado. El resultado es un espectacular crecimiento económico, hasta el punto de que Singapur es hoy el sexto país más rico en términos de PIB per cápita.

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