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Bjorn Lomborg

La revolución digital también beneficia a los países pobres

Las políticas digitales pueden ayudar a los ciudadanos haciendo que las interacciones con el Estado sean más fáciles, baratas y menos corruptas.

Las políticas digitales pueden ayudar a los ciudadanos haciendo que las interacciones con el Estado sean más fáciles, baratas y menos corruptas.

Entre las opciones de gasto para los gobiernos de las naciones más pobres, poner en marcha la revolución tecnológica puede parecer al principio una prioridad menor. En comparación con la situación crítica de la infraestructura, la atención sanitaria o las escuelas, mejorar el acceso digital y se siente como un lujo que debería postergarse o, quizás, dejarse a la iniciativa privada. Pero hay razones para reconsiderar esto.

El rápido crecimiento económico es la mejor manera de reducir la pobreza. Un estudio reciente de la Universidad de Tufts encontró que la digitalización es uno de los mayores impulsores del éxito económico de una nación. De los 60 países que midió el Índice, Bangladesh recibió la puntuación más baja por sus tecnologías digitales. Pero la nación del sur de Asia no tiene ninguna intención de quedarse en el último lugar: ocupa el octavo lugar en el mundo por el ritmo de su avance tecnológico. Esto se debe a un abordaje ambicioso de la economía digital.

Un reciente análisis de las opciones políticas en Bangladesh realizado por el Copenhagen Consensus Center reveló que algunas políticas de economía digital serían transformadoras para el país. El gobierno de Bangladesh gasta más de 9.000 millones de dólares en contrataciones públicas cada año. Su proceso anticuado es lento, opaco y abierto a la corrupción. Esto causa altos precios, largas demoras e ineficiencias. El panel de economistas eminentes del Copenhagen Consensus, entre ellos uno de los premios Nobel, instó a la implementación gubernamental de la contratación pública electrónica (utilizando sistemas en línea para la compra gubernamental de servicios y suministros), que el gobierno ha intentado con una agencia.

En el programa piloto, la competencia se disparó y los precios cayeron más de un 10%. La investigación estima que las adquisiciones digitales a nivel gubernamental reducirían la corrupción en un 12% y ahorrarían alrededor de 670 millones de dólares anuales, lo suficiente para pagar el gasto anual del sistema vial de Bangladesh. Cada dólar invertido generaría rendimientos por valor de 600 dólares.

Otra solución que produce un excelente rendimiento de la inversión es la reforma del anticuado y complejo sistema de registros catastrales, que es un proceso burocrático lento y potencialmente litigioso. En cambio, muchos simplemente dependen de títulos y escrituras informales. En el caso de un servicio catastral, los economistas concluyeron que la digitalización reduciría los costos en más de un 90% y requeriría sólo dos visitas a las oficinas gubernamentales en lugar de cinco. Esto proporcionaría derechos de propiedad más seguros, que están estrechamente vinculados a un mayor crecimiento económico.

Mientras tanto, el Copenhagen Consensus llevó a cabo recientemente un proyecto de investigación similar en Haití para examinar políticas que reduzcan la pobreza, mejoren los estándares de salud y educación y aceleren el crecimiento en la nación más pobre del hemisferio occidental.

Una vez más, dos políticas de economía digital figuraron entre las diez recomendaciones prioritarias (que incluían la reforma del sector eléctrico, la lucha contra la desnutrición infantil y el fomento del acceso a la educación de la primera infancia) identificadas por un panel de economistas haitianos eminentes y un premio Nobel.

La cobertura de Internet en Haití sigue siendo limitada y costosa. Sólo el 4% de los hogares tienen acceso, y menos del 1% de los haitianos tienen Internet móvil. Los investigadores encontraron que aumentar la penetración de la banda ancha móvil al 50% durante 5 años e instalar un cable submarino para sustentar el aumento del tráfico estimularía el crecimiento económico y generaría beneficios que valdrían más de 12 veces los costos.

Otra inversión inteligente sería digitalizar los procesos en el puerto más grande de Haití. La nación tiene un enorme potencial marítimo, con más de 1.500 kilómetros de costa, pero se encuentra entre los países caribeños que menos explotan sus recursos marinos. Un sistema informático dedicado al puerto, que permita a la administración aduanera intercambiar datos y mensajes en confidencialidad y seguridad, aportaría una productividad considerable, aumentaría los ingresos y reduciría el contrabando. Los beneficios equivalen a casi 7 veces la inversión.

¿Qué se puede aprender de estos hallazgos para Bangladesh y Haití? En primer lugar, que incluso para los países situados en la parte inferior de la escala de la economía digital vale la pena investigar soluciones, incluso junto con proyectos que aborden preocupaciones más de vida o muerte. Y segundo, que la inversión en servicios digitales puede resultar comparativamente barata porque una vez que los sistemas están instalados, los costos de más usuarios se acercan a cero.

Las políticas digitales pueden ayudar a los ciudadanos haciendo que las interacciones con el Estado sean más fáciles, baratas y menos corruptas. Ayudan a todo el país haciendo que todos sean más productivos. Es probable que la mayoría de las naciones tengan oportunidades inteligentes de digitalización a la espera de ser implementadas, donde poco dinero puede generar un gran impulso.

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