"Portugal está de moda". Llevamos días escuchándolo en la radio y leyéndolo en la prensa. El relato políticamente correcto que parece haberse popularizado sostiene que el nuevo Ejecutivo socialista, dirigido por António Costa, ha conseguido grandes avances políticos, económicos y sociales a base de romper con la "austeridad" y el "neoliberalismo".
Pero la realidad de nuestro país vecino es mucho más compleja. Como ya ha explicado este diario en varias ocasiones, la cruda realidad es que Portugal estaba creciendo y recuperándose antes de que el Partido Socialista regresase a la jefatura de gobierno. De modo que, aunque resulte impopular recordarlo, las reformas que favorecieron el rebote luso no tienen nada que ver con un supuesto abandono de los pilares del laissez faire.
En este primer análisis de las medidas adoptadas por nuestro país vecino, tocaremos el caso del mercado laboral. Se ha hablado mucho de la creación de empleo registrada durante el último ejercicio, pero lo cierto es que la tasa de paro tocó techo en 2013, cuando llegó al 16%, y estaba reduciéndose desde entonces. Las reformas laborales que favorecieron la caída del desempleo fueron introducidas bajo supervisión de las autoridades europeas, en el marco del programa de "rescate" que evitó la quiebra de Portugal.
El socialista José Sócrates, primero, y el conservador Passos Coelho, después, siguieron las recomendaciones de la Troika y recortaron la indemnización por despido de 22 a 14 semanas y congelaron el salario mínimo en 565 euros. Según los indicadores de la OCDE, el grado de proteccionismo laboral bajó un 23% desde el estallido de la crisis hasta el año 2013.
En cuanto a la negociación colectiva, su peso se vio recortado drásticamente, de modo que el número de trabajadores sujetos a este esquema de negociación salarial ha bajado de 1.800.000 a 200.000 trabajadores. Además, se han endurecido significativamente los requisitos para cobrar la prestación por desempleo.
Medicina dura, en opinión de los enemigos del mercado, pero efectiva, según acreditan los datos. El paro subió del 7,5% al 16,2% entre 2008 y 2013, pero cayó al 13,9% en 2014 y bajó al 12,4% en 2015. António Costa retocó algunos aspectos menores de las reformas laborales (por ejemplo, aumentó un 5% el salario mínimo), pero dejó en pie el grueso de medidas pactadas con la Troika. El resultado es que, de acuerdo con las proyecciones del FMI, el paro caerá por debajo del 9% durante el próximo ejercicio 2018, tras haber descendido al 11% en 2016 y al 9,7% durante el presente curso.
De modo que, en lo tocante al mercado de trabajo, parece evidente que las medidas introducidas antes de la llegada al gobierno de António Costa fueron las que activaron la recuperación del empleo. Y, como ha quedado reflejado, no hablamos de políticas de izquierda sino de ajustes pactados con la Troika y marcados por una reducción de la rigidez laboral.
La próxima entrega de esta serie evalúa las medidas fiscales adoptadas en Portugal durante la última década. Una vez más, comprobaremos que el relato políticamente correcto sobre la recuperación del país luso choca con la aplastante realidad de los datos.