Leí una entrevista en El Mundo con el presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica, el doctor Josep Tabernero, que dijo:
Los fármacos son demasiado caros. (…) La industria tiene unos beneficios que son impresionantes y la manera en que se fijan los precios no es justa. Yo creo que el precio o el reembolso de los fármacos tendría que estar basado en el valor que aporta cada medicamento, porque no hay dinero para todo y no todos los fármacos aportan lo mismo.
Podemos hilvanar el razonamiento del doctor Tabernero pensando en una sanidad privatizada.
En efecto, en un mercado libre los precios no podrían ser "demasiado caros", porque eso atraería a nuevos oferentes, deseosos de aprovecharse de tal circunstancia. Lo mismo sucedería en cualquier actividad con "beneficios impresionantes". De igual forma, el mercado logra que el precio de las cosas se base en el valor que aportan, de modo que, como no hay dinero para todo, cada persona o empresa asigne sus recursos de modo de conseguir un valor mayor a cambio de su dinero.
Y ahora, como evidentemente no se va a privatizar la sanidad, veamos cómo es posible que los precios sean caros, los beneficios impresionantes, los precios independientes del valor de lo que aporta cada bien y el sistema de formación de precios no sea justo. Pues sí, todo eso es posible por la intervención del Estado.