La economía alemana ha sido sinónimo de estabilidad durante los tres últimos lustros, pero la era tranquila de la canciller Angela Merkel está ahora en jaque por el ajustado resultado de las últimas elecciones. El fracaso de las negociaciones para formar gobierno se explica, esencialmente, por las posturas enconadas de tres de las cuatro formaciones políticas que se sentaron en la mesa de negociaciones.
De entrada, hay que recordar que Merkel no trabaja sola, sino que su Unión Democristiana (CDU) concurre siempre en alianza con los conservadores bávaros de la Unión Socialcristiana (CSU). El acuerdo viene de lejos y recuerda al pacto que cerraron en su día el Partido Popular y Unión del Pueblo Navarro.
Aunque la CSU domina la política bávara desde hace décadas, su situación política se ha deteriorado a raíz del auge de Alternativa por Alemania (AFD). El discurso de la nueva formación tiene un carácter más populista y menos institucional, pero toca varios puntos centrales del programa de la CSU: freno a la inmigración ilegal, libertad económica…
En las últimas elecciones generales, la CSU sufrió un duro correctivo por parte de los electores, que aumentaron su respaldo a la emergente AFD. De modo que, a la hora de negociar un acuerdo de gobierno a nivel nacional, los líderes conservadores bávaros saben que deben endurecer su discurso si quieren recuperar los apoyos perdidos. Esta actitud ha supuesto un quebradero de cabeza para Merkel, que estaba acostumbrada a negociar en nombre de la alianza CDU-CSU, pero esta vez ha tenido que pactar todo movimiento con sus socios del sudeste.
Rivales históricos
En paralelo, las negociaciones para formar gobierno planteaban el difícil encuentro de dos partidos tradicionalmente enfrentados. Por un lado, están los liberal-demócratas, liderados por Christian Lindner. Tras quedarse fuera del Parlamento en las anteriores elecciones generales, el FDP volvió a entrar en el Bundestag gracias al discurso desacomplejado y reformista que enarbola su joven líder. Por otro, están Los Verdes, quizá el partido ecologista más influyente del mundo. Creado en 1960, su desempeño político es bastante regular y garantiza un porcentaje de apoyos cercano al 10%.
Los primeros consideran que los segundos son unos hippies alejados de la realidad e incapaces de combinar sus preocupaciones medioambientales con propuestas prácticas que permitan reducir la contaminación sin perder calidad de vida. Los segundos ven a los primeros como unos yuppies que solo se preocupan por defender el capitalismo. En la negociación, Los Verdes han demostrado algo más de cintura, mientras que el FDP ha terminado por levantarse de la mesa, dejando en el aire la situación política del país.
Merkel compareció en la televisión pública del país teutón para referirse al colapso de las negociaciones. Afirmó que "teníamos perfilado un acuerdo muy amplio. Por ejemplo, tres de cada cuatro trabajadores iban a dejar de pagar el impuesto de solidaridad con el que se pagó la reconstrucción y la unificación del país. Teníamos también un pacto casi cerrado en campos como la educación, la protección de datos, la inmigración…".
"No tengo miedo a nada. Mi partido es un partido de estabilidad y de acción, no de caos y de improvisación. Ni se me pasa por la cabeza dimitir. Lo que necesita Alemania es evitar un caos institucional como el que han tenido otros países europeos". Así se manifestó la lideresa teutona a lo largo de la entrevista. En gran medida, su discurso recordó al del presidente de la República, Frank Walter Steinmeier, que insistió el lunes en que los partidos democráticos "deben estar a la altura de las circunstancias".
Como es lógico, la falta de entendimiento entre las distintas agrupaciones ha hecho disparar la preocupación de muchos analistas. ¿Qué puede pasar ahora? Se habla de nuevas elecciones en febrero o marzo de 2018. También se plantea un gobierno en minoría, en el que Merkel tendría solamente un socio de coalición: o los liberal-demócratas o los ecologistas. Otra posibilidad sería una gran coalición con el SPD, pero los socialdemócratas no quieren oír ni hablar de un nuevo pacto con Merkel. Por último, podría reconducirse la situación en el caso de que los liberal-demócratas volviesen a la mesa de negociación, lo que aseguraría el pacto de gobierno planteado inicialmente: CDU/CSU-FDP-Los Verdes.