Corren malos tiempos para el vino. En lo que llevamos de campaña, el mercado vitivinícola español ha sufrido "todo tipo de incidencias climatológicas". Así de contundente se muestra el director general del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), Rafael del Rey, en declaraciones a Libre Mercado.
La campaña 2017-2018 comenzó el pasado mes de agosto y se prolongará hasta finales del mes de julio del año que viene. El punto clave, la vendimia, está a punto de terminar. Después, se empezará a tratar la uva.
Habrá que esperar a diciembre para conocer los datos oficiales, pero las estimaciones de los expertos apuntan a una producción que rondará los 36 millones de hectolitros, "una cosecha corta frente a la media de 42 o 43 millones de otros años", apunta Del Rey. En 2016-2017 nuestro país produjo 42,5 millones.
El director general del OEMV señala a tres factores climatológicos como los responsables de esta caída de la producción:
- Heladas: entre los pasados meses de abril y mayo se produjeron heladas que afectaron gravemente a muchas viñas del norte de España. "Una helada te puede arrasar un valle entero", apunta Del Rey.
- Pedrisco: entre junio y julio se produjeron fuertes tormentas de granizo grueso en gran parte de España que dañaron a los viñedos.
- Sequía y calor: la falta de lluvias unida a las altas temperaturas en lo que llevamos de campaña ha afectado a la maduración de la uva adelantando y acortando la producción. Para Del Rey, esta razón "es seguramente la que más afecta a los grandes números de la cosecha española. Hasta las cuencas hidrográficas del Ebro y del Duero están teniendo problemas de escasez de agua".
Un problema mundial
Pero los efectos de la mala climatología no sólo han golpeado al campo español. Países como Italia y Francia, nuestros principales competidores, también están sufriendo los estragos de esta campaña. Italia, el primer productor del mundo, habría visto reducida su producción un 23%, y Francia, que es el segundo, un 19%. El podio de los productores lo completa España.
Así, según las últimas previsiones de la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea, para la campaña de 2017-2018 se prevé una producción de vino de 145,1 millones de hectolitros en toda la UE, los datos más bajos de las últimas tres décadas, que suponen un 14,4% menos que la campaña pasada.
A nivel mundial, la Organización Internacional de la Viña y el Vino, ha adelantado que la producción alcanzará los 246,7 millones de hectolitros, un 8% menos que un año antes. También, "una de las campañas más escasas de las últimas décadas", aseguran.
El precio
"Hay poco vino y todo el mundo lo está buscando desesperadamente", asegura Del Rey. Y una de las principales consecuencias de esta caída de la oferta será el aumento del precio.
En el caso de España, el director general del Observatorio Español del Mercado del Vino, vaticina que el encarecimiento de este caldo será menor debido a la cantidad de stock procedente del año anterior. Nuestro país ha empezado la campaña con unas existencias de 31,9 millones de hectolitros de vino, un 4% superior a la media de las últimas cuatro campañas, lo que contribuirá a mejorar el equilibro del mercado. "El efecto de una vendimia corta es menos dramático en los lugares y para las bodegas que guardan una mayor cantidad de vino en stock por comercializar, habitualmente una parte importante de vinos envejecidos", explica.
Eso sí, "ya está empezando a notarse sensiblemente el encarecimiento del precio del vino nacional en origen", aunque "no se va a trasladar completamente" al consumidor. "El sector tenderá a suavizar la subida", añade Del Rey. El experto señala que "subida habrá seguramente" para el cliente final "en el primer trimestre del año, que es cuando las cadenas y bodegas renegocian los contratos".
Los vinos que más se encarecerán serán "los más económicos porque tienen menos margen y la bodega no se puede ver pillada entre unas compras caras y unos precios de venta al público baratos si no quiere perder dinero". Para el experto, es más probable que mantengan su precio "los más caros, que suelen ser de cosechas pasadas. Se puede tirar de existencias de añadas anteriores para no desabastecer a los clientes y para limitar el impacto en los precios de venta al público". Sobre cuándo subirá, prefiere no adelantarse.