Casi nadie ha salido indemne de la crisis. Entre 2007 y 2013-14, España ha vivido una de las peores recesiones de su historia. Y eso no se ha reflejado sólo en las grandes cifras macro (PIB, deuda pública, importaciones…) sino también en el bolsillo de sus ciudadanos.
Sin embargo, dentro del escenario general de caída de ingresos y empeoramiento de las condiciones de vida, puede decirse que hay un grupo que ha capeado algo mejor el temporal: los pensionistas y mayores de 65 años. Eso no quiere decir que no haya viudas que apenas puedan llegar a fin de mes con su prestación o que no haya miles de personas cobrando pensiones apenas por encima del salario mínimo. Pero en términos relativos, sí puede decirse que la crisis ha sido algo menos dura con ellos.
Podemos mirar, por ejemplo, al índice Arope con el que el INE y Eurostat miden el riesgo de exclusión social. Ya hemos comentado en otras ocasiones que como indicador de pobreza real no es muy fiable, pero para medir tendencias y movimientos relativos entre grupos de población sí tiene validez.
Pues bien, lo que nos dicen los datos del INE es que entre 2008 y 2015 ha bajado el porcentaje de personas de más de 65 años que está en esta situación (ingresan menos del 60% de la renta mediana nacional o carecen de 4 de los 9 elementos que se estima que definen la carencia material severa o viven en un hogar con "baja intensidad laboral"). Y no ha sido un descenso menor: del 28,7% para las mujeres de más de 65 años y el 22,9% de los hombres de esa edad que estaban en esa situación hace una década hemos pasado al 14,8 y 12,2% respectivamente en 2015.
Mientras tanto, en el conjunto de la población española, esa tasa Arope ha crecido del 25,1% al 28,3% entre las mujeres y del 22,4% al 29,0% entre los hombres en el mismo período de tiempo.
Lo mismo ocurre si miramos los ingresos por persona en función de la edad. Los datos del INE en su Encuesta de Condiciones de Vida apuntan a una mejoría (relativa y en términos absolutos) para los españoles de más de 65 años. En 2008, la renta media por persona (teniendo en cuenta a todos los integrantes de un hogar, tanto los activos como los no activos) ascendía a 10.737 euros, una cifra que se ha mantenido casi sin cambios hasta 2016: 10.708 euros.
Mientras, si sólo miramos al grupo de mayores de 65 años, que en 2008 estaban casi a la par respecto a la media nacional (10.893 euros) ahora superan claramente ese nivel: 12.416 euros de renta neta media por persona para este grupo de edad en 2016 (en esta cifra hay que tener en cuenta que el INE incluye el alquiler imputado, algo que afecta a buena parte de las personas mayores).
Y a qué se debe este enriquecimiento relativo de nuestros jubilados (como siempre, usamos estos términos asumiendo que hay situaciones complicadas o pensiones muy bajas... pero hablamos en términos relativos). Pues fundamentalmente a dos factores: por un lado, la normativa de revalorización de las pensiones les ha favorecido. Sí, tanto con José Luis Rodríguez Zapatero como con Mariano Rajoy hubo un año en el que se congelaron las prestaciones (cada uno a su manera, pero no las revalorizaron según lo establecido en la ley) pero también es verdad que en el acumulado, ha habido más ejercicios en los que las prestaciones han subido por encima de los índices de precios. Ya no. En 2017, la revalorización del 0,25% ya ha provocado una pérdida de poder adquisitivo de los jubilados. Y en 2018, con la inflación claramente por encima de esa cifra (el mes de octubre cerró con un incremento interanual de los precios del 1,6%) volverá a ocurrir lo mismo. De hecho, la AIReF ya alertó de que si no hay nuevas medidas y se mantiene cada año la revalorización del 0,25% (y eso es lo que da el resultado de aplicar el índice tal cual se creó), las prestaciones podrían perder hasta un 7% de poder adquisitivo acumulado hasta 2022 si las previsiones de inflación se cumplen.
Junto al facto de los índices de revalorización, hay otro elemento que ha impulsado las rentas de los mayores de 65 años. La razón es que las nuevas cohortes de jubilados que se han incorporado a la Seguridad Social desde 2008 tienen pensiones mucho más elevadas que las de las bajas por fallecimiento. Esto es lógico: según avanza el tiempo, van llegando al retiro las generaciones con carreras laborales más largas y bases de cotización más elevadas. En la siguiente tabla, puede verse cómo han evolucionado las pensiones medias de las nuevas altas y bajas del sistema. Es lógico, por tanto, que los mayores de 65 años ganen más ahora que en 2008. Aquí hay un efecto estadístico que no siempre se tiene en cuenta: los jubilados de 2016 no son las mismas personas (algunos sí, claro... pero otros muchos no) que los jubilados de 2008.
Generosidad y sostenibilidad
Eso sí, todos estos buenos datos no tranquilizan, ni mucho menos, a los pensionistas españoles. Ni a los presentes, ni a los futuros. Porque aunque su posición relativa haya mejorado algo en estos años, hay una amenaza que se cierne sobre ellos: que sea imposible mantener esas condiciones (de hecho, como acabamos de comentar: la AIReF advierte de que sólo con la aplicación del nuevo índice de revalorización, caerá su poder adquisitivo un 7% de aquí a 2022).
El siguiente gráfico es muy significativo. Está incluido en el informe del FMI sobre las pensiones que comentábamos la semana pasada y muestra la generosidad de los diferentes sistemas de jubilación de los países ricos. Como vemos, la lista se organiza en función de cómo se prevé que serán las prestaciones en 2060 en relación a los salarios medios de la economía. Es decir, no mide valores absolutos, sino el ratio pensión media / salario medio.
España está marcada en rojo y dos cuestiones destacan en nuestro caso: si miramos los triángulos, que reflejan la relación pensión/salario en 2013, estamos en el grupo de cabeza, junto a Grecia, Chipre y Portugal. Nuestro sistema de pensiones es uno de los más generosos del mundo en términos relativos, comparando con los salarios medios de la economía. Sin embargo, si miramos a las barras la cosa empeora bastante. Seguimos por encima de la media, pero muy poco. Y la diferencia entre triángulo y barra es la más grande, lo que quiere decir que la caída de esta ratio (pensión/salario) será la más elevada de entre todos los países europeos.
En este mismo informe, también nos encontramos el siguiente gráfico. Muestra cómo evolucionarán las dos principales ratios para los pensionistas. La tasa de sustitución o reemplazo (relación entre primera pensión cobrada y último salario percibido) y la tasa de beneficio (relación pensión media / salario medio). En ambos casos vemos que, aunque en la UE-28 cae ligeramente la ratio, en España se desploma en los dos casos.
Nada de esto es nuevo, aunque según se actualizan los cálculos, la cosa no sólo no mejora sino que, si acaso, empeora. Como hemos dicho otras veces, esto no quiere decir que las pensiones estén condenadas a perder poder adquisitivo. Si aumentaran mucho los sueldos, incluso unas pensiones medias muy alejadas de los salarios medios del futuro podrían mantenerse en el mismo nivel que las actuales (cuidado: no es fácil, pero al menos hay ese consuelo).
Pero lo que sí es casi inevitable es que caiga la relación pensión media / salario medio. Porque, a no ser que haya una entrada masiva de inmigrantes (hasta 10 millones en edad de trabajar serían necesarios según la AIReF), se va a desplomar el número de trabajadores respecto al de jubilados:
- Si ahora mismo hay dos trabajadores por pensionista (y más o menos esa es la ratio) y por cada trabajador se dedica el 25% de su coste laboral total al pago de cotizaciones para pensiones. La pensión media será igual al 50% del sueldo medio (cada trabajador aporta su 25%).
- Si en 2040-2050 sólo hay un trabajador por pensionista (y en esa dirección vamos) y sigue dedicando el 25% de su coste laboral al pago de cotizaciones… por fuerza es evidente que la pensión media será más/menos igual al 25% del sueldo medio.
En estos datos hay que tener en cuenta que no todas las pensiones son iguales. Cuando pensamos en pensionistas nos imaginamos un jubilado del régimen general. Pero hay pensiones de viudedad, orfandad, incapacidad… Y hay regímenes como el de autónomos, del mar… Por eso las cifras oficiales dicen que la pensión media es un 50% del sueldo medio, aunque la prestación por jubilación media es muy superior a esa cifra. Hace unos meses Fátima Báñez presumía de que las nuevas altas del régimen general cobraban el equivalente al 93% del salario medio.
Los próximos pobres
El panorama no es especialmente alentador y apunta a un choque abrupto con la realidad. Los jubilados de 2035-40, que confían en tener unas condiciones relativas como las de sus padres, se encontrarán con un descuento importante respecto a sus expectativas. Viendo las gráficas del FMI habrá quien piense que no es tan grave. Porque al final, lo que va a ocurrir es que la tasa de sustitución y la tasa de beneficio van a igualarse con las que se registran en los países más ricos de la UE.
Y es cierto que recortar la generosidad del sistema es casi inevitable, porque ahora mismo el pago de este tipo de prestaciones supone mucho más en España que en los países de su entorno, un coste que se refleja en la competitividad de sus empresas y trabajadores. El problema, como hemos dicho en otras ocasiones, es de información y expectativas.
Los pensionistas de 2015-2020 puede decirse que han sido los ganadores de la crisis. Si hay un grupo de edad que ha mejorado su situación relativa desde 2005 ése es el de los mayores de 65 años. Y puede haber quien piense que esa situación se estabilizará, que los jubilados serán los nuevos ricos en España, con prestaciones casi iguales a los sueldos medios y, además, con la ventaja de tener una casa ya pagada.
El problema es que ésa es una situación coyuntural. Las generaciones que vayan abandonando el mercado laboral a partir de 2030 comenzarán a ver un recorte en su primera pensión (por el Factor de Sostenibilidad que comienza a aplicarse el año que viene y que tiene unos efectos acumulativos) y porque el nuevo Índice de Revalorización irá limando sus prestaciones un poquito cada año. No hay más que ver la dirección de las líneas del último gráfico del FMI. Así, sin saberlo, ese grupo de edad se puede convertir en el de los próximos pobres a 15-20 años vista. Se acabó el pensionista que cobra el sueldo medio. Sí, con suerte vivirán en un país más rico. Pero (con suerte) su prestación será como mucho como la de sus padres en términos absolutos, muy alejada de sus ingresos previos a la jubilación.
Y todo esto sin red de seguridad. Porque aquí está la gran diferencia con Europa: en las tasas de ahorro a medio y largo plazo. Salvo en vivienda, los españoles ahorran poco y mal. El porcentaje de ingresos que los jubilados de nuestro país recibe de la Seguridad Social está entre los más elevados de la UE. En la mayoría de los países de nuestro entorno son comunes dos amortiguadores importantes: ahorro privado y una pata de capitalización en el sistema público (a través de planes empresariales, sectoriales, ahorro obligatorio dirigido por el Estado…). De lo segundo no hay noticia en España. Y el ahorro privado (planes de pensiones o fondos de inversión) permanece en unos niveles muy bajos respecto a otros países ricos. Quizás cuando se intente poner remedio, ya sea tarde. Hace falta tiempo, esfuerzo y convicción para crear una bolsa de ahorro que de verdad sirva para una jubilación que, nos dicen todos los expertos, cada vez será más larga. La primera piedra no está puesta y está por ver si alguno de los partidos españoles está dispuesto a ponerla.