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El empleo temporal repunta por el auge de la construcción

Andalucía, Extremadura y Murcia se sitúan a la cabeza en tasa de temporalidad.

Andalucía, Extremadura y Murcia se sitúan a la cabeza en tasa de temporalidad.

El elevado peso de los contratos temporales es uno de los principales problemas del mercado laboral en España. Afecta negativamente a la formación y experiencia del empleado y, en consecuencia, en su rendimiento o productividad.

La temporalidad en el mercado laboral español no sólo es elevada como veremos a continuación,, sino que, además, repunta en los últimos años coincidiendo en el tiempo con la fase recuperación laboral. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) que elabora el INE, en 2013 la tasa de temporalidad era del 23% del total de asalariados, mientras que en la actualidad es del 27%. Si además se suma a dicha tasa los contratos fijos discontinuos -aquellos que forman parte de la plantilla, pero sólo desarrollan su actividad en la empresa una parte del año-, dicha tasa aumenta hasta el 29%.

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En la Unión Europea la temporalidad es históricamente de unos diez puntos porcentuales más baja que en España y, además, crece a un menor ritmo, por lo que el diferencial se ha incrementado en medio punto porcentual entre 2013, cuando marcó el mínimo, y 2016, cuando la tasa española prácticamente dobla a la del promedio europeo.

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Construcción y regiones del sur

¿Qué características tiene la temporalidad? Por rama de actividad, y al margen del sector primario (agricultura, ganadería, etc.), cuya tasa supera el 60%, las actividades con mayor temporalidad son, por este orden, la construcción, la hostelería y el ocio un 43%, 39% y 38%, respectivamente.

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Esas ramas tienen tasas de temporalidad por encima de la media, consecuencia de la estacionalidad de sus actividades o de la propia ejecución de la obra en el caso de la construcción. Pero en este último caso la tasa en España es más del doble que la media europea. En el caso de la hostelería se produce más un efecto composición: al pesar bastante más el empleo de esa rama en España, tiene una mayor incidencia que en el resto de la UE.

Asimismo, si se observa la contribución por actividad al crecimiento del empleo y de la temporalidad, la construcción y la sanidad tienen una mayor contribución relativade contratos temporales que de creación de puestos de trabajo. En el caso del ladrillo, concentra el 14% de los contratos temporales generados desde el inicio de la recuperación, pero apenas un 8% del empleo total creado.

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Por otro lado, la temporalidad es mayor en las comunidades del sur, como Andalucía, Murcia, Castilla La Mancha o Canarias, cuyas tasas superan el 30%.

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En estos cuatro casos, existe un efecto composición por el tipo de actividad. En Andalucía, Extremadura y Murcia, el peso de la agricultura sobre la media nacional es de 5, 8 y 11 puntos superior, respectivamente. En el caso de Canarias, el elemento diferencial son actividades como la hostelería y el comercio, cuyo peso es de 16 puntos mayor que la media.

Indefinidos y temporales duran cada vez menos

Otra característica de la recuperación laboral es el decreciente número de años en el puesto de trabajo. Entre los contratos indefinidos -excluidos los de larga duración de seis o más años-, la duración media en 2013 era de más de tres años -casi 40 meses-, mientras que en la actualidad es menos de tres años -33 meses-. En los temporales, la duración también es cada vez menor y ha pasado de 16 a 13 meses de media.

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En el caso de los contratos temporales, su cada vez menor duración es una mala noticia dado que no sólo crece la temporalidad, sino que, a efectos del cálculo de la EPA, un asalariado temporal está compuesto cada vez por un mayor número de contratos temporales.

En cuanto a los contratos indefinidos, el descenso en la duración media debe analizarse conjuntamente con los de duración de seis años o más. Por un lado, crece el peso de los contratos de entre uno y tres años y baja el de entre tres y seis. Por el otro,el peso de los de seis o más años ha dejado de crecer. Estos datos pueden indicar que cada vez una mayor proporción de los contratos se queda en los tres años, por lo que desciende el peso de los que tienen entre tres y seis, dado que con el tiempo acaban siendo de seis o más, mientras que estos últimos nos crecen dado que una parte pasa, posiblemente, a la jubilación.

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En definitiva, el sector de la construcción, con una tasa muy por encima de la europea, es un elemento clave a la hora de explicar el repunte de la temporalidad. Su crecimiento no hace sino agudizar la dualidad del mercado laboral español en forma de un mayor peso de los contratos temporales precarios.

Por el contrario, si bien todavía siete de cada diez asalariados con un contrato indefinido llevan seis o más años en la empresa, su peso se ha estabilizado y, más recientemente, desciende de manera moderada. Dada la mayor presencia de trabajadores con menos de tres años, el peso de los asalariados con mayor antigüedad descenderá previsiblemente a corto y medio plazo, por lo que otro de los factores de dualidad laboral, que es la notable bolsa de trabajadores indefinidos con menores incentivos a cambiar de empleo o a ser despedidos, puede perder intensidad en el futuro a favor de una mayor flexibilidad del mercado.

El asalariado español tiene una antigüedad superior a la media europea si se mide tanto el número de años en el puesto como el peso de los de mayor antigüedad sobre el total. Con el incremento de la temporalidad y el descenso de la duración media de los indefinidos es posible que converja a la media. La primera circunstancia es negativa, la segunda, probablemente, positiva.

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