El pasado mes de mayo, el Partido Popular de Austria (ÖVP) eligió como nuevo líder al joven Sebastian Kurz. A sus 31 años, el joven ministro de Asuntos Exteriores tomó las riendas de la formación conservadora con el objetivo de dar un auténtico golpe en la mesa. Alteró los estatutos del partido, renovó a todos los altos cargos, cambió el negro por el turquesa como color de la derecha austriaca y anunció su voluntad de alejarse de la política de pactos con el Partido Socialdemócrata (SPÖ).
En apenas semanas, su alejamiento del SPÖ preparó el camino para la convocatoria de elecciones. Kurz concurrió a las mismas con una candidatura denominada "Lista Kurz-Nuevo Partido Popular". Su mensaje central: un programa que combina restricciones a la entrada de refugiados con medidas económicas de corte liberal.
Hace poco más de cuatro años, en septiembre de 2013, el SPÖ resultó triunfador de las Elecciones Generales. Los socialdemócratas lograron el 26,8% de los sufragios, frente al 24% del ÖVP. Detrás de los conservadores apareció la derecha populista del FPÖ, que se anotó un 20,5%. Los Verdes cosecharon un resultado histórico, aupándose al 12,4%. Pero el "efecto Kurz" ha cambiado por completo el mapa político, tal y como certifican las encuestas a pie de urna.
Según la exit poll de la televisión pública ORF, Kurz ha llevado al ÖVP al 31,5%, mientras que ha logrado el 27,1% de los votos y el FPÖ ha subido hasta el 25,9%. Algo similar apunta la casa de encuestas SORA, que asigna a Kurz el 30,2% de los votos, por delante del 26,8% del FPÖ y el 26,3% del SPÖ.
El futuro económico de Austria
El vencedor de la cita electoral propone en materia económica un recetario liberal pensado para traer el voto de las clases medias. Entre sus promesas, reducir el peso del Impuesto sobre la Renta y rebajar la presión fiscal empresarial. En la actualidad, el IRPF tiene una exención general para los primeros 11.000 euros de ingresos. A partir de dicho umbral, hay tres tasas: 36,5% para trabajadores con rentas menores de 25.000 euros, 43,21% para asalariados que cobran menos de 60.000 euros y 50% para ocupados con ingresos anuales por encima de los 60.000 euros. En cuanto al Impuesto de Sociedades, el tipo de referencia es un 25%.
Sebastian Kurz también ha cargado las tintas contra el aumento de la deuda pública ocurrido en los últimos años y se ha comprometido a presentar un programa estructural de consolidación del gasto que permita reducir el pasivo de las Administraciones Públicas austriacas. Ahora mismo, las obligaciones del Tesoro austriaco rondan el 85% del PIB, frente al 68% observado antes de la Gran Recesión.
También está encima de la mesa una iniciativa de revisión y reducción progresiva de la subvenciones. "Ya tenemos suficientes ingresos. Nuestro problema es el gasto, donde hay un exceso de burocracia y muchos programas de ayudas sociales que están mal diseñados y deben ser revisados", ha declarado Kurz.
¿Cómo se plasmará esta iniciativa? Según el vencedor de los comicios que se acaban de celebrar, los programas de gasto social serán revisados para endurecer las condiciones de acceso a los mismos y evitar que la generosidad del Estado del Bienestar se traduzca "en un imán para la llegada de más inmigrantes" o en un incentivo para que los propios ciudadanos austriacos "opten por no trabajar y vivir de las ayudas del estado".
La falta de concreción de las propuestas del programa del ÖVP ha hecho que algunos observadores asuman con cierto escepticismo el programa económico del futuro jefe de gobierno. El manifiesto electoral de Sebastian Kurz no llega a los veinte folios, de modo que esta crítica parece razonable. Sin embargo, también hay muchos analistas que esperan que el fulgurante ascenso político del nuevo líder de la derecha austriaco sirva como acicate para aplicar reformas económicas de calado.