Desde hace pocos años los drones han estado en primera plana de los aparatos electrónicos, tanto a nivel profesional como de ocio. Ya fuesen mini helicópteros y drones de Distria o aparatos de alta tecnología para sobrevolar un campo de minas, lo cierto es que se pusieron muy de moda durante un tiempo.
Pero no es que ya no lo estén, sino que se ha normalizado su existencia. Siguen evolucionando sus funciones en los dos ámbitos y se van asentando como aparatos cada vez más cotidianos, como quien tiene un coche radiocontrol.
Gracias precisamente a sus avances, mini helicópteros y drones pueden usarse por control remoto para diferentes propósitos y, aunque no tengan ya el foco de atención, lo cierto es que cumplen en muchos casos una labor muy importante.
Ocio, el uso más habitual
Los drones menos sofisticados y más accesibles al mercado de consumo tienen una labor de entretenimiento. Volar con ellos y dominar el arte de pilotarlos haciendo piruetas es un pasatiempo propio de los amantes de la conducción y el aire. Pero también se usan en viajes para captar instantáneas aéreas únicas o en eventos, para obtener una imagen de los asistentes desde otro punto de vista. Como curiosidad, los drones siguen tan de moda que incluso están empezando a usarse en acontecimientos como las bodas, para que los novios tengan un recuerdo más original de su día.
Fue por 2015 cuando surgió el boom de los drones y empezaron a estandarizarse. Ahora se venden en casi cualquier juguetería o tienda de electrónica y existen con un rango de precio muy amplio. Los hay con cámara que graba imagen y vídeo y hasta con conexión bluetooth para controlarlos desde el móvil.
Sin embargo, este auge se topó con la legislación que quiso salvaguardarse de una moda en crecimiento y tal vez por eso, se frenara tanto su encanto. En España, los drones voladores están prohibidos por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea y se necesita un permiso especial para utilizarlos. Este mandato sólo afecta a aquellos aparatos que se usen con fines profesionales o comerciales, no a los drones y helicópteros usados para el ocio. Es decir que, tener un minidron para volar controlado desde el móvil no se considera un dron como tal, sino un juguete.
Otros usos que se dan a los drones, y por ello no hay normativa tajante sobre su uso y existen permisos reguladores, son los fines humanitarios y de salvamento. Sin duda, esta es la aplicación de la tecnología más noble, ya sea de mini helicópteros y drones o de cualquier otro invento. Llegar a sitios a los que una persona no puede acceder para buscar supervivientes, sobrevolar un campo de minas, adentrarse en incendios o inundaciones… Permite inspeccionar a los cuerpos cualificados el terreno y poder actuar en consecuencia sin poner a nadie en peligro.
Menos noble es que en pleno siglo XXI, aún se aplica la tecnología en la guerra y el espionaje. Los primeros drones fueron construidos por el ejército y usados como armas hace décadas, por ello, aún pueden considerarse peligrosos usados con este fin.
Pero que no pesen los usos negativos sobre todas las ventajas que ofrece un dispositivo electrónico. Los mini helicópteros y drones son capaces de llegar donde nadie más puede. Aquellos rincones de la naturaleza peligrosos de explorar o inalcanzables, son más accesibles gracias a los drones que captan imágenes y sonido.