Desde su creación en 1971, el Foro Económico Mundial se ha convertido en uno de los clubs más influyentes de Europa. Su reunión anual, celebrada en la localidad suiza de Davos, reúne a los políticos, empresarios y economistas más influyentes del momento. De aquellas cumbres nació la idea de elaborar un Índice Global de Competitividad, un estudio centrado en medir el dinamismo de las distintas economías del mundo.
Hace una década, en el informe para 2008-2009, España ocupaba el puesto 27 del ranking, con una nota de 5,34 puntos sobre un máximo de 7. Desde entonces, el impacto de la Gran Recesión ha golpeado la calificación recibida por nuestro país. En el documento de 2009-2010, España cayó al puesto 33, con una nota de 4,59 puntos. Un año después, en el informe para 2010-2011, la Vieja Piel de Toro toca fondo, hundiéndose hasta el escalón número 42 de la tabla, con un resultado de 4,49 puntos.
Conforme la crisis ha ido remitiendo, el resultado de nuestro país ha mejorado levemente. España se mantuvo en el puesto 36 en los informes de 2011-2012 y 2012-2013, obteniendo una calificación de 4,54 y 4,60 puntos. En los documentos de 2013-2014, 2014-2015 y 2015-2016, España se quedó en el puesto 35, con notas de 4,57, 4,55 y 4,59 sobre 7. Para 2016-2017, el informe elaborado por el Foro Económico Mundial aupó a nuestro país al puesto 33, con un resultado de 4,68 puntos.
¿Y qué ha ocurrido en la nueva entrega del Índice Global de Competitividad, correspondiente al ejercicio 2017-2018? Resulta que España pierde un escalón, hasta caer al puesto 34 del ranking, pero su calificación logra un nuevo aumento, hasta llegar a los 4,70 puntos. Es, por tanto, el mejor resultado obtenido por España desde el año 2008, cuando nuestro país recibió 5,34 puntos.
Asignaturas pendientes
El informe elaborado por el Foro Económico Mundial contempla doce pilares de estudio. Algunos dejan a España muy bien parada, pero otros revelan las carencias de nuestra economía en términos de competitividad. Pero, para entender mejor la nota recibida por nuestro país, vayamos por partes:
- El primer pilar se refiere a las instituciones. Aquí se evalúan cuestiones como la protección de los derechos de propiedad, la ausencia de corrupción, la seguridad, la eficiencia del sector público… La nota recibida por España es de 4,1 puntos sobre 7, lo que nos deja en el puesto 54 de esta subcategoría.
- El segundo pilar está consagrado a las infraestructuras. Por un lado, se consideran los servicios de transporte que brinda cada país. Por otro lado, se pondera la accesibilidad de la energía. En suma, España logra una nota de 5,9 puntos sobre 7, suficiente para ocupar el puesto 12 de esta subcategoría.
- El tercer pilar se refiere al entorno macroeconómico. Esta métrica considera la estabilidad presupuestaria, la tasa de ahorro nacional, la inflación, la deuda pública, el rating crediticio de cada país… España logra anotarse 4,4 puntos sobre 7, lo que nos sirve para encaramarnos al puesto 90 de la lista.
- El cuarto pilar evalúa el acceso a la salud y a la educación básica. En lo primero, España obtiene la mejor calificación posible (7 puntos sobre 7), mientras que en lo segundo recibimos una nota de 5,6 puntos. Tomando ambas categorías, España aparece en el puesto 32 de esta subcategoría, con una evaluación de 6,3 puntos sobre 7.
- El quinto pilar se ocupa de la educación superior. España destaca por su amplia oferta formativa (7 puntos sobre 7), pero sale peor en lo tocante a la calidad de esa educación superior (4,5 puntos sobre 7). También perjudica nuestra nota el mal resultado que recibe la formación en el trabajo (4,1 puntos sobre 7). Al final, esta subcategoría se salda con una nota de 5,2 puntos sobre 7, que nos relega al puesto 28.
- El sexto pilar está centrado en el mercado de productos. Para completar este análisis, se considera el grado de competencia vigente en la economía (4,7 puntos sobre 7) y también la sofisticación de la demanda (4,2 puntos sobre 7). En resumen, España logra 4,5 puntos sobre 7, de modo que aparece en el puesto 49.
- El séptimo pilar evaluado por Davos es el mercado de trabajo. Esta categoría incluye un análisis de flexibilidad laboral (4,3 puntos sobre 7) y un estudio del uso eficiente del talento humano (4,1 puntos sobre 7). En total, España logra 4,2 puntos, lo que nos deja en el número 70 de la lista.
- El octavo pilar tiene que ver con el mercado financiero. Aquí se analiza el acceso a crédito, la penetración del capital riesgo, la solidez de las entidades financieras… España obtiene una nota de 4,0 puntos sobre 7, de modo que ocupa el puesto 68 de esta subcategoría.
- El noveno pilar está vinculado a la preparación tecnológica de la economía. En este punto se considera por un lado el grado de adopción de nuevas tecnologías y por otro lado la penetración de internet entre la población. España logra 5,7 puntos sobre 7, suficiente para auparse al número 28 del ranking.
- El décimo pilar tiene que ver con el tamaño del mercado. Esto implica medir la dimensión de la economía nacional pero también el peso de las importaciones y exportaciones, que internacionalizan el PIB español. Nuestro país logra 5,4 puntos sobre 7 y ocupa el escalón 17 del subíndice.
- El undécimo pilar está ligado a la sofisticación empresarial. Esta subcategoría considera el grado de competencia, las cadenas de valor, el grado de recurso al marketing y otras variables de gestión. España obtiene 4,6 puntos y se encarama al puesto 29 de esta lista.
- El duodécimo pilar tiene que ver con la innovación. Para establecer el resultado de cada país se mide el papel que juegan las empresas y las universidades en el impulso del I+D, así como el rol del gobierno, las aplicaciones de patentes, etc. La nota recibida por España es de 3,7 puntos sobre un total de 7, lo que nos deja en el número 42 de esta subcategoría.
Con estas calificaciones podemos desglosar mejor el resultado final que obtiene España. Como muestra la siguiente estrella de competitividad, nuestro país puede compararse favorablemente con Europa y Norteamérica en campos como las infraestructuras, el acceso a salud y educación básica, la educación superior, la adaptabilidad tecnológica, el tamaño de mercado y la sofisticación empresarial. Sin embargo, tenemos una brecha negativa en cuanto a las instituciones, el entorno macroeconómico, el mercado de productos, el mercado de trabajo, el mercado financiero y la innovación