La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) elabora un Índice de Descentralización Fiscal que mide el porcentaje de recursos tributarios controlado por las instancias regionales y locales del Estado. Según el informe, España es el país de la Eurozona con más gasto en manos de regiones y ayuntamientos.
En cabeza de la lista aparece Canadá. El país norteamericano está a la cabeza de la OCDE en descentralización fiscal. El 39,7% de sus recursos tributarios va a parar a las arcas de las provincias, equivalentes a nuestras comunidades autónomas, mientras que el 9,7% va a parar a los presupuestos municipales.
Suiza aparece en el segundo lugar de la tabla. El pequeño país alpino se caracteriza por su pronunciada descentralización política y económica. De acuerdo con la OCDE, el fisco de los cantones helvéticos controla el 24,2% de los ingresos tributarios, mientras que el 15,2% queda en manos de los ayuntamientos. En total, las instancias no nacionales manejan el 39,4% de la recaudación.
Estados Unidos completa el podio, con el 36,8% de su gasto en manos de los gobiernos estatales y locales. Los territorios de la Unión, que cuentan con una notable capacidad de legislación, manejan recursos equivalentes al 20,9% de la recaudación fiscal total, mientras que los ayuntamientos controlan el 15,9%.
A continuación nos topamos con Suecia, donde la descentralización no contempla administraciones regionales, sino que simplemente se vuelca hacia los gobiernos municipales. Frente al 64,3% de los recursos tributarios que maneja el Ejecutivo nacional, las corporaciones locales controlan el 35,7% restante.
El quinto lugar de la lista es para España, que además es el primer país de la Eurozona en el ranking. Según los datos de la OCDE, el 32,7% de nuestros ingresos fiscales está ligado a las instituciones regionales y locales: un 23,1% a las comunidades autónomas y un 9,6% a los ayuntamientos. Se cae, por tanto, el "mito" del separatismo catalán que presenta a España como un país con escasa descentralización fiscal.
El Índice de la OCDE deja a nuestro país por delante de Alemania (29,3%), Dinamarca (26,7%), Islandia (26,6%), Japón (25,2%) o Finlandia (23,2%). Fuera del top diez aparecen Australia (18,7%), Corea del Sur (16,3%), Italia (15,9%), Estonia (13,3%), Francia (13,1%), Polonia (12,5%), Noruega (12,1%), Eslovenia (10,9%), Bélgica (10,4%) o Turquía (8,8%).
En las últimas posiciones figuran los países con un modelo más centralista: Israel (7,6%), Nueva Zelanda (7,3%), Chile (6,6%), Portugal (6,6%), Hungría (6,5%), Austria (4,8%), Reino Unido (4,8%), Luxemburgo (4,7%), Grecia (3,7%), México (3,6%), Países Bajos (3,6%), Irlanda (3,3%), Eslovaquia (2,9%) y República Checa (1,2%).
De modo que el informe de la OCDE deja a España al nivel de Alemania y claramente por delante de Reino Unido, Francia o Italia, tumbando los argumentos del independentismo catalán y confirmando que nuestro modelo fiscal otorga un peso notable a los gobiernos regionales y locales.
Las carencias del sistema español
Aunque sí las comunidades sí tienen mucho peso, el modelo español no es, ni mucho menos, perfecto. Libre Mercado ya ha explicado en distintas ocasiones que la clave para mejorar los incentivos del sistema de financiación pasa por descentralizar conjuntamente las tareas de gasto y recaudación. Esto supone extender un modelo similar al vigente en País Vasco y Navarra, dos territorios donde ha quedado demostrado que esa descentralización de gasto e impuestos alienta un clima de mayor responsabilidad fiscal, con menos impuestos, menos déficit y menos deuda.
Sin embargo, la conversación no va por estos derroteros y las propuestas de reforma de la financiación regional contemplan una reforma que no alteraría por completo el statu quo o la aprobación de un "pacto fiscal" preferencial para Cataluña, que perjudicaría al resto de comunidades. De modo que no parece que el debate sobre la descentralización se vaya a dirimir de forma satisfactoria.
Mientras se concreten estos posibles cambios, la clave para interpretar las quejas de los separatistas catalanes radica en las balanzas fiscales. Como ha explicado Domingo Soriano, Cataluña es aportadora neta al resto de regiones, con un saldo negativo de 1.317 euros per cápita. Pero esto no significa que la autonomía gobernada por PDECat y ERC sea la peor parada: en Baleares, la aportación es de 1.373 euros por habitante, mientras que en Madrid asciende a 2.979 euros por persona. De nuevo, las cifras de las balanzas fiscales permiten matizar la demagogia que rodea la campaña del 1-O.
Por otro lado, no está de más recordar que, en clave regional, las balanzas fiscales de Cataluña muestran que Barcelona aporta el 82% de los ingresos regionales pero solo recibe el 65% del gasto aprobado por la Generalidad. De modo que el separatismo no parece tener mucha legitimidad a la hora de poner en duda que, en un sistema como el nuestro, un territorio rico terminará aportando más a la caja común.