A finales de abril, Donald Trump puso encima de la mesa una ambiciosa propuesta de reforma fiscal que terminó en la papelera por la falta de apoyos en el seno del Partido Republicano. Aunque no pocos legisladores recibieron de buen grado el documento de la Casa Blanca, la falta de concreción y las dudas sobre el impacto de la propuesta en los objetivos estabilidad presupuestaria terminaron sepultando los planes de Trump.
Pero el presidente de Estados Unidos ha aprovechado el verano para acercarse a los mismos parlamentarios que no terminaron de apoyar su anterior propuesta. Hace algunas semanas, un grupo de legisladores republicanos con influencia en la Cámara y el Senado se reunieron en el rancho de Ronald Reagan para estudiar cómo desbloquear la situación y sacar adelante una reforma fiscal de calado.
La Casa Blanca tomó nota de las conclusiones de aquella reunión de trabajo informal y ahora vuelve a poner encima de la mesa una nueva propuesta. Los puntos clave del documento que ha elaborado el gabinete Trump son los siguientes:
- En el Impuesto sobre la Renta, se simplifica de siete a tres el número de tramos: 12%, 25% y 35%. Trump deja la puerta abierta a un recargo adicional aplicado a las rentas más altas. El tipo efectivo de estos contribuyentes podría mantenerse en el 39% si los parlamentarios optan por introducir este mecanismo, con el que Trump se ha mostrado conciliador hacia los republicanos menos liberales.
- También en el Impuesto sobre la Renta se plantea un aumento de las deducciones familiares (que se duplicarían de 12.000 a 24.000 dólares en el caso de un matrimonio medio) y una subida en los gastos por hijo que se pueden descontar del pago final de impuestos. Trump pone el acento en ayudar a las familias para acercarse a las clases medias y al ala conservadora de su partido.
- El resto de deducciones desaparecería: solamente quedarían en pie los incentivos fiscales que permiten reducir el pago del Impuesto sobre la Renta por los gastos de hipoteca, las donaciones caritativas, el pago de estudios superiores o las aportaciones a planes de jubilación.
- Elimina el Impuesto de Sucesiones,descrito por el documento de la Casa Blanca como un tributo "injusto" que, según la Administración Trump, constituye un "Impuesto a la Muerte" y contribuye a generar una mayor complejidad fiscal. La escasa recaudación total que genera este gravamen hace viable su abolición a corto plazo.
- En lo tocante al Impuesto de Sociedades, se plantea una tasa del 25% aplicada a las pequeñas y medianas empresas, mientras que los grandes grupos pagarían un 22,5%. Este tratamiento regresivo y diferenciado puede despertar críticas, ya que las compañías de mayor tamaño tendrían una factura fiscal más reducida que el resto de empresas.
- En las normas del Impuesto de Sociedades, se introduce la deducción inmediata de las reinversiones empresariales. Además, se plantea una tasa reducida para los beneficios obtenidos en el extranjero, que hoy no regresan a Estados Unidos por el gravamen que se impone a la repatriación de estas rentas.
Trump defiende la propuesta
A lo largo de un acto en Indiana, Trump apuntó que "Estados Unidos no puede despegar si no reformamos drásticamente el código fiscal. Las normas tributarias están desfasadas, son muy complejas e imponen unas cargas excesivas. Estas regulaciones deben pasar a la historia, hay que cambiarlas, necesitamos competir con otros países con un marco más atractivo".
Por parte de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, la propuesta ha sido definida como "una buena noticia para las familias y las empresas americanas. Las familias necesitan llegar a fin de mes con menos estrecheces. Las empresas requieren un empujón para aumentar su tamaño y crear más empleo. En esa dirección van las nuevas normas fiscales que se han puesto encima de la mesa".