Las simplificaciones nunca son buenas, y en un fenómeno tan complejo como el del yihadismo menos aún. Los atentados acaecidos en Barcelona la semana pasada han vuelto a reabrir el eterno debate acerca de las posibles causas de dichos ataques. No en vano, ¿cómo es posible que un grupo de jóvenes marroquíes que, en teoría, estaban integrados en su comunidad hayan podido cometer semejante barbaridad?
El argumento fácil y, por ello, más extendido en esta materia es que la pobreza y la marginación social son el caldo de cultivo idóneo para la captación de nuevos combatientes dispuestos a morir por un ideal, en este caso religioso. De hecho, esta es la principal razón que arguyen numerosos analistas y políticos, especialmente de izquierdas, para responsabilizar también de estas atrocidades a Occidente por no haber hecho lo suficiente para garantizar la integración económica y social de estos colectivos. Pero tanto en este caso como en muchos otros la realidad es muy distinta. Los estudios disponibles desmontan este manido discurso.
Zeeshan ul-hassan Usmani, analista de big data en PredictifyMe, estudió en detalle el perfil de los reclutas del ISIS en Europa y el resultado fue que, lejos de pertenecer a clases bajas, los que deciden sumarse al yihadismo son propensos a ser gente educada y a provenir de familias de clase media o alta, en línea con las conclusiones que arrojan otros informes que también incluyen a EEUU, como es el caso The ISIS Twitter Census, de la Institución Brookings, o ISIS in America de la Universidad George Washington. Entre otras características comunes, destacan las siguientes:
- Son jóvenes, con una edad media de 26 años.
- Son hombres (86%)
- De clase media o alta (73%)
- De segunda o tercera generación de inmigrantes, en su mayoría.
Asimismo, otro reciente estudio elaborado por The International Centre for Counter-Terrorism sobre más de 50 atentados islamistas acaecidos en países occidentales entre diciembre de 2014 y el pasado junio reveló, entre otros datos, que el 73% de los terroristas eran nacionales o residentes permanentes, frente a la escasa proporción de refugiados o inmigrantes ilegales.
Igualmente, llama la atención que el mayor número de reclutas yihadistas per cápita se concentre en los países del centro y el norte de Europa, como es el caso de Suecia, Austria o Dinamarca, a pesar de los numerosos programas de integración y los generosos sistemas asistenciales que ofrecen a inmigrantes y colectivos con bajos ingresos en comparación con los gobiernos del sur. Según estos expertos, "se puede decir con seguridad que una gran cantidad de evidencias han refutado la existencia de un vínculo claro y lineal entre pobreza y terrorismo".
Y no son los únicos. Otro extenso informe elaborado en 2007, bajo el título Evidence about the Link Between Education, Poverty and Terrorism among Palestinians, demostró que casi el 60% de los terroristas palestinos poseía el diploma de educación secundaria frente al 15% del resto de la población, mientras que el Banco Mundial analizó los perfiles de 331 reclutas de Estado Islámico y encontró que el 69% también tenía estudios secundarios y, dentro de estos, el 25% incluso un título universitario, por citar tan sólo algunos análisis sobre la materia.
El yihadismo en España
Los terroristas que operan en España tampoco se alejan mucho de este perfil. El informe Estado Islámico en España, elaborado por el Real Instituto El Cano, donde se analizan las características de los detenidos puestos a disposición judicial desde 2013 por actividades relacionadas con ISIS, arroja las siguientes conclusiones:
- El 83,1% son hombres y en una amplia mayoría de los casos también jóvenes, con una edad media de 31,6 años; el 66,7% estaban casados y, de estos, una amplia mayoría tenía hijos, una media de dos.
- El 45,3% tienen nacionalidad española, el 41,1% son de nacionalidad marroquí y el resto, uno de cada 10, corresponde a un conjunto de individuos con hasta 15 otras nacionalidades distintas. En cualquier caso, el 45,6% del total ha nacido en Marruecos, el 39,1% en España y sólo un 15,3% en esos otros terceros países.
- El 51,7% de los residentes detenidos son inmigrantes de primera generación y el 42,2% corresponde a las segundas generaciones, principal, pero no exclusivamente, descendientes de inmigrantes llegados desde Marruecos
- El 64,8% vivían en ciudades de entre 50.001 y 500.000 habitantes, de modo que el fenómeno de la radicalización tiende a concentrarse en áreas urbanas de tamaño medio. "En conjunto, algo más de una cuarta parte fueron detenidos y residían en once localidades de la provincia de Barcelona", recuerda el informe.
- Un 86,1% son musulmanes de origen, mientras que el restante 13,9% se trata de conversos al islam.
- Además, ya se trate de musulmanes de origen o de conversos, tan sólo el 11% posee un conocimiento relevante del credo religioso y de su ley, en tanto que se trataría de un conocimiento elemental para el restante 89%.
- Un 59% posee estudios secundarios, duplicando al colectivo de estudios primarios, y un 10,3% tiene incluso formación universitaria.
- Hay tres veces más individuos con empleos que por sus características corresponden a "sectores de clase media" que individuos con empleos que por su naturaleza cabe adscribir al sector de las clases bajas. En relación con los primeros, destacan los propietarios de locales comerciales u otro tipo de negocios, así como los individuos que desempeñaban ocupaciones en el ámbito de la hostelería -desde cocineros y camareros hasta recepcionistas de hotel-. Mecánicos, electricistas, peones, reparadores y limpiadores son los empleos más frecuentes respecto a los segundos.
- De hecho, la tasa de actividad económica de los detenidos se situaba en el 74,5% a mediados de 2014, unos 16 puntos porcentuales por encima de la media española.
- Entre quienes carecen de ocupación conocida (16,6%) es habitual la recepción de ayudas públicas y/o la obtención de ingresos mediante la pequeña delincuencia, sobre todo tráfico de hachís.
- Hasta cuatro de cada 10 detenidos tenían antecedentes penales de algún tipo, especialmente por delitos de delincuencia común.
Motivación ideológica
Así pues, los datos demuestran que la supuesta vinculación entre marginalidad y terrorismo no es el origen de este fenómeno, puesto que la mayoría de los yihadistas, tanto en España como en el resto de países occidentales, poseen estudios y pertenecen a clases medias. La respuesta, por tanto, es mucho más compleja y tiene que ver más con la ideología que con las condiciones socioeconómicas de los terroristas.