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Los okupas toman el barrio del Raval: "Volví de vacaciones y encontré un hombre en mi casa"

Empezaron okupando pisos de bancos, pero ahora se quedan con las viviendas de vecinos. La indignación crece en este popular barrio de Barcelona.

Empezaron okupando pisos de bancos, pero ahora se quedan con las viviendas de vecinos. La indignación crece en este popular barrio de Barcelona.

La ocupación de pisos es un problema que va en aumento debido a la protección que ofrece la legislación vigente a estos delincuentes y a la pasividad que muestran determinadas autoridades municipales a la hora de combatir esta lacra. El número de condenados por este tipo de delitos se ha multiplicado por siete durante la crisis, tras pasar de 488 a 3.278 sentencias condenatorias entre los años 2008 y 2015. En este sentido, cabe recordar que los legítimos propietarios pueden llegar a tardar hasta tres años en recuperar su vivienda por vía judicial, motivo por el cual muchos está recurriendo a otro tipo de mecanismos menos ortodoxos, como es el caso de la empresa Desokupa.

No es de extrañar que esta polémica iniciativa para recuperar la propiedad de sus inmuebles haya nacido, precisamente, en Barcelona, donde el problema de la okupación alcanza una de las cotas más altas del país, especialmente en algunos barrios de la ciudad. Destaca el caso del Raval. Tal y como recoge La Vanguardia en un amplio reportaje publicado este miércoles, los vecinos de esta popular barrio viven angustiados por culpa de los okupas.

Entre otros testimonios, el periódico relata el drama de Estel, a cuyo regreso de vacaciones, hace un par de semanas, se encontró con una ingrata sorpresa. Tras pasar diez días de camping con su hijo de seis años y su pareja, se encontró a un hombre instalado en su piso, en el barrio del Raval, en la calle Joaquín Costa. No se lo podía creer. "Volví de vacaciones y encontré un hombre en mi casa".

El okupa le dijo en un principio que se había confundido, que pensaba que aquel piso pertenecía a un banco y que le diera unos días para encontrar otra vivienda y marcharse. Pero no fue así. "Mi hijo se fue a casa de su padre y yo me instalé con mi hermano. Fui varias veces a mi casa a pedirle que me dejara volver. Yo me quedaba en la calle y él me hablaba desde el balcón... Es un hombre del barrio. Lo vi muchas veces. Pensé que podría convencerle... Pero pasaron los días y el sábado me dijo que no se pensaba marchar. Entonces fui a una comisaría y puse la denuncia. No sé cómo salir de esta situación. Tengo miedo. Tengo un hijo de cinco años".

Los vecinos sospechan que el hogar de Estel se ha convertido en un nuevo narcopiso. "Se dedican a eso, a ocupar locales y pisos que luego pasan a otras personas que se dedican a la venta de droga. Hace unos pocos meses se metieron en el piso de un señor que se murió en la calle Riera Alta".

La situación es tal que los vecinos se están organizando para protestar por la okupación de sus propiedades ante la pasividad de las autoridades municipales y organizan marchas todas las noches, con cacerolada incluida, por las calles del barrio. Según explican desde este movimiento vecinal, primero se centraron en okupar pisos vacíos de entidades financieras y fondos de inversión, pero "ahora comienzan a fijarse en pisos de privados". Los vecinos se sienten abandonados y que los delincuentes actúan en el barrio con total impunidad.

"Te encuentras con gente drogada por la escalera"

A muy pocos metros de la calle Joaquín Costa, también en el Raval, en la calle Sant Vicenç, un joven cargado de maletas dice que se marcha, que no aguanta más, que no puede vivir con esa gente... "No te marches, hijo, por favor... ¡Tenemos que aguantar! Cada vecino que se marcha es un paso atrás", le dice una mujer. El joven relata que hace un par de semanas se mudó al piso propiedad de su madre en esta finca, que entonces se encontró que varias viviendas ya estaban okupadas, que muchas personas no cesaban de subir y bajar las escaleras durante toda la noche, que algunas discutían, otras se peleaban...

"Y de repente te encuentras con gente drogada por la escalera y te dices que no tienes por qué aguantar esta situación", explica el joven. "Pusimos un par de cerraduras poderosas en la puerta. A ver si tenemos suerte y no entra nadie...".

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