El pequeño Principado de Liechtenstein es uno de los microestados más desconocidos de Europa. Está ubicado en los Alpes, a caballo entre Austria y Suiza. Cuenta con una extensión de apenas 160 kilómetros cuadrados, por los que se reparten poco más de 35.000 habitantes.
Aunque hoy es una de las jurisdicciones más ricas del mundo, Liechtenstein enfrentó años de crisis y estancamiento, hasta el punto de que, en la década de 1960, la Casa del Príncipe se vio obligada a vender parte de su patrimonio, perdiendo incluso obras de arte como la Ginebra de Benci, de Leonardo da Vinci.
La jefatura de Estado optó por consolidar un nuevo modelo económico, basado en aplicar la misma doctrina de laissez faire que ha hecho de Suiza un referente mundial. Francisco José II y su hijo, Juan Adán II, han terminado convirtiendo este pequeño Principado alpino en uno de los paraísos fiscales de referencia en Europa.
Desde entonces, la economía de este pequeño país de nombre impronunciable no ha parado de crecer. En 1980, su PIB per cápita rondaba los 20.000 dólares. Diez años después, en 1990, se había duplicado y se movía cerca de los 40.000 dólares. En el año 2000 volvía a ocurrir lo mismo y, en apenas una década, el PIB per cápita se había multiplicado por dos, hasta llegar a los 80.000 dólares. Hoy, los registros del Banco Mundial hablan de 150.000 dólares por persona, lo que equivale a un PIB per cápita de 130.000 euros.
El Principado se divide en once comunas, en las que encontramos pueblos de menos de 500 habitantes y ciudades con más de 5.000 habitantes. La reforma constitucional de 2003 permite que estos territorios se separen del país, vía referéndum. Dicha modificación de la Carta Magna otorgó más poderes al monarca, levantando fuertes críticas entre los observadores internacionales, aunque también abrió la puerta a su destitución, también por el camino de una consulta popular.
El modelo tributario de Liechtenstein ha atraído a numerosos ciudadanos y empresas del centro de Europa. Su IRPF ronda el 18% una vez se considera la tasa nacional y el recargo aplicado a nivel local. Las cotizaciones sociales se mueven entre el 4% y el 11%, claramente por debajo del promedio de la UE y la OCDE. Hay Impuesto de Patrimonio e Impuesto de Sucesiones, pero se ven limitados al 0,9% y al 0,8%, respectivamente.
Para las empresas, el Impuesto de Sociedades vigente en Liechtenstein es del 12,5%. La vecina Suiza se mueve en un tipo efectivo ligeramente superior (en el entorno del 15%), mientras que el promedio de los países desarrollados es casi dos veces más alto (alrededor de un 25%).
Esto explica la fuerte captación de inversión extranjera productiva que ha disfrutado Liechtenstein en las últimas décadas. Solo tomando como referencia a los 28 países de la UE, hablamos de inyecciones anuales de entre 20.000 y 30.000 millones de euros, en beneficio de industrias como la electrónica, el textil, el metal, la maquinaria, la farmacia, la alimentación… También el turismo tiene su tirón, gracias al privilegiado enclave alpino que ocupa el Principado, así como la industria de las herramientas, en la que Liechtenstein presume de líder global con la multinacional HILTI. Gracias al dinamismo del sector privado, el desempleo en Liechtenstein apenas llega al 2,3% y el sueldo medio está cerca de los 6.000 euros al mes.
En clave financiera, el modelo de secreto bancario que convirtió a Liechtenstein en un paraíso fiscal de referencia quedó abolido en 2013, cuando el Principado decidió tirar la toalla y empezar a colaborar con la OCDE en los programas de intercambio automático de información. Pese al temor inicial, los activos bajo gestión se han mantenido estables, entre los 108.000 y los 115.000 millones de euros.
No obstante, aunque el país fundado en 1719 sea conocido en muchos círculos por su pujanza bancaria, dicho sector emplea a 3.000 de sus 19.000 trabajadores ocupados, un número importante pero en absoluto mayoritario. Por tanto, no cabe simplificar el éxito económico de Liechtenstein a su rol como centro financiero internacional.
Si hablamos de la situación política, la nación alpina se mueve claramente en el centro-derecha. En las últimas Elecciones Generales, celebradas este mismo año, los democristianos recibieron 9 escaños, los liberal-conservadores se anotaron 8 asientos, la derecha populista se alzó con 5 diputados y el centro-izquierda logró 3 representantes. En el Parlamento no hay ni rastro de partidos socialistas o anticapitalistas.
El Principado, que empezó a gestarse territorialmente en 1342 y fue proclamado como tal en 1719, forma parte del Área Económica Europea desde la primera mitad de los años 90.