A la sombra de la recuperación económica ha crecido el dogma entre partidos y analistas de izquierdas de que ésta solo es posible por el desguazamiento del empleo. Es decir, se crean puestos de trabajo, pero el número total de horas trabajadas es menor, lo cual demostraría la precariedad del empleo generado.
Al objetivo de alimentar este eslogan se consagró el economista y asesor en el Ayuntamiento de Madrid Eduardo Garzón en este hilo que terminó haciéndose viral sobre los datos de la última En cuesta de Población Activa (EPA). El mensaje es chocante, pues, según alega, "se ha destruido empleo", ya que el número de horas trabajadas es menor que en el segundo trimestre de 2016. No es el único que repite este mantra, dado que este curioso dato también lo han reflejado otros economistas (por ejemplo, aquí y aquí).
Lo que no cuentan del #paro es que hoy se realizan 6,2 millones de horas de trabajo a la semana menos que hace un año.Se ha destruido empleo pic.twitter.com/GBJMQAt6mi
— Eduardo Garzón (@edugaresp) August 2, 2017
Sin embargo, la realidad muestra que, sencillamente, se trata de un error de interpretación, puesto que las vacaciones de Semana Santa, que este año cayeron en el segundo trimestre en vez de en el primero, son las causantes del descenso de las horas trabajadas, tal y como desarrollé en este hilo, que también gozó de notable repercusión.
Quiero comentar un momento este tweet, que ha tenido mucha repercusión, sobre las horas trabajadas en el último dato de la EPA (2T2017) https://t.co/zbhsmMjh2G
— Ángel Martínez Jorge (@amjorge15) August 4, 2017
Ahora bien, más allá de este dato puntual, que, como digo, es fácil de desmontar, el debate de fondo se centra en el crecimiento del empleo a tiempo parcial, que es visto como síntoma de precarización laboral. Para ello, es necesario aportar varios datos con el fin de que el debate vaya más allá de la triste consigna descrita anteriormente.
Lo primero que llama la atención es que el aumento del peso del trabajo a jornada parcial no es algo exclusivo de España. Se da en toda Europa entre 2007 y 2016. Tan solo en 5 de los 28 países de la UE su peso cae. En el siguiente diagrama de dispersión se muestra el peso del empleo a tiempo parcial en 2007 y 2016 para los 28 países de la UE -en rojo los países en los que su peso cae, en amarillo España y en verde la UE (28)-. Así, aunque en España el incremento de peso de este tipo de empleo ha sido considerable, ni es una anomalía ni nos sitúa a la par de nuestros socios europeos en este campo, y ya no digamos de los países nórdicos.
En segundo lugar, el mayor peso de este tipo de empleos sobre el total no indica per se algo malo. Todo lo contrario, pues presenta una correlación positiva con la renta per cápita en Europa (0,41 si se incluyen los 28 miembros) que va en aumento si eliminamos algunos países con datos extremos en términos de renta (Luxemburgo) o parcialidad (Holanda). Eliminando ambos, la correlación se vuelve mucho más fuerte, hasta 0,8, y no es casualidad, ya que la mayor productividad de los trabajadores de las economías más prósperas de Europa les permiten ir aceptando empleos que suponen menor tiempo de trabajo y menor salario, algo disparatado, por ejemplo, en los países del Este, donde un empleo a jornada completa ni se acerca a unas condiciones de vida decentes.
Así pues, en última instancia, refleja la tendencia de menores horas trabajadas por empelado que los países desarrollados llevan siguiendo desde hace algo más de un siglo.
Por último, hay que poner el foco en qué parte del empleo a tiempo parcial es el llamado "involuntario", es decir, el porcentaje de trabajadores a jornada parcial que tienen ese tipo de jornada por no haber logrado encontrar un empleo a tiempo completo.
De nuevo, en la mayoría de países de Europa este dato ha crecido con la crisis (sube en todos salvo 6), pero lo hace de manera mucho más acusada en los países del sur (España, Italia, Grecia, Chipre y, en menor medida, Portugal). Esto es algo comprensible, puesto que muchos de los trabajadores a tiempo parcial, al observar el incremento del desempleo, pasaron a preferir un mayor salario aún a costa de más horas de trabajo.
Sabiendo ya que el aumento del empleo a tiempo parcial no es necesariamente malo y que su peso aumenta en toda Europa con la crisis, ya podemos centrarnos en la cuestión más específica ¿La recuperación se asienta en los empleos a jornada parcial? Absolutamente no.
Desde el primer trimestre de 2014, España cuenta con algo más de 1.860.000 ocupados extra, de los cuales tan sólo 124.000 (6,6%) son a tiempo parcial. Además, el peso de este tipo de ocupados sobre el total se ha reducido también desde 2014 -mientras que en el primer trimestre de ese año eran un 16,2%, en la última EPA suponían el 15,26%-.
Asimismo, no sólo es que el peso de este tipo de contratos no esté aumentando, sino que dentro de este grupo de trabajadores el porcentaje de "involuntarios" o subempleados también ha comenzado a descender con fuerza en los últimos tres años. En concreto, desde su máximo en el segundo trimestre de 2014 (63,4%), ha descendido más de 5 puntos para llegar al 57,8% en el segundo trimestre de este año, aunque aún sigue muy por encima de su nivel precrisis (alrededor del 30%) y de nuestros socios europeos (en la UE es un 28%).
En suma, no hay ninguna razón de peso para demonizar los empleos a jornada parcial. Su incremento en España no es algo anómalo ni en ellos se basa la actual recuperación del empleo. Más allá del nivel de parcialidad, deberíamos prestar atención a la parte de ésta que es involuntaria, algo que se remedia creando más empleo e incrementando nuestra productividad, no fomentando un determinado tipo de jornada por puro prejuicio ideológico.