Producto de una impertinente y continuada cantidad de errores en política monetaria, la adopción de un sistema económico socialista y el establecimiento de un control cambiario por más de 14 años, finalmente, la unidad monetaria de Venezuela se ha convertido en basura, con muy poca capacidad de reciclaje o canje a otras monedas.
Los hechos que azotan al país no son solo de carácter político. Por el contrario, Venezuela está atravesando una crisis de enormes dimensiones y múltiples frentes: económico, social, monetario, sanitario, educativo, institucional y moral, entre muchos más.
No es casualidad que luego de 40 años de socialismo light -socialdemocracia- y 19 años de socialismo hard -socialismo del siglo XXI- el país no sea ni la sombra de sus buenos tiempos. Básicamente, los mejores años estuvieron entre los años 50 y 70. En la primera etapa existió una solidez económica y monetaria que permitió desarrollar al país y dejar un piso suficientemente estable, que solo se encargarían de destruir en un proceso dilatado los errores políticos y monetarios de los gobiernos de turno y el Banco Central de Venezuela (BCV).
Tomó 40 años erosionar el país hasta parir la queja social que vino a constituir el chavismo. El establecimiento de un socialismo radical y un país en evidentes peores condiciones que la Venezuela de 1950 solo era cuestión de corto tiempo y malas combinaciones para asistir a una crisis inigualable en la historia contemporánea de Venezuela.
Los principales culpables de que el bolívar sea hoy en día una moneda basura son, principalmente, el BCV y los gobiernos de turno. El BCV porque desde su creación en 1939 solo ha servido para expoliar la riqueza de los ciudadanos -tenedores de bolívares- y reciclar errores en política monetaria, siempre en perjuicio del bienestar de los venezolanos. Desde su entrada en funciones en enero de 1940 con la confiscación del 50% de respaldo en oro de los bolívares, el reciclaje de errores en la IV República y, recientemente, con el sostenimiento del control cambiario pernicioso y nocivo para la economía. De tal manera que el destino de la moneda venezolana no es fortuito, ha sido producto de una destrucción dilatada, pero constante en la IV República y otra más agresiva y letal en la V República Socialista.
Cada gobierno ha tenido mayor o menor responsabilidad en la destrucción del signo monetario. En la IV República -socialdemócrata- con frecuencia se observaban episodios críticos que venían acompañados con colapsos de la política monetaria y posteriores correcciones perjudiciales que empobrecían a los ciudadanos.
Ya en la Venezuela de la V República -socialista del Siglo XXI- lo que ha existido es un pleno conocimiento de los males que causan sus acciones, pero con la salvedad de poder ocultar por un momento los fallos de la economía con un abundante flujo de ingresos petroleros. Pero esta maniobra era insostenible, ya que al caer los precios del petróleo queda a la luz el peor de los males y la peor de las crisis.
Principalmente, la tasa de cambio en el mercado corresponde a las valoraciones subjetivas de los individuos y, a su vez, estas valoraciones están soportadas en la mayor o menor confianza en un signo monetario u otro, siendo uno más o menos confiable para resguardar su riqueza y estable para realizar sus operaciones.
La responsabilidad del banco central
La destrucción del bolívar viene dada, en primera instancia, por el BCV y el Gobierno al debilitar estructuralmente el soporte (reservas internacionales y demás activos de valor) sobre el que se emite la deuda (los bolívares emitidos son pasivos del BCV) y también por aumentar la emisión de pasivos de manera desproporcionada respecto al soporte existente. Es decir, crear más bolívares con las mismas o menos reservas, sin tener algún interés en ser prudentes. Este tipo de acciones trae consigo el debilitamiento de la relación bolívares por dólares en la economía. Con menos dólares y cada vez más bolívares en la economía, el resultado será que por cada dólar de soporte tengamos que dar más y más bolívares.
El otro gran factor es que el sostenimiento del control cambiario por más de 14 años ha generado importantes distorsiones en la economía que han llevado al colapso del signo monetario. La restricción en la oferta de divisas hace posible que cualquier tipo de divisa oferta por fuera del mercado oficial pueda y, en efecto, sea valorada en otras condiciones, pues la oferta de divisas es cada vez más restringida y la demanda se encuentra plenamente insatisfecha.
La reiteración en los errores de política monetaria hace que las expectativas que se forman los agentes en el mercado sean cada vez menos favorables y se ajusten más rápidamente. Venezuela está inmersa en un proceso de hiperinflación que también ha contribuido a erosionar fuertemente el poder adquisitivo de la moneda y que es claramente un resultado de la insistencia en los errores monetarios.
Hoy por hoy, la crisis política que sufre el país, el fortalecimiento de un sistema de gobierno totalitario, tiránico y dictatorial genera expectativas muy desfavorables para el país e impulsa a gran cantidad de venezolanos a resguardar sus ahorros, inversiones y futuro en una moneda que esté libre de las manos del régimen. Además, muchos de los venezolanos están huyendo al exterior y convirtiendo su poca riqueza en dólares para poder afrontar el futuro y una nueva vida.
Una oferta monetaria muy escasa ante una inmensa necesidad de divisas en el mercado, más una expectativa en el corto y largo plazo muy desfavorable hace que la presión sobre el tipo de cambio sea mayor y que el bolívar termine convirtiéndose en una basura poco reciclable.
En los últimos dos días, el dólar ha pasado de cotizarse a 13.000 a 18.000 bolívares. Tal escenario no solo pulveriza la escasa capacidad de compra externa del bolívar, sino que diluye drásticamente el poder adquisitivo interno de la moneda en medio de un lapso hiperinflacionario.
Esta crisis monetaria es la consecuencia de una desbordada impresión de bolívares sin respaldo; la liquidez monetaria ha crecido en 162% respecto a diciembre de 2016, las reservas internacionales continúan en caída y la oferta de divisas se hace cada vez más restringida.
También responde a una fuerte presión sobre de canje en el mercado interno y puntos de canje fronterizo -que están siendo muy activos por fuertes migraciones de venezolanos hacia países vecinos- y a expectativas negativas que tienen los ciudadanos sobre el futuro inmediato del país.
El bolívar es hoy en día una moneda basura y cada vez menos reciclable. Los culpables de que esto sea así son el BCV y el Socialismo del Siglo XXI. Los ciudadanos poco pueden hacer más que desprenderse de una moneda inservible o perecer sujeto a ella.