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El peor dato de la EPA... y los dos mejores

Desciende la población activa entre los treintañeros. A cambio, cae el paro de larga duración y la temporalidad es menor que antes de la crisis.

Desciende la población activa entre los treintañeros. A cambio, cae el paro de larga duración y la temporalidad es menor que antes de la crisis.
El número de parados baja de los 4 millones | Europa Press

La Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de 2017 es histórica. Se utiliza mucho esta palabra. Pero en esta ocasión puede estar justificado. Probablemente no merezca las comparaciones que el PP ha utilizado en el vídeo con el que ha celebrado los datos (parece un poco exagerado mezclar la llegada del hombre a la luna con un buen dato de empleo). En cualquier caso, y sin entrar en la política de comunicación de los partidos españoles, sí hay muchos datos que permiten ser bastante optimistas: desde la caída del paro en 340.000 personas en un trimestre (el mejor dato desde que comenzó la serie en 1964) hasta los 512.300 ocupados más respecto a junio de 2016. Medio millón de empleos creados en un año es una cifra realmente buena, que deja el número total muy cerca de los 19 millones y hace que los 20 millones que el Gobierno anuncia para 2020 sean una meta cada vez más cercana. Hay poco margen para la complacencia (un 17% de paro sería un drama en cualquier otro país rico europeo) pero la evolución de los últimos 3-4 años es realmente buena.

Dicho esto, junto a las grandes cifras la EPA siempre aporta un buen puñado de datos para un análisis algo más detallado. Hay tantas tablas y posibles subdivisiones en las estadísticas del INE que cualquiera puede encontrar algo a lo que agarrarse, tanto si quiere dibujar un panorama más optimista o prefiere verlo todo negro. En este caso, los que quieran ser negativo lo tendrán más complicado, porque hay pocos datos realmente malos. De hecho, los más preocupantes ni siquiera afectan directamente a este segundo trimestre, son tendencias que vienen más del largo plazo.

Los treintañeros, en retirada

Del cuadro general de la EPA destaca, en el lado negativo, la cifra de la población activa. En este trimestre ha crecido en 34.300 personas, pero el dato interanual muestra una caída de 148.000 activos, hasta los 22.727.600 personas en junio de este año. En un contexto de mejora del mercado laboral y creación de empleo, llama la atención y es preocupante que no se consiga una subida del número de activos.

La demografía puede explicar en parte esta cifra: se jubilan más personas que jóvenes se incorporan al mercado. Según las cifras de población del INE, el 1 de enero de 2017 había 25.000 personas menos de entre 15 y 64 años que un año antes. Si a eso añadimos que los jóvenes retrasan más la incorporación al mercado (lo que no tiene por qué ser malo, puede ser para mejorar su formación) y hay una bolsa importante de mayores de 55 años que se quedaron descolgados durante la crisis y ahora abandonan la población activa ante la falta de perspectivas, podemos encontrar buena parte de la explicación de la cifra.

Pero hay un dato que llama poderosamente la atención. Hablamos de las cifras de activos y ocupados por edades. Por ejemplo, en el último año crece la ocupación en todos los grupos de edad salvo en dos: de 30 a 34 años (43.700 ocupados menos que en el segundo trimestre de 2016) y de 35 a 39 (-66.200). Un dato que sorprende sobre todo en lo que toca a los hombres: los treintañeros españoles están reduciendo su presencia en el mercado laboral (ver tabla inferior).

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EPA 2T 2017. INE

De esta manera, los 148.000 activos menos que refleja esta EPA respecto a la del segundo trimestre del 2016 se explican fundamentalmente por el descenso de más de 320.000 personas en esta categoría en los grupos de edad de 30 a 34 y de 35 a 39 (ver cuadro).

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EPA 2T 2017. INE

La primera intuición nos dice que la causa principal de este descenso puede ser simplemente demográfica. Y algo de eso hay. Como puede verse en el siguiente cuadro, el número de residentes en España de 30 a 39 años ha caído en más de 270.000 personas. Pero hay algo más. Porque como vemos, el número de activos desciende más que la población en esa edad. Es decir, hay gente que está abandonando el mercado laboral. O lo que es lo mismo: la tasa de actividad en este segmento está cayendo. Y esto sí que no es normal.

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INE

Lo habitual es que la tasa de actividad entre los 30 y los 50 años esté alrededor del 90%. Parece lógico que en este segmento de edad casi todo el mundo forme parte del mercado laboral. Los activos no son los que tienen un empleo (esos son los ocupados) sino la suma de ocupados y parados (aquellas personas que, sin trabajar, están buscando un empleo). En este sentido, la tasa de actividad entre los treintañeros sigue siendo elevada, pero no crece. Si acaso está estancada o baja un poco. Si tomamos como referencia 2013, la tasa de actividad entre los 30 y los 34 años ha pasado del 90,65% al 88,74%. Y entre 35 y 39 años, del 90,45 al 90,10%.

No son caídas muy relevantes. Pero hay que apuntar que estamos en un mercado laboral mucho más recuperado que entonces y con muchas más oportunidades. Por ejemplo, entre los 40 y 44 años la tasa de actividad ha pasado del 87,9 a 89,9% en estos cuatro años.

La suma del factor demográfico (menos población) y la caída en la tasa de actividad da como resultado que incluso momentos como éste, con una recuperación muy importante del mercado, haya menos treintañeros trabajando que hace un año. Hace unas semanas publicábamos un artículo sobre los nuevos ninis norteamericanos, hombres de clase media y poca formación que abandonaban el mercado laboral ante la falta de oportunidades y atraídos por las nuevas formas de ocio.

No podemos decir que en España esta tendencia sea tan preocupante, pero sí merece la pena reflexionar sobre este hecho. Porque, además, sea cual sea el motivo, lo cierto es que no es bueno tener un mercado laboral en el que hay menos personas con estas edades. Los norteamericanos llaman al grupo de población de 25 a 55 años los "prime-age workers": el núcleo de la fuerza laboral de todos los países está en este subgrupo de población y se supone que, salvo excepciones, todas las personas de esa edad deberían estar trabajando. Si ajustamos un poco más los límites, parece claro que los 30-39 años son un momento clave para cualquier trabajador: es la edad en la que somos más productivos y más emprendedores; y también el momento en el que se define buena parte de nuestra carrera laboral. Digamos que una vez llegados a los 40 los cimientos ya están puestos, se puede seguir creciendo, pero es complicado cambiar las bases sobre las que se asienta nuestro futuro. Desde el punto de vista personal del trabajador, perder pie en esa década no es demasiado halagüeño de cara al futuro.

Pero desde el punto de vista del conjunto del mercado laboral y la productividad de una economía, que caiga el número de trabajadores de esta edad tampoco es nada positivo: buena parte de las ideas, los proyectos y el crecimiento de una economía sólida y que mira al futuro con optimismo se sustenta en lo que hacen sus treintañeros, esa fuerza laboral que ya acumula experiencia y al mismo tiempo tiene todavía parte de la ambición y el descaro propio de la juventud, esos cuadros medios que quieren impulsar su carrera laboral, esos nuevos empresarios que deciden lanzarse a perseguir sus sueños con el conocimiento adquirido en sus primeros años en el mercado...

El lado positivo

En la parte positiva, la EPA esconde otras dos cifras que no son ni mucho menos tan negativas. Muy al contrario, apuntan en la buena dirección en dos cuestiones en las que las buenas noticias son muy bienvenidas.

- Parados de larga duración: en España hay ahora 660.000 parados menos que hace un año. De esta caída del desempleo, más de la mitad se debe a la reducción del paro de larga duración: parados que llevan más de un año en esa situación, tanto porque perdieron su empleo como porque empezaron a buscarlo sin tener un trabajo y todavía no lo han encontrado. Como puede verse en el siguiente cuadro, el número de desempleados de larga duración ha caído en más de medio millón de personas. Es un 20% menos en un año, una cifra muy elevada y que supone una luz al final del túnel para un colectivo muy castigado. Es cierto que hay parte de esta reducción que puede ser causa del efecto desánimo (personas que abandonan la búsqueda porque creen que no encontrarán nada) pero en un contexto de la recuperación del empleo y comparando las cifras de estos parados con las de otros segmentos del mercado, parece claro que hay una clara mejoría en las posibilidades que tiene una parado de larga duración de encontrar un trabajo. Es una noticia realmente buena.

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EPA 2T 2017. INE

- Temporalidad: el número de asalariados con contrato indefinido ha crecido un 1,80% (hasta los 11,4 millones), mientras que el de asalariados con contrato temporal lo ha hecho en un 7,67% (4,2 millones). Por lo tanto, la tasa de temporalidad ha subido en el último año del 25,7% al 26,8%.

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EPA 2T 2017. INE

Ahora que tanto se habla sobre la precariedad del mercado laboral español, podría parecer una mala noticia, pero hay que hacer un apunte importante. En nuestro país, cuando llegan las crisis, se destruye sobre todo empleo temporal. Como puede verse en el anterior cuadro, de los 5,6 millones de trabajadores temporales de 2006 pasamos a 3,2 millones en 2013. Esto hundió la tasa de temporalidad, pero nadie diría que es una buena noticia perder 2,4 millones de empleos. Ahora, con la recuperación, está creciendo el empleo temporal, incluso a un ritmo superior al indefinido, algo en cierto sentido lógico porque la caída de los contratos fijos fue mucho menos pronunciada durante la crisis.

La buena noticia en lo que respecta a la temporalidad es que salimos de esta crisis con un porcentaje mucho mayor de empleo indefinido que el que había cuando entramos. A este respecto, es muy interesante la comparación con la situación de 2005: en el segundo trimestre de aquel año, había 15.689.700 asalariados, casi la misma cifra que los 15.690.300 de la EPA que hemos conocido hoy. La diferencia es que entonces esos 15,7 millones de empleados con un sueldo se dividían en 10,5 millones de indefinidos y 5,2 de temporales. Ahora el reparto es 11,5 millones de fijos y 4,2 de temporales. Son dos situaciones iguales en cuanto al total de empleos, pero con un millón más de fijos.

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