El inicio de la crisis bancaria italiana comenzó en los stress test del verano de 2016 y en el episodio que protagonizó la banca Monte dei Paschi, que necesitó un bail-out de 6.600 millones de euros.
A finales de junio de 2017, la crisis está lejos de darse por terminada ya que el Estado italiano ha inyectado 17.200 millones de euros a dos bancos venecianos, 5.200 millones directamente y 12.000 en forma de garantías. Esto a pesar de que la Comisión Europea consideraba que las dos entidades no suponen un riesgo sistémico.
Y ¿cómo han reaccionado los sistemas financieros europeos a la crisis italiana? ¿Ha habido efecto contagio?
Veamos primero cómo ha cambiado la financiación de los sistemas bancarios en el BCE desde hace un año para algunos países de la eurozona. Esto es indicativo de la desconfianza del mercado hacia los sistemas bancarios de varios países.
La práctica totalidad de los sistemas financieros nacionales han sufrido un empeoramiento en este apartado con respecto a la situación de hace un año. La mayor parte de países que se supone que no tienen problemas bancarios y exhiben menor financiación en el BCE han visto empeorar su situación, por lo que existe un efecto contagio claro de la banca italiana al resto de bancas europeas.
Llaman la atención los casos de Irlanda, Portugal y, sobre todo, Grecia ya que esperaríamos que el efecto contagio se hubiera centrado principalmente en los eslabones percibidos como más débiles. La falta de efecto contagio podría venir por una sobrecapitalización del sector debido a los rescates financieros o por una verdadera reestructuración del sector.
España, a pesar de tener haber recibido un rescate sí se ha visto arrastrada con el resto de bancas europeas. La razón podría estar en que la reestructuración del sector no ha terminado y se perciben debilidades o en que la banca española tiene sus propios problemas internos.
Ratios de la banca
La capitalización de los bancos es ahora muy superior a la de anteriores crisis bancarias, lo que hace al sector más fuerte ante nuevas crisis. Tanto la capitalización media como el primer cuartil (bancos más débiles) han visto aumentar su capitalización. Esto significa que la capacidad que tiene el sector bancario de soportar shocks ha aumentado. La capacidad de resistir autónomamente (sin recurrir a rescates) un efecto contagio es ahora significativamente mayor (aunque evidentemente no infinita).
Si vemos el ratio de deuda sobre capital también podemos observar la misma tendencia, la posición financiera de los bancos es mucho más sólida hoy que la de hace algunos años.
El porcentaje de bancos con un múltiplo de deuda/capital menor a 12 (posición financieramente sólida) ha incrementado notablemente desde finales de 2014, desde el 10% hasta el 18%. Sin embargo, el porcentaje de bancos con un múltiplo de deuda/capital muy grande y por ende en posición financiera peligrosa (múltiplo mayor a 15) ha caído en picado, desde el 63% en 2014 hasta el 48% en 2017.
Capitalización bancaria por país
Si desagregamos la capitalización por país vemos que los países con mayor necesidad de financiación en el BCE son también los que cuentan con un sector bancario menos capitalizado, es decir el mercado no castiga sin motivo. Los sectores bancarios más imprudentes y menos capitalizados son los que reciben menos financiación.
Viendo como Irlanda es el segundo país con una banca más capitalizada de entre los grandes países de la eurozona podemos entender como efectivamente el efecto contagio ha sido nulo. Al final la teoría económica no se equivoca, los mercados no atacan, sólo se defienden.
Rentabilidad bancaria por país
La capacidad de capitalización futura de los países con más problemas (Portugal, España e Italia) depende de la capacidad de generación de beneficios (y de no distribuirlos).
Tanto Portugal como Italia van a tener problemas para recapitalizarse sin nuevas ayudas públicas mientras que el sector bancario español puede acumular beneficios no repartidos para aumentar su ratio de capital.
El crecimiento económico portugués, en caso de ser duradero, puede hacer repuntar la rentabilidad de su sector bancario y evitar nuevas capitalizaciones con ayudas públicas. El caso italiano parece más complicado ya que su crecimiento económico es muy débil aún.
La lluvia de millones que ha caído sobre el sector financiero griego proveniente de los diferentes rescates hace que la banca griega todavía tenga un buen ratio de capital a pesar de las enormes pérdidas que acumula. Sin embargo, si los bancos griegos no consiguen restructurarse y la economía helena no empieza a crecer con fuerza, Grecia volverá a necesitar otro rescate.
Mención aparte merece la banca alemana, que a pesar de contar con un buen ratio de capital, tiene problemas graves para generar beneficios, lo que podría ser también en problema en el futuro. De hecho, podríamos decir que Holanda ha pasado a ser el benchmark en riesgo bancario, quedando Alemania relegada a un segundo plano en este apartado.
Por tanto, de forma consolidada el sector bancario de la eurozona muestra una fortaleza que le permite afrontar con más garantías cualquier tipo de shock. De forma desagregada hay eslabones aún muy débiles, en concreto España, Italia y Portugal. España podría recapitalizarse de forma privada con los beneficios bancarios. Italia tiene una rentabilidad prácticamente nula y Portugal está en terreno negativo, por lo que la posibilidad de aumentar capital de forma privada es limitada.
Afortunadamente Portugal ha empezado a crecer con fuerza. De seguir así es posible que su sector bancario comenzara a tornar pérdidas en beneficios y pudiera aumentar su capital de forma privada. Italia afronta un problema más grave, y es que su economía está entre las que menos crece de la eurozona, y no parece que la situación vaya a cambiar drásticamente en el futuro cercano. Esto conlleva que los ratios de rentabilidad de su banca podrían no repuntar y la posibilidad de aumentar capital de forma privada sea complicada.
Puede ver el informe completo sobre la economía de la eurozona y su situación bancaria haciendo en este enlace.