"El Parlamento Europeo es ridículo. Muy ridículo. Le doy la bienvenida a quienes han asistido a esta reunión, pero debe haber apenas treinta europarlamentarios en esta sesión. Esta cámara no es seria. Si estuviese compareciendo la canciller Ángela Merkel o el presidente Emmanuel Macron, seguro que los escaños estarían llenos. Pero apenas hay un puñado de representantes. Es ridículo. No volveré a asistir a una reunión de este tipo"
Así de tajante se mostró el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, tras encontrarse con un Parlamento Europeo semivacío. Como es obvio, las palabras del ex primer ministro de Luxemburgo han despertado ampollas, por las formas empleadas… y por el ridículo nivel de asistencia que, en efecto, denunció Duncker.
No es la primera vez que la Comisión se molesta con el Parlamento por los bajos niveles de asistencia y el absentismo de cientos de legisladores. De hecho, en los años de José Manuel Durão Barroso se puso encima de la mesa la posibilidad de introducir controles de asistencia vinculantes que resultarían en sanciones a los políticos que no acudiesen a su trabajo. La propuesta despertó las iras de numerosos europarlamentarios que se negaron a este tipo de evaluación.
Un caso cercano a la realidad española es el de Elena Valenciano. El PSOE la eligió como cabeza de la lista en las últimas Elecciones al Parlamento Europeo, a pesar de que sus dos anteriores pasos por la cámara se saldaron con amplios niveles de absentismo. Así, en las legislaturas de 1999 a 2004 y de 2004 a 2008, Elena Valenciano faltó al 34 por ciento de las sesiones plenarias de la cámara. Pero el caso de Valenciano es solo uno de los muchos que podríamos traer a colación, ya que la escena que se encontró Juncker es bastante recurrente en los Plenos de la asamblea comunitaria.
Excelentes condiciones laborales
Ante semejante situación, conviene la pena recordar que las condiciones laborales que brinda el Parlamento Europeo a los representantes son razonablemente ventajosas. Cada eurodiputado cobra mensualmente unos 8.000 euros brutos, que se quedan en 6.600 euros netos tras la aplicación de una fiscalidad reducida, creada ad hoc para los representantes de la Eurocámara y alejada de los elevados tipos que suelen cobrarse a las rentas altas (entre el 40 y el 50 por ciento en la mayoría de países de la Unión Europea).
Además, al salario base hay que sumarle más de 4.300 euros al mes paragastos diversos. Estas dietas pueden aplicarse a la "gestión de oficina", el "gasto telefónico", la "compra de equipos informáticos"… Aunque los niveles de asistencia no lleguen al 50 por ciento de los Plenos, los eurodiputados siguen teniendo derecho a percibir más de 2.000 euros por este concepto. Las normas no exigen que estos gastos se realicen en Bruselas o Estrasburgo, sino que también financian gastos realizados en la circunscripción nacional de cada representante.
Pero los contribuyentes también sufragan una generosa "asignación para asistentes". Cada diputado cuenta con 24.000 euros al mes para pagar a sus becarios y ayudantes. Los sueldos de estos trabajadores auxiliares tiene un tope cercano a los 7.000 euros mensuales, de modo que pueden llegar a embolsarse un salario cercano al de sus superiores.
También hay otro tipo de partidas de gasto reservadas para los europarlamentarios. Es el caso de las dietas de estancia (306 euros al día), los gastos de viaje (cubren los vuelos en avión o tren, así como 0,5 euros por kilómetro recorrido en coche, hasta un máximo de 1.000 kilómetros por trayecto) o los gastos dedicados a conferencias y visitas de trabajo (con un tope anual de más de 4.000 euros).
A todo lo anterior, hay que sumarle una pensión por jubilación, que se puede percibir a partir de los 63 años de edad. La prestación asigna una pensión equivalente al 3,5 por ciento del salario bruto percibido por cada año en la Eurocámara. Esto significa que un parlamentario que sirva en Bruselas durante cinco años pasa a percibir una pensión de alrededor de 1.500 euros mensuales.