El año 2017 estaba marcado en rojo en el calendario de muchos inversores. La incertidumbre política era presentada como el principal factor de riesgo a la hora de hacer negocios en Europa. No obstante, en menos de un semestre hemos comprobado que muchos de esos miedos no se han materializado, despejando el camino para los más desconfiados.
Empecemos por nuestro país, España. La incapacidad de formar gobierno y la repetición de elecciones generales terminaron arrojando como resultado un acuerdo entre PP y Ciudadanos que sirvió para reelegir a Mariano Rajoy con la abstención del PSOE. Numerosos analistas entendían que esto era un paso adelante, pero insistían en que la prueba de fuego llegaría en 2017 con la negociación de los Presupuestos Generales. Pues bien, las negociaciones del gobierno popular con Ciudadanos y PNV parecen haber sido suficientes para encauzar un acuerdo que no solo estará en vigor entre 2017 y 2018, sino que también podrá extenderse a 2018 y 2019, por la vía de la prórroga presupuestaria. Cierto es que las encuestas siguen apuntando un panorama complejo y que el triunfo de Pedro Sánchez amenaza con devolvernos a las turbulencias institucionales del primer semestre de 2016, pero la visión de conjunto muestra que, a pesar de todo, España tiene hoy más estabilidad que hace un ejercicio.
Nuestros vecinos franceses también han salvado un match ball. Hace ahora un año, parecía que el conservador Alain Juppé se haría con el Elíseo, pero las primarias de los republicanos terminaron impulsando la candidatura de François Fillon. Su carrera a la Presidencia de Francia se hundió por los escándalos de corrupción, pero abrió paso a la irrupción de Emmanuel Macron, cuyo discurso centrista ha logrado contener el auge de Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon, paladines del radicalismo de derecha y de izquierda.
Cierto es que, antes de las elecciones, se llegó a plantear un escenario de lo más sombrío. ¿Y si la fragmentación política acababa desplazando de la segunda vuelta a los moderados y servía para que Le Pen y Mélenchon se disputasen el Elíseo? La pesadilla no se llegó a materializar y, de hecho, Macron derrotó a Le Pen con solvencia, introduciendo un nuevo factor de estabilidad en el perfil de riesgo país de la república gala.
En Alemania está por ver lo que ocurrirá en las próximas Elecciones Generales. A comienzos de año se decía que la llegada de Martin Schulz al liderazgo del Partido Socialdemócrata iba a suponer un "golpe de efecto" capaz de poner en riesgo a la CDU de la canciller conservadora, Angela Merkel. No obstante, las encuestas colocan a Schulz diez puntos por debajo de Merkel. A esto hay que sumarle las tres elecciones regionales que se han celebrado en las últimas semanas y que se han cerrado con un excelente resultado para la CDU, en contraposición con las sucesivas derrotas que han encadenado los socialdemócratas. Quedan aún meses para los próximos comicios y preocupa el posible auge de partidos como Alternativa por Alemania (AFD) o La Izquierda (Die Linke), pero el escenario político teutón también parece haber ganado en estabilidad a lo largo del año.
Holanda estaba también en el periscopio de los inversores más sensibles al ruido político. Sin embargo, el resultado de las elecciones ha tumbado las esperanzas de Geert Wilders y ha otorgado una importante victoria electoral al Partido Liberal del primer ministro Mark Rutte, que se felicitó tras los comicios de haber logrado "parar el populismo erróneo con un gobierno estable, capaz de liderar el país". Los liberales holandeses se anotaron 33 escaños, frente a los 20 que logró el PPV del controvertido Wilders.
Más dudas en Reino Unido, Italia y Grecia
También generó mucha ansiedad la decisión de Reino Unido de abandonar las instituciones europeas. Desde que el referéndum tuvo lugar el junio de 2016, los mercados han reaccionado con calma y no se ha cumplido ninguno de los escenarios apocalípticos que escuchamos hace ahora un año, cuando se acercaba la consulta.
En el plano político, Theresa May ha consolidado su liderazgo como sucesora de David Cameron y, de hecho, las encuestas avanzan un arrollador triunfo del Partido Conservador en las elecciones del próximo 8 de junio. En clave diplomática, la estrategia de negociación del Brexit que va a plantear Bruselas va más o menos en la línea de lo esperado por los británicos, tal y como reflejan los primeros documentos emitidos por la Comisión o el Consejo.
Hay menos motivos para el optimismo en Italia, que se ha convertido ahora en el principal foco de incertidumbre política del Viejo Continente. La dimisión de Matteo Renzi abrió las puertas a un posible adelanto electoral que, de momento, no ha terminado de concretarse. Según las encuestas, el Movimiento 5 Estrellas del populista Beppe Grillo se disputa el liderazgo del país con el Partido Democrático que vuelve a liderar el ex primer ministro Matteo Renzi. La derecha sigue fragmentada tras la caída en desgracia de Silvio Berlusconi, aunque una eventual confluencia entre Forza Italia y la Liga Norte sería suficiente para convertir las elecciones en una carrera a tres, ya que el voto por separado de ambas formaciones no es muy lejano a los porcentajes que manejan Grillo y Renzi.
Desde 2010, Grecia ha sido la mayor fuente de incertidumbre política de toda la Unión Europea, pero también las cosas parecen haber mejorado durante el último año. Por un lado, el gobierno de Alexis Tsipras ha dejado atrás su estrategia de confrontación extrema con la Troika y se ha comprometido a ejecutar ciertos ajustes. Por otro lado, la oposición sube con fuerza en las encuestas y el candidato liberal-conservador de Nueva Democracia es ya el favorito para suceder al gobierno de Syriza. De manera que, incluso en el caso heleno, hay motivos para pensar que las cosas pueden ir a mejor.