Bridgewater, la casa financiera comandada por el legendario inversor Ray Dalio, cree que es fundamental entender la evolución histórica del populismo para entender mejor el rumbo que van a seguir los mercados en los próximos años. Quizá por eso no sorprende que la casa financiera haya publicado un exhaustivo informe sobre el boom de los radicalismos políticos en Occidente.
El documento en cuestión se refiere exclusivamente a las economías desarrolladas y apunta que los radicalismos políticos se han movido históricamente en niveles de apoyo electoral de entre el 5 y el 15 por ciento, si bien durante el último lustro hemos visto su repunte hasta tasas del 35 por ciento. La siguiente gráfica podría ser descrita como la de la desconfianza. Y es que, como explica Bridgewater, el voto a políticos populistas se ha triplicado en los últimos tiempos y ha alcanzado el nivel más alto desde la década de 1930.
Dalio y los suyos han incluido en su estudio a Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Alemania, Francia, Italia y España. El período considerado abarca del año 1900 a la actualidad. Según reconocen desde Bridgewater, "el panorama global engloba también a dirigentes populistas de países menos prósperos, como el venezolano Nicolás Maduro, el ruso Vladimir Putin, el turco Recep Tayyip Erdogan o el filipino Rodrigo Duterte".
Los puntos clave del populismo
¿Qué significa este fenómeno en clave económica? Según Bridgewater, estos son los puntos más recurrentes del populismo:
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Discurso "en defensa del pueblo",
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Hostilidad contra "el establishment político y económico",
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Oportunismo a la hora de "denunciar crisis económicas, políticas o migratorias",
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Emergencia de "líderes carismáticos que se erigen en salvadores",
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Rechazo "frontal de la globalización desde postulados proteccionistas",
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Retórica "nacionalista, hostil a la libertad de prensa, alimentadora de conflictos…".
El informe insiste en que los gobiernos encabezados por líderes populistas "suelen buscar la confrontación y no la colaboración. Por tanto, hablamos de regímenes excluyentes, no inclusivos, que generan enfrentamientos políticos y alimentan la división social, en un ciclo que se retroalimenta y que conduce a un autoritarismo creciente".
Según Bridgewater, "la agenda populista conlleva conflictos y esos conflictos dan pie a un mayor esfuerzo político por silenciar a los disidentes. Limitar la libertad de prensa, por ejemplo, es una de las reacciones que suelen llegar primero. Y, si echamos un vistazo a la historia, vemos que muchos de estos fenómenos terminan derivando en dictaduras, enfrentamientos civiles…".
Dalio y su equipo apuntan que el populismo "actúa como una rebelión del hombre común contra el sistema y sus élites. La clave, en cualquier caso, radica en observar si el sistema sabe adaptarse y recibir el golpe o si, por el contrario, el conflicto acaba conduciendo a un punto de quiebre. Entender la manera en que se "resuelve el conflicto" es fundamental para anticipar el rumbo que seguirán los países en los que el peso del populismo es cada vez más elevado".