No hay como repetir enfáticamente una tontería para que se convierta en verdadera, en un axioma. Un ejemplo exasperante es el del momento en que desgranan las estadísticas mensuales de empleo. Ante el dato de que desciende el número de parados y aumenta el de cotizantes a la Seguridad Social, surge el obligado comentario de algún funcionario sindical. Digo bien "funcionario", pues mantiene un puesto fijo para toda la vida y el sueldo se lo paga indirectamente el Estado. Solo que no se llega a ese puesto mediante una oposición y unos títulos académicos. Basta con que el sindicalista diga lo que tiene que decir y acudir puntualmente a las manifestaciones rituales de su organización.
El comentario del fiel sindicalista reza así: "Se crean nuevos empleos, pero la mayor parte son temporales, precarios. Hace falta crear empleos fijos y de calidad en una economía que se aprovecha de las nuevas tecnologías". Más necedades no se pueden decir en un discurso tan breve y que siempre se repite.
Precisamente en una economía digital, como es la que empieza a extenderse, una gran parte de los nuevos empleos no van a ser fijos sino temporales. De esa forma se asegura la necesaria movilidad espacial (entre empresas o entre territorios) y vertical (entre unas y otras tareas). Lejos de ser un descrédito, los nuevos empleos de la economía digital tienden a ser muy móviles. La tendencia alcanzará también a muchos funcionarios, con excepción de los sindicales.
Lo que ocurre es que nuestro sistema educativo y empresarial no prepara adecuadamente a los jóvenes que buscan sus primeros empleos. Habría que ver también si los nuevos demandantes de trabajo muestran una decidida ética del esfuerzo. Me temo lo peor. Circula en el ambiente la ética contraria del hedonismo, trabajar lo menos posible, esmerarse lo justo, aspirar a un buen sueldo ya desde el comienzo de la carrera laboral. Así pues, la productividad de las nuevas hornadas de trabajadores no parece muy alta. En cuyo caso los sueldos de entrada no pueden ser muy elevados.
Si yo fuera el director de una gran empresa (Dios no lo quiera), preferiría contratar a jóvenes técnicos o directivos que hubieran pasado por varios empleos, a poder ser en diferentes centros de trabajo, en distintas regiones o países.
La gran paradoja de la economía digital en la que ya nos encontramos es que muchos puestos de trabajo son bastante rutinarios, de auxiliares de los procesos informáticos. Con la extensión de las últimas técnicas (que llaman "nuevas tecnologías") se van a extinguir muchos puestos laborales. Ya desaparecieron hace tiempo los cobradores de autobuses o tranvías. Es de esperar que pronto se extinguirán también algunos conductores de autobuses o similares. Lo mismo se puede decir de los cajeros de los supermercados y tantos oficios que hoy nos parecen insustituibles.
Con seguridad se puede observar que, en el futuro que ya es presente, no va a subsistir la figura del empleo para toda la vida. El último en gozar de tal privilegio será el funcionario sindical o el político que no tuvieron otro interés que medrar en su correspondiente partido. Un verdadero empleo de calidad será el que suponga haber pasado antes por distintos trabajos en España y en otros países. Disponemos de un ministerio entero dedicado a la igualdad. Sería preciso que algún otro se ocupara de la movilidad.