Está visto que la falta de representación parlamentaria que sufren los liberales españoles no la va a cubrir, ni siquiera mínimamente, Ciudadanos por el mero hecho de haber borrado de sus estatutos la socialdemocracia como seña de identidad, y menos aun por etiquetar su supuesto liberalismo de "centro" y "progresista". Cualquier formación auténticamente liberal y reformista hubiera acabado, hace años y por iniciativa propia, con ese privilegiado monopolio que constituye el llamado registro de estibadores, al que deben acudir obligatoriamente las empresas portuarias para llevar a cabo las labores de estiba.
Si el PP de Rajoy se ha animado, por fin, a acabar con esta clamorosa y empobrecedora violación de la libre competencia y de la libre contratación se debe únicamente al hecho de que este privilegiado monopolio de los estibadores constituye también una violación del articulo 49 de la Unión Europea, por la que los contribuyentes españoles nos asomamos al pago de una multa de 23 millones de euros más otra de carácter coercitivo de 134.000 euros diarios a partir de que se dicte la segunda sentencia del tribunal de justicia europeo, que está a punto de producirse.
Ciudadanos, sin embargo, se han abstenido, dejando de manifiesto, una vez más, que el suyo es un vergonzoso liberalismo de pacotilla. Pero déjenme que les de algunos otros ejemplos:
Para reivindicar a los liberales de Cádiz, hay que ver la inquina que los socialdemócratas de Ciudadanos tienen a las diputaciones provinciales y, en general, a toda descentralización administrativa que no sea en beneficio de nuestras sobredimensionadas, centralistas y voraces Administraciones regionales, a las que el partido de Rivera también quiere dotar de mayor financiación a pesar de ser, en términos comparativos, las mejor dotadas de toda la OCDE.
¿Y cómo tomar por liberal a un partido político que no plantea una drástica reducción de la presión fiscal a la que nos ha llevado el PP de Rajoy? ¿Qué liberalismo es ese que, en lugar de abogar abiertamente por reducir drásticamente el gasto público, pide todavía mayor "flexibilidad" en el cumplimiento de los siempre incumplidos topes de déficit, a pesar de haber alcanzado España el mayor nivel de endeudamiento público de su historia? ¿Y dónde está la alternativa liberal de Ciudadanos al consenso conservador y socialdemócrata en torno al sistema de pensiones heredado de Franco? ¿Dónde está su crítica a esa estafa piramidal que constituye el sistema público de reparto, sostenible únicamente mediante el paulatino perjuicio de sus supuestos beneficiarios? ¿Y dónde defiende ya Ciudadanos la libertad de elección de los padres a la hora de escoger centro o lengua de enseñanza para sus hijos?
¿Va Ciudadanos a pasar a defender la competencia fiscal entre autonomías? Y en el terreno energético, ¿va Ciudadanos, parafraseando a los liberales doceañistas, a "promover y fomentar toda especie de industrias y remover los obstáculos que la entorpezcan"? Lo digo porque la formación naranja pasó de reivindicar hace unos años la energía nuclear a votar ahora, junto al PP y al PSOE, en contra de la ampliación de la vida de las centrales.
Lo peor, sin embargo, no es que el liberalismo de Ciudadanos no aparezca por ninguna parte, sino que haya desaparecido su otrora compromiso de ser alternativa a la pusilánime condescendencia de los dos grandes partidos supuestamente nacionales ante el persistente desafío de los separatistas a nuestra nación y nuestro Estado de Derecho. También en esto Ciudadanos se parece cada vez más al PP y al PSOE.