Richard W. Rahn es uno de los economistas liberales más importantes de Estados Unidos. Además de su labor como columnista en diarios norteamericanos, cuenta con una amplia trayectoria que le ha llevado a la cúpula de numerosas instituciones de pensamiento liberal. En el marco de la competencia tributaria que ha organizado Goethals Consulting en Panamá, Libre Mercado se ha entrevistado con Rahn para conocer su opinión sobre distintos asuntos de interés.
- A finales de los años 90 publicó un libro titulado El fin del dinero. ¿Cómo abordaría ahora este debate? ¿Hacia dónde evolucionan los paradigmas monetarios de nuestras economías?
El concepto de dinero es más complejo de lo que podría parecer. Puede que en el bolsillo tengamos 40 euros, pero también puede que tengamos con nosotros una tarjeta de crédito con acceso a nuestras cuentas bancarias o un teléfono que nos conecta con nuestro fondo de inversión en apenas un click. Y, por supuesto, la gente más sofisticada maneja monedas digitales que aún son desconocidas para buena parte de la población. Pero, tome la forma que tome, el dinero debe cumplir tres funciones clave.
- ¿Cuáles?
De entrada, debe facilitar el intercambio económico y las transacciones financieras, superando el trueque. Además, debe servirnos para conservar nuestros ahorros, esquivando la inflación. Y, en tercer lugar, tiene que constituirse como una unidad de medida, en el marco de un sistema de precios.
- ¿De esas tres funciones, la segunda es la que más le preocupa?
Hagámonos la siguiente pregunta. ¿Firmaríamos hoy un contrato a veinte años sin ajustarlo a la inflación? Sin duda, sería poco inteligente y tendríamos que buscar otro tipo de acuerdo o alguna fórmula de producción. Por este motivo entiendo que la evolución del dinero es especialmente preocupante en lo tocante a la inflación. Hay que ser conscientes de que esa amenaza está ahí.
- Antes habló de divisas digitales. El Bitcoin ha causado cierto revuelo, pero intuyo que aún no imaginamos todo lo que puede llegar a suponer una revolución monetaria de este corte.
Ya en 1976, Hayek hablaba de la "desnacionalización del dinero". Su trabajo describía cómo la creación privada e independiente de nuevas monedas podría generar un marco monetario más fiable que el sistema de divisa pública. Poco a poco estamos viendo que esas premisas se van tornando cada vez más realistas. Y toda esa innovación que vemos en el campo de las monedas digitales va a ir a más, porque hay cada vez más gente que busca alternativas, que quiere salir de un sistema de pagos controlado por los gobiernos a través de los bancos centrales.
- Usted defiende abiertamente a los 'paraísos fiscales', pero cada vez hay más regulaciones financieras y tributarias que limitan la posibilidad de llevar el dinero al extranjero.
De entrada, es crucial que sigamos viendo mucha competencia fiscal. Hay que frenar los ataques contra las jurisdicciones que optan por bajar los impuestos. Y ahora mismo esa guerra hay que ganarla en el frente de la privacidad financiera, porque en este ámbito podemos ver que Estados Unidos y buena parte de la OCDE se han embarcado en una auténtica cruzada.
- ¿Y cuál es el objetivo último de esa 'guerra'?
En última instancia, se pretende instaurar un Gran Hermano financiero, de manera que todo el patrimonio de los ciudadanos esté expuesto. Pero si está expuesto, entonces es susceptible al cobro de más y más impuestos. Y para blindarse de esos controles autoritarios, una respuesta eficaz es el recurso a los 'paraísos fiscales'. Dicho esto, también el auge de las monedas digitales apunta en esta dirección. Se trata de evitar que los gobiernos sigan exprimiendo a los contribuyentes.
- Los políticos nos dicen que esas las leyes que Vd. critica se aprueban para luchar contra el lavado de dinero o la financiación del terrorismo. ¿Qué hay de cierto en esos argumentos?
Con el paso de los años he constatado que, de manera progresiva, las leyes "contra el lavado de dinero" o "contra la financiación del terrorismo" se han ido volviendo más y más excesivas. Y, aunque mucha gente honesta en países pobres se queda fuera del sistema bancario. El crédito se ha restringido allí donde más lo necesitan. Conozco casos de ONGs que están teniendo problemas para cumplir su trabajo en los países más pobres de África, por la desbancarización que alientan estas normativas.
Estamos cayendo en el ridículo de que algunos de los países más pobres del mundo están sufriendo una caída de la inversión a raíz de estas leyes. Por mucho que se anuncie que estas leyes van "contra el lavado de dinero" o "contra la financiación del terrorismo", el golpe real no se lo llevan los criminales, pero sí los ciudadanos honestos que acaban empobrecidos.
- En EEUU, Donald Trump habla de relanzar el crecimiento hasta recuperar cifras del 4%. ¿Es posible?
Ahora mismo estamos creciendo al 2%. En siete de los ocho años de Ronald Reagan y en la segunda legislatura de Bill Clinton sí se registraron tasas de crecimiento superiores al 4%. Y ya entonces había mucha gente sorprendida, porque apenas unos años antes habían dicho que era imposible conseguir esas tasas de expansión del PIB.
Hoy en día, el principal obstáculo que nos impide crecer al 4% es el exceso de regulación. Se han aprobado normas y normas sin evaluar seriamente su impacto en el sector privado. Con un marco de menos y mejor regulación, podemos ganar al menos un punto de crecimiento anual. Por otro lado, hacen falta medidas fiscales que ajusten el gasto y permitan rebajar los impuestos.