Aunque Obama ya lleva más de un mes fuera de la Casa Blanca, seguimos conociendo nuevas cifras que confirman el preocupante legado económico que dejó su paso por la Casa Blanca. Esta vez se trata de las cifras que recogen el número de ciudadanos estadounidenses que han hecho las maletas de manera permanente y han renunciado a su pasaporte.
Si miramos la evolución a largo plazo en el número de renuncias de ciudadanía podemos apreciar una clara tendencia decreciente que abarca desde la década de 1960. Pero esa inercia se invierte hace ahora algo menos de una década, arrojando un fuerte vuelco que queda patente en la siguiente gráfica.
Si atendemos solamente a las cifras del período que va de 1998 a 2016 podemos ver mejor lo que ha ocurrido. Entre 1998 y 2008 hubo cierta estabilidad, con un leve crecimiento entre 2003 y 2005 y un descenso algo más pronunciado entre 2006 y 2008. Sin embargo, la Era Obama apunta un fuerte cambio de tendencia, desde las 231 renuncias del año 2008 hasta las 5.411 con las que ha cerrado 2016.
Un marco fiscal cada vez menos atractivo
Un factor clave a la hora de explicar el fuerte aumento de las renuncias a la ciudadanía estadounidense son los impuestos. Las leyes tributarias en vigor toman en consideración las rentas globales de los contribuyentes y no solamente los ingresos generados en suelo norteamericano.
Esta doble tributación también ocurre a nivel empresarial, un campo en el que miles de empresas están haciendo algo parecido: se fusionan con compañías de otros países para así trasladar la sede a otras jurisdicciones y esquivar las arcaicas normas fiscales de EEUU