España ha logrado cambiar su modelo productivo durante la crisis, pero, dicho esto, queda por saber si estar dentro de la Unión Monetaria ha ayudado al cambio de composición del sector productivo o es algo que se hubiera dado con pesetas igualmente (y por lo tanto nos podríamos haber ahorrado las políticas de ajuste y contención de gastos laborales).
Para ello, vamos a analizar la última crisis que sufrió España antes de la crisis de 2007. La crisis de 1992-93 fue mucho más corta y se salió de ella devaluando la peseta hasta 3 veces en menos de un año. En este contexto, se evitó la llamada devaluación interna (ajustes de precios internos y devaluación de salarios en términos nominales).
La devaluación de la peseta parece que evitó las duras medidas de ajuste que hemos visto desde 2007. La devaluación hizo a los trabajadores españoles relativamente más baratos (y más pobres) que los del resto de países y se ganó competitividad en los mercados internacionales, no se necesitó de caídas nominales en los salarios.
La devaluación parecería, pues, una forma mucho más limpia y rápida de salir de la crisis, por lo que eleuro sería una especie de "camisa de fuerza"innecesaria, tal y como argumentan algunos políticos y analistas. Sin embargo, existen dos grandes problemas con este planteamiento:
- La devaluación provoca aumentos de competitividad por la vía monetaria, no por la vía de aumentos de productividad: las empresas no caen bajo la presión de tener que innovar en los productos o servicios que ofrecen. Los aumentos de competitividad por el lado monetario suelen ser efímeros y desalientan la productividad. Esta es una razón que podría ayudar a explicar el bajo incremento de la productividad española durante los 90s y los 00s.
- La devaluación evita cambios en la estructura productiva: si las empresas españolas vuelven a encontrar mercado para sus productos en el exterior por la vía monetaria (por devaluaciones), los factores productivos no cambian de manos. Las pérdidas empresariales se tornan en beneficios gracias a la devaluación. En ausencia de presión para cambiar la estructura productiva, ésta continúa igual. El capital y los trabajadores quedan atrapados en sectores con poco valor añadido, que necesitarán en el futuro de nuevas devaluaciones para continuar funcionando.
Así vemos cómo, efectivamente, la resolución de la crisis por la vía monetaria deja una formación de capital fijo muy parecida a la que existía antes de la misma, siempre muy centrada en vivienda y construcción. Esto también explicaría, parcialmente, el pobre aumento de productividad española de los años 90s y 00s. La estructura productiva nunca se vio bajo la presión del cambio en una crisis económica.
Conclusiones
- La crisis de 2007, con toda su profundidad, ha servido para cambiar la caduca estructura productiva española. La construcción y los bienes raíces pierden fuerza. Como sectores pujantes, destacan las actividades científicas y técnicas y el sector energético.
- La comparativa entre la crisis de 1992-93 y la crisis de 2007 (las dos últimas crisis españolas) nos muestra que para que los cambios en la estructura productiva tengan lugar la deflación interna es mucho mejor mecanismo que la devaluación de la moneda.
- Una crisis económica no es más que la constatación de que la composición cualitativa de la oferta no está en línea con los deseos de los consumidores y debe ser cambiada. Desde este punto de vista, la crisis española de 1992-93 se cerró en falso y contribuyó a que la crisis de 2007 fuese mucho más severa. La pertenencia de España a la zona euro ha ayudado a que el cambio de estructura productiva tenga lugar evitando una devaluación.
Daniel Fernández Méndez es director de UFM Market Trends y profesor de la Universidad Francisco Marroquín. Si quiere profundizar sobre éste y otros temas económicos suscríbase a los informes de UFM Market Trends.