Además de la ya tradicional petición de rebajar el IVA cultural, el mundo del cine aprovechó una vez más la gala de los Goya que tuvo lugar el pasado fin de semana para justificar las millonarias subvenciones públicas que recibe dicho sector.
En concreto, durante el discurso que concedieron la presidenta y el vicepresidente de la Academia se volvió a encender la mecha del debate sobre si el cine español es receptor neto de fondos públicos o si, por el contrario, contribuye en términos netos al mantenimiento del Estado (la recaudación fiscal de la industria supera la cuantía de las subvencione recibidas).
Para argumentar que el cine español es una industria que aporta más fondos al Estado de los que recibe el vicepresidente de la Academia, Mariano Barroso, señaló lo siguiente:
Nuestras salas recaudaron en 2016 más de 605 millones de euros, lo que le ha hecho recaudar por IVA al Estado 105 millones de euros. El presupuesto del Estado para cine ha sido de 77 millones de euros. Es decir que el Estado ha recaudado en concepto de IVA de entradas al cine 28 millones de euros más de lo que va a gastar en él. No somos un sector que vive del Estado. Somos un sector que genera riqueza para el Estado.
Así pues, según las cifras que ofreció Barroso, parece evidente que el cine español sería una industria que aporta al Estado vía impuestos (105 millones) más dinero del que recibe mediante subvenciones (77 millones en 2016). Sin embargo, dicha explicación adolece de varios errores y omisiones importantes que desvirtúan por completo la realidad de la cuestión.
El primer error consiste en que los citados 605 millones ingresados por las salas de cine ya incluyen el IVA, de modo que su facturación neta, excluyendo ese impuesto, asciende a un total de 500 millones (más 105 millones adicionales por concepto de IVA).
La clave, sin embargo, es que la Academia se cuidó mucho de ocultar un dato fundamental: las cifras anteriores se refieren a la recaudación total en salas de toda España por todo tipo de películas, tanto extranjeras como españolas. Es decir, el cine español no facturó 500 millones de euros en 2016 (más el IVA del 21%), sino 109 millones, según los datos oficiales de la industria, apenas el 20% del total. Además, de esta cuantía, casi el 40% de la recaudación se concentra exclusivamente en las dos películas españolas más taquilleras del año: Un monstruo viene a verme (26,5 millones) y Palmeras en la Nieve (12,2 millones).
De este modo, el cine español no aportó en concepto de IVA 105 millones, como dijo Barroso, sino 23 millones de euros (el resto de la recaudación proviene de la exhibición de películas extranjeras, norteamericanas en su inmensa mayoría). La realidad, por tanto, es muy distinta: el importe de las subvenciones recibidas por el cine (77 millones) casi triplica la recaudación del IVA del cine español en 2016 (23 millones).
Conociendo estas cifras el saldo del cine español respecto al Estado cambia radicalmente pasando de un saldo positivo de 28 millones a uno negativo de 54. Los altos cargos de la Academia han tratado, sin mucho éxito, de lavar su imagen acudiendo a cifras que no se corresponden con la realidad de su sector.
Además, si observamos la evolución de las ayudas públicas y la recaudación de IVA estimado que ha podido obtener el Estado durante los últimos cuatro años, no se trata de un año díscolo, ya que en ningún ejercicio la recaudación fiscal ha sido superior a las subvenciones percibidas.
Asimismo, antes de 2012, cuando IVA aplicado al cine era del 8% y no del 21% como ahora, el balance era incluso peor, puesto que el presupuesto público destinado a esta partida no sólo superaba en mucho el pago de impuestos, sino que incluso se situaba por encima de la recaudación total del cine español por la venta de entradas.
En 2008, por ejemplo, el cine patrio ingresó 83 millones en las salas y recibió otros 106 millones en subvenciones, mientras que en 2011 recaudó 99 millones frente a los 113 millones recibidos en ayudas públicas.