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Emilio Campmany

España y el euro

Tenemos que elegir entre salirnos del euro, bajar drásticamente pensiones y salarios o reformar estructuralmente nuestra economía.

Tenemos que elegir entre salirnos del euro, bajar drásticamente pensiones y salarios o reformar estructuralmente nuestra economía.
Europa Press

La crisis que afecta al conjunto de la Unión Europea a consecuencia del Brexit está oscureciendo la del euro. Puede discutirse si es la excesiva eficacia de la economía alemana o la inevitable indolencia de los países del Sur lo que está destruyendo la moneda única. Pero la crisis existe. Dejando aparte el caso perdido de Gracia, en Italia, con una prima de riesgo de doscientos puntos, ya no son sólo los populistas quienes exigen la salida del euro. El mismísimo Matteo Renzi ha amenazado veladamente con hacerlo si Alemania no estimula sus importaciones para que las economías del Sur respiren. En Francia, con su prima de riesgo en setenta puntos y subiendo, sólo la extrema derecha es partidaria de salirse del euro, pero si la victoria de Marie Le Pen es más probable de lo que a algunos les parece conveniente es precisamente porque es la única que admite abiertamente que la economía francesa no puede seguir el tirón de la alemana. Sus rivales de los partidos tradicionales se abrirían las venas antes de reconocerlo. Al menos Macron, en vez de proponer la salida del euro, defiende liberalizar la economía francesa para hacerla más competitiva. En España, la prima de riesgo está en ciento cuarenta, pero aquí no hay debate acerca de qué hacer.

Sea como sea, la economía alemana nos ahoga. Su capacidad exportadora es tal que su balanza comercial se acerca al 9 por ciento. Francia y España están en casi un tres por ciento negativo. Italia se defiende con valores positivos y aun así protesta. La escasa eficacia de las economías del Sur y la protección que Draghi dispensa a nuestra deuda mantienen un euro relativamente bajo para Alemania pero insoportablemente alto para nosotros. Las exportaciones alemanas están enormemente facilitadas gracias a lo mucho que los del Sur lastramos el euro y las nuestras son cada vez más difíciles debido a lo mucho que lo fortalece Alemania. De siempre, en el Sur hemos resuelto esta clase de problemas devaluando, una manera de bajar pensiones y salarios sin que se note. Ahora no podemos devaluar y nos negamos a bajar salarios y pensiones. Y, por otra parte, rechazamos las reformas que podrían permitir que nuestra economía pudiera competir con la alemana. Naturalmente, Alemania tampoco está dispuesta a reformar su economía a peor para que, haciéndola tan ineficaz como la nuestra, se alivien nuestros problemas, al menos comparativamente.

En Francia, Italia y España, con diferencias que pueden ser importantes, pero no esenciales, tenemos que elegir entre salirnos del euro, bajar drásticamente pensiones y salarios o reformar estructuralmente nuestra economía. No queremos hacer ninguna de las tres cosas. Como mucho, en Francia y en Italia, lo que quieren algunos es salirse del euro y volver a las devaluaciones. En España, ni eso. Y el caso es que algo hay que hacer porque si no, con crisis o sin ella, iremos de mal en peor.

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