El desplome socioeconómico de Detroit es un símbolo de la precaria situación en que se encuentra la izquierda estadounidense. Durante décadas, la Ciudad del Motor fue todo un icono progresista, un referente del Partido Demócrata a la hora de vender su capacidad de impulsar el desarrollo industrial y fortalecer a las clases medias.
Pero el intervencionismo más moderado de mediados del siglo XX fue derivando en medidas cada vez más radicales conforme fueron pasando los años. El excesivo peso de los sindicatos y la falta de libertad económica terminaron atenazando la economía de Detroit y acabaron llevando a la ciudad más importante del Estado de Michigan a la bancarrota.
La situación de Chicago no es tan grave como la de Detroit, pero sí empieza a ser preocupante. En el plano político, la situación es similar a la de Detroit. La alcaldía de la ciudad está en manos demócratas ¡desde 1931! Pero la derecha política también debe entonar el mea culpa: el cargo de gobernador pasó a manos del Partido Republicano en 2015, tras doce años de hegemonía progresista, de manera que el cambio de rumbo depende del partido del elefante.
67.000 'exiliados' al año durante tres lustros
El caso es que la economía de Illinois lleva ya años mostrando síntomas de declive. Durante los tres últimos lustros, una media de 67.000 personas al año ha dejado de vivir en Chicago y sus alrededores para poner rumbo a otros Estados de la Unión. Esta deriva se acentuó en 2014, cuando se rebasó por primera vez la barrera de los 100.000 "exiliados", tal y como reflejan los últimos datos del Censo.
Vale la pena señalar que hablamos de salidas netas, de manera que, aunque hay miles de personas entrando, hay muchas más saliendo. De hecho, el sueldo medio de los nuevos residentes que llegan a Chicago o al resto de Illinois tiene unos ingresos anuales medios de 57.000 dólares, frente a los 77.000 dólares que ganan, de media, quienes deciden hacer las maletas e irse a otros Estados. Esta diferencia de ingresos es notable (20.000 dólares) y muestra que no solo hay una tendencia empobrecedora en clave demográfica, sino también que quienes se van son trabajadores mucho más cualificados que quienes llegan.
Cambio a peor
Por si no fuese suficiente, las políticas estatales empiezan a recordar a las de Michigan. El recargo que aplica Illinois en el Impuesto sobre la Renta viene de subir del 3% al 5% en su tramo más alto, mientras que la tasa adicional aplicada en el Impuesto de Sociedades ha crecido del 7,3% al 9,5%. Ambas medidas dejan a Illinois en una situación muy poco competitiva que contrasta con el atractivo fiscal de otros territorios como Texas o Florida.
Según el Índice de Libertad Fiscal del Mercatus Center, Illinois es ya uno de los tres Estados con peor clima fiscal, a la altura de Hawaii o Nueva York y por detrás incluso de California. Tampoco le va mucho mejor a Illinois en el Índice de Libertad Regulatoria: queda relevado al puesto 40 de los 50 territorios estadounidenses evaluados por el Mercatus Center.
De hecho, el célebre gurú económico Arthur Laffer ha elaborado un Índice de Competitividad Económica de los Estados de la Unión que deja a Illinois en el puesto 46 de la clasificación de desempeño económico y el escalón 43 de la lista que mide el panorama económico. Una prueba más de que el declive de Chicago en particular e Illinois en general empieza a ser un problema estructural.