En su clásico Capitalismo, socialismo y democracia, publicado en 1942, el economista austriaco Joseph Schumpeter presentó el concepto de "destrucción creadora" para referirse al continuo proceso de renovación empresarial que caracteriza a la economía de mercado.
Según Schumpeter, la competencia que alienta el capitalismo genera una "destrucción creadora" que va desplazando a las empresas más viejas mientras impulsa a los nuevos modelos de negocio. Para el economista austriaco, este es "el hecho esencial del capitalismo" y su protagonista no es otro que el "emprendedor innovador".
Aunque las ideas de Schumpeter han generado mucho debate, sus tesis no han sido aceptadas con tanto entusiasmo como las de otros intelectuales centrados en asuntos económicos. De hecho, aunque hay muchas personas que asumen sus teorías sobre el emprendimiento y la innovación, quizá es más habitual escuchar análisis de inspiración marxista, según los cuales no estamos en un contexto de mercados competitivos sino en un marco que tiende a la concentración empresarial.
Por eso es importante echar un vistazo a la élite corporativa de los países y comprobar si, en efecto, las tesis de la izquierda anticapitalista van por buen camino o si, por el contrario, es Schumpeter quien mejor anticipó la evolución de los mercados. Eso es lo que ha hecho el economista Mark J. Perry, un académico del American Enterprise Institute que goza de una fuerte popularidad en internet gracias los interesantes artículos que publica en su blog.
La Lista Fortune como referente
Perry ha tomado como referencia la lista Fortune 500, elaborada cada año por la revista Fortune. Remontándose a 1955, ha cubierto más de 50 años de historia empresarial para ver hasta qué punto hay renovación o estancamiento entre las 500 compañías más grandes de Estados Unidos.
La conclusión de Perry es demoledora y le da la razón a Schumpeter. Y es que solo 60 empresas de las 500 compañías analizadas han logrado figurar en la lista de Fortune tanto en el año 1955 como en la edición de 2016. Entre ellas, Laboratorios Abbott, Avon, Boeing, Caterpillar, Campbell, CBS, Chevron, Coca Cola, Conoco-Philips, Dow Chemical, Exxon Mobil, General Electric, General Motors, Hershey, IBM, Kellogg, Kraft Foods, Monsanto, Pepsi, Pfizer y Procter and Gamble.
Esto significa que solo el 12% de las 500 empresas más grandes de EEUU en 1955 siguen dentro de la lista Fortune seis décadas después. Por el contrario, el 88% de las sociedades más grandes de 1955 se han esfumado del ranking, bien porque han quebrado, bien porque han ido perdiendo cuota de negocio, bien porque han participado en fusiones y adquisiciones.
La esperanza de vida de las empresas
Libre Mercado ya habló de la dificultad de sacar a flote una empresa hace algunas semanas, a raíz de las estadísticas de ‘mortalidad empresarial’ que publicó el Instituto Nacional de Estadística. Según el INE, seis de cada diez sociedades constituidas en nuestro país acaban cerrando en cinco años o menos.
En EEUU, la consultora Innosight se ha hecho una pregunta similar. En su caso, ha tomado 100 años de historia bursátil. Con datos del S&P 500, el informe considera la estancia media de las compañías cotizadas en el selectivo que incluye a las 500 empresas más grandes del país del Tío Sam. También aquí vemos que las tesis de Schumpeter iban por buen camino.
Así, las empresas que figuraban en el S&P 500 en el año 1965 permanecieron, de media, 33 años en el selectivo. En 1990, ese período medio se había recortado a 20 años, mientras que en 2012 cayó a 18 años. Innosight anticipa que, en 2026, la permanencia media en el S&P 500 habrá seguido bajando hasta alcanzar los 14 años.