La educación está ampliamente reconocida como un derecho humano de primer nivel, pero es evidente que hay distintas formas de garantizar el acceso a la misma. Por un lado, está la educación 100% pública, controlada y gestionada de manera directa por los gobiernos. Por otro lado, está la educación independiente o privada, manejada por empresas, asociaciones, fundaciones, congregaciones religiosas…
En algunos países, los gobiernos no solo ofrecen la educación pública, sino que también brindan a los padres la posibilidad de recibir un "cheque" que pueden canjear a la hora de registrar a su hijo en una institución formativa de titularidad independiente o privada. El alcance de dicho "cheque" suele calcularse en relación con el gasto por alumno de los centros públicos.
Milton Friedman, máximo representante de la Escuela de Chicago y Premio Nobel de Economía, defendió a capa y espada el modelo del "cheque escolar" porque entendía que este sistema tiene tres grandes beneficios: desde el punto de vista de los padres, multiplica las opciones educativas a las que pueden aspirar; desde el punto de vista académico, los centros se ven obligados a competir entre sí para captar alumnos en base a un servicio mejor; y desde el punto de vista fiscal, el gasto educativo pasa del aumento continuado a un escenario de mayor estabilidad y competitividad.
Estas ideas se han aplicado desde hace décadas a lo largo y ancho de Estados Unidos. Hay seis territorios que han adoptado el "cheque" tal y como fue concebido y otros catorce que lo desarrollaron en forma de deducciones fiscales. A esto se le suman las escuelas chárter, que reciben financiación pública pero no son gestionadas directamente por el Estado, sino que operan de manera autónoma y, a menudo, son constituidas y gestionadas de manera independiente o privada.
La propuesta de Donald Trump
El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado que sus primeros presupuestos van a incorporar un programa valorado en 20.000 millones de dólares y orientado a promover la "libertad educativa". Trump ha anunciado que este plan no va a suponer más gasto, ya que tiene previsto financiarlo a base de reorientar los presupuestos federales.
Según indica el nuevo mandatario, el objetivo primero de esta iniciativa es llegar a los 11 millones de niños que provienen de familias pobres y acuden a centros educativos mediocres. Si Trump se sale con la suya, los gobiernos estatales recibirán los fondos equivalentes y podrán brindarle a los padres de esos 11 millones de niños la posibilidad de elegir a qué tipo de centro educativo quieren llevar a sus hijos: público, privado, chárter…
Trump ha dejado claro que "cada gobierno estatal puede desarrollar el programa educativo como encuentre oportuno, pero con independencia de la fórmula escogida, la clave radica en que los dólares deben seguir al alumno, para financiar la libertad educativa". El magnate ha anunciado, de hecho, que hará campaña "en los cincuenta Estados de la Unión para promover estas ideas y para invitar a los ciudadanos a elegir representantes políticos que apoyen estas políticas".
Un primer paso en esta dirección
El 19 de noviembre, Betsy DeVos se reunió con Donald Trump para anunciar su incorporación al equipo de gobierno del futuro presidente. Su rol será crucial para llevar a buen puerto el proyecto de "libertad educativa", ya que DeVos se va a encargar de la cartera de Educación en el gobierno que tomará posesión el próximo mes de enero.
Originaria de Michigan, DeVos es una empresaria milmillonaria que ha centrado sus inversiones en los ámbitos de la tecnología y las manufacturas. DeVos es conocida en círculos republicanos porque apoya activamente la causa del "cheque" escolar, por lo que entidades como la Heritage Foundation ya han aplaudido su nombramiento.