El gobierno griego sigue tensando la cuerda con el resto de sus socios europeos. Esta semana, sin ir más lejos, el premier Alexis Tsipras ha recibido en Atenas a Sergey Lavrov, ministro de Exteriores de Rusia. El encuentro no ha sentado bien en Bruselas, donde la diplomacia comunitaria ve con malos ojos el acercamiento del Ejecutivo heleno al régimen de Vladimir Putin.
Pero esto no parece importarle a Tsipras, que de hecho organizó una rueda de prensa tras la visita para decir alto y claro que el paso de Lavrov por Grecia "llega en un momento crucial para la estabilidad de la región". Por si no fuese suficiente, el líder de Syriza se refirió a Chipre y sus fronteras como "un problema que algunos países europeos no quieren abordar".
Pero las tensiones geopolíticas entre Bruselas y Grecia son solamente la punta del iceberg. Después de un desastroso año 2015 en el que la república helena cayó en quiebra, sufrió un "corralito" y solicitó un tercer "rescate", el 2016 no está siendo mucho mejor.
Un ejemplo del caos político y económico que sufre Grecia lo tenemos en el ámbito de los medios de comunicación. El paquete de reformas que Tsipras acordó con la Troika incluía como medida recaudatoria la venta de nuevas licencias de televisión a operadores privados.
Sin embargo, el gobierno de Syriza ha sido incapaz de llevar a buen puerto este compromiso. Aunque en septiembre se anunció que el concurso había llegado a su fin de manera satisfactoria, la Corte Superior ha ilegalizado la adjudicación, declarándola inconstitucional.
La oposición ya había denunciado con insistencia que Tsipras y su gabinete querían utilizar el concurso para diseñar un mapa televisivo más favorable a los intereses de su gobierno, por lo que el pronunciamiento de la Justicia y el posterior enfado de Tsipras con el poder judicial han echado más leña al fuego.
¿Elecciones en 2017?
Aunque los sectores más críticos de Syriza abandonaron la coalición de izquierda radical en la segunda mitad de 2015, el partido del gobierno vuelve a estar dividido y cada vez hay más voces discrepantes con la hoja de ruta que está siguiendo la Administración Tsipras.
Por otro lado, la oposición de centro-derecha se ha visto muy reforzada con la llegada de Kyriakos Mitsotakis, el nuevo líder de Nueva Democracia. Mitsotakis es cada vez más popular entre el electorado y no duda en denunciar abiertamente los escándalos del gobierno de Syriza, como hizo el pasado mes tras advertir que el Ejecutivo pretendía colocar a 20.000 enchufados en el sector público.
¿Nuevo enfrentamiento con Bruselas?
Al firmar un tercer programa de "rescate" plagado de medidas de "austeridad", Alexis Tsipras parecía haber abandonado sus posiciones antisistema. De hecho, la actitud más colaboracionista del gobierno heleno durante la segunda mitad de 2015 y la primera mitad de 2016 parecía dar la razón a quienes creían que Tsipras iba a gobernar con más pragmatismo.
Sin embargo, el líder de Syriza no ha tardado en volver a las andadas y ha vuelto a protagonizar varios desencuentros con la Troika. Por ejemplo, Tsipras proclamó recientemente que si los acreedores no aprueban una nueva reestructuración del pasivo estatal griego, en 2017 podría haber una nueva cita con las urnas.
Con esta insinuación, el premier heleno recuperaba el tono de mediados de 2015, cuando intentó presionar a Bruselas con un referéndum sobre el programa de "rescate". Sin embargo, la situación política de hoy es muy distinta a la de entonces, ya que todas las encuestas anticipan la derrota de Syriza en caso de celebrarse nuevas elecciones.
Quizá por eso, los acreedores del gobierno griego no han dudado en mantenerse firmes y, de hecho, han vuelto a exigir a Tsipras que aplique las reformas pactadas en campos como el mercado laboral, un ámbito en el que el Eurogrupo lleva años pidiendo medidas de flexibilización.
De hecho, aunque la revisión del grado de cumplimiento del programa debía haber sido resuelta el 27 de octubre, la Troika ha retrasado la fecha límite hasta el 5 de diciembre. Por otro lado, aunque Tsipras quiere que el Banco Central Europeo use su programa de compras para apuntalar la deuda helena, Mario Draghi no parece estar por la labor, sobre todo ante el creciente recelo que vuelve a generar el gobierno griego.
Así las cosas, 2017 será un año clave para el gobierno de Syriza. Si la línea más moderada que siguió al tercer "rescate" vuelve a ser la norma, Tsipras puede ganar tiempo. Si el radicalismo de los últimos meses se mantiene, todo apunta a que los griegos volverán a las urnas, aunque esta vez con perspectivas mucho más adversas para la izquierda radical.