Luis de Guindos gana peso en el Gobierno (aunque menos del que se podía esperar) y Cristóbal Montoro lo pierde (pero tampoco tanto como alguna vez se había hablado). El área económica del Gobierno no ha sufrido demasiados cambios este jueves. Repiten Guindos, Montoro, Fátima Báñez, Isabel García Tejerina e Íñigo Méndez de Vigo. Álvaro Nadal asume la nueva cartera de Energía, Turismo y Agenda Digital. Tampoco éste es una gran novedad, porque hablamos del que hasta ahora dirigía la Oficina Económica de Moncloa. En realidad, sólo el nombramiento de Íñigo de la Serna (alcalde de Santander) para Fomento puede considerarse una sorpresa. Y un apunte fundamental: la cartera de Administraciones Públicas (ahora Administraciones Territoriales), clave en la próxima legislatura, queda en manos de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
Al menos en lo que tiene que ver con la Economía, Rajoy ha sido fiel a su estilo. Incluso en el punto que se preveía más polémico, la lucha entre De Guindos y Montoro, ha intentado seguir un camino intermedio que dejase a todos más o menos contentos. Se hablaba de darle todo el poder al primero a expensas del segundo, del que incluso se comentaba que podía salir del Gobierno. Al final, ni sí ni no, sino todo lo contrario. De Guindos gana poder (Industria), Montoro lo pierde (se queda sin parte de Administraciones Públicas), pero los dos seguirán en el Consejo de Ministros y ninguno asume una vicepresidencia económica que no se ha creado.
Dentro del panorama continuista, destacan tres noticias por encima de todas. En primer lugar, el superministerio de Economía que recae en De Guindos. El ministro suma Industria a Economía y Competitividad. Es decir, a las tres secretarías de Estado que ya tenía bajo su mando (Comercio, Economía y Competitividad) suma todo lo que tiene que ver con la política industrial y las pymes. No es tanto como podía esperarse (se había hablado de una vicepresidencia económica) pero sí es un claro ascenso. En la lucha con Montoro por la hegemonía en el área económica, De Guindos sale reforzado.
Mientras, el ministro de Hacienda pierde competencias, aunque ahora mismo no está claro al 100% cómo quedará la cartera. En la próxima legislatura, la cartera de Administraciones Públicas pasará a manos de Soraya Sáenz de Santamaría bajo el nombre de Administraciones Territoriales. Hay que recordar que en los próximos meses se tiene que abrir el melón de la financiación autonómica y del desafío catalán. Habrá mucho que negociar y muchos interlocutores. No sólo los nacionalistas, también los barones del PSOE y del PP querrán imponer su criterio en el nuevo modelo de financiación. ¿Quién llevará la negociación? ¿Montoro o Sáenz de Santamaría? Con el diseño del Gobierno sobre la mesa, parece que la vicepresidenta.
Pero fuentes de Hacienda aseguraban este jueves por la tarde que Montoro mantendrá el control sobre la financiación de las CCAA, el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) y la Comisión Nacional de administración Local (CNAL). De acuerdo a esta versión, también será Hacienda quien amoneste a los incumplidores en los objetivos de déficit y deuda. Eso sí, sea quien sea el que asume estas funciones, la relación entre la vicepresidenta y el ministro de Hacienda es muy cercana.
En lo demás, apenas hay cambios. Agricultura, Educación y Empleo mantienen a sus titulares. El nuevo Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital tiene también un nuevo ministro a su cargo, Álvaro Nadal, que le quita la cartera a su hermano Alberto, hasta ahora secretario de Estado de Energía y que también había sonado para el Gobierno. En cualquier caso, los dos estaban desde hace tiempo en la lista de ministrables, por lo que la entrada del primero no ha sorprendido a casi nadie.
De esta forma, sólo Íñigo de la Serna Hernáiz, el hasta ahora alcalde de Santander, es una auténtica novedad en la parte económica. Tendrá en sus manos la cartera de Fomento, uno de esos encargos que parecen menores pero que, bien administrados, pueden suponer una lanzadera a nivel nacional para cualquier político y más aún ahora, que se han terminado los peores rigores presupuestarios. Se intuye que habrá muchas inauguraciones y buenas noticias en lo que respecta a las obras públicas en los próximos años (y bien repartidas a lo largo de todo el territorio nacional).