El bolívar venezolano está tan devaluado y la hiperinflación es tan grave que los comerciantes de Caracasse ven obligados a utilizar sus básculas para pesar el dinero que le entregan sus clientes a cambio de alimentos o algún producto básico, por muy pequeña que sea la cantidad. Esta técnica todavía no se aplica en todas las tiendas, pero su uso está cada vez más extendido, lo cual demuestra la caótica situación que sufre la economía venezolana, otrora una de las más ricas del continente.
Este tipo de escenas recuerdan a otros dramáticos períodos inflacionarios de la historia contemporánea, como la Alemania de los años 20, la Yugoslavia de la década de los 90 o la situación de Zimbabue hace escasos años. "Cuando empiezan a pesar el efectivo, es un signo de inflación desbocada", señala Jesús Casique, director financiero de la consultora Capital Market Finance, a la agencia Bloomberg.
Hyperinflation in Venezuela:
— JeroeN (@N_eoreJ) October 31, 2016
A bakery manager weighs banknotes in Caracas
(photo via Bloomberg) #socialism pic.twitter.com/iaJs1pat9m
Uno de los problemas es que el Gobierno se niega a publicar cifras oficiales relativas a la inflación. Las estimaciones existentes sobre la subida de precios oscilan entre el 200% y el 1.500% anual. El régimen bolivariano, además, se negó a imprimir billetes de mayor denominación, siendo el de 100 bolívares el de mayor tamaño, cuyo valor real en el mercado es inferior a un centavo de dólar.
Esto complica aún más el día a día de los venezolanos, que se ven obligados a manejar grandes cantidades de billetes para poder realizar hasta las transacciones más básicas, lo cual obliga también a hacer largas colas en los bancos y cajeros del país para poder acceder a dinero en metálico. Además, cerca del 40% de la población no tiene cuentas bancarias y buena parte de la economía está sumergida, trabajando en negro, de modo que sólo se maneja con efectivo, lo cual aún agrava más este particular problema.
Algunas informaciones apuntan a que el Gobierno de Maduro estudia ahora emitir nuevos billetes de 500, 1.000, 5.000, 10.000 y hasta 20.000 bolívares para antes de Navidad. Esta redenominación supondría un reconocimiento explícito por parte del régimen de que la inflación está desbocada, pero en nada solventaría la situación.
En primer lugar, porque porque la escasez de productos básicos es ya una constante. Da igual el dinero que se maneje, el desabastecimiento de alimentos y todo tipo de productos es general. Y, en segundo término, porque mientras el régimen no haga los ajustes necesarios para reequilibrar sus cuentas públicas y estabilizar mínimamente su moneda, la situación hiperinflacionaria persistirá.
Bremmer Rodrigues, de 25 años, que posee una pequeña panadería a las afueras de Caracas, ingresa cientos de miles de bolívares cada día, hasta el punto de tener que empaquetarlos en grandes cajas para, posteriormente, ingresarlos en el banco, pese a que su valor real es muy bajo. "Me siento como Pablo Escobar. Es una montaña de dinero, cada día más y más", pero cuyo valor (poder adquisitivo) es ridículo debido a la brutal devaluación monetaria.