Aunque varias lupas y pipas adornan el despacho del detective privado Ignacio Ochoa en Madrid, él mismo reconoce que las tiene sólo de atrezzo. A diferencia de otros colegas de profesión, el ídolo de su infancia, ése que le podría haber inspirado para convertirse en la persona que es ahora, no fue ni Sherlock Holmes ni ningún otro personaje novelesco.
"Ni siquiera me ha gustado nunca Sherlock Holmes", reconoce Ochoa en una entrevista con Libre Mercado. Su entrada en el sector de los detectives privados no se debe a un sueño de la infancia, fue más bien una cuestión práctica.
"Al acabar COU, estaba dudando entre psicología y criminología, cuando descubrí la carrera de detective. Había muy pocos detectives entonces, y creí que sería una salida laboral que se me daría bien porque poseo tres cualidades importantes: la curiosidad, la inquietud y la perseverancia", recuerda. De eso hace ya 17 años.
La grafología, la balística o la detección y revelado de huellas dactilares fueron algunas de las materias más atractivas que le impartió la Policía durante sus estudios. Después de acabar la formación, fue también la Policía la que le hizo entrega de la Tarjeta de Identificación Profesional (TIP), la licencia que les permite ejercer como detectives.
Aunque son disciplinas "que no usamos a diario", Ochoa asegura que fue hace "unos 8 meses" cuando llevó a cabo el último revelado de huellas. "Había desaparecido un dinero en una vivienda, y había pocos miembros de la familia que sabían en qué caja estaba guardado y dónde. Los dueños querían que contrastáramos las huellas con las de los sospechosos, pero como ellos habían estado manipulando la caja constantemente, si había huellas de terceros, se borraron porque sólo pudimos encontrar las suyas". No encontraron al culpable.
Su rutina es la del vigilado
"Para ser detective no hay que ser un cotilla", asegura. "Tu labor es averiguar sólo lo que quiere el cliente quiere. Si se trata de una investigación laboral, no tienes que meterte en la vida personal del investigado y viceversa", añade. "La vigilancia y el seguimiento es la tarea más básica de un detective" y , en los últimos tiempos, "la investigación informática es un campo que está abonando".
Un detective no tiene tareas establecidas en su trabajo.De hecho, muchas veces sus horarios van a contracorriente del resto de empleados. Su rutina es la del vigilado. "No hay un día a día. Ayer estábamos a las 3 de la mañana trabajando en la calle por una vigilancia estática en la que usamos vehículos con cristales tintados, y hoy, a las 8 de la tarde, tengo un seguimiento por un tema de custodia. Mañana, me voy a las 7 de la mañana a Palma a hacer un barrido electrónico en busca de de micrófonos", cuenta.
A pesar del sacrificio, Ochoa reconoce que le "apasiona" su trabajo."Me lo tomo como algo personal. La satisfacción que siento cuando resuelvo un caso compensa los chascos que te llevas cuando no encuentras nada o cuando tienes que estar muchas horas".
Ochoa trabaja habitualmente con dos mujeres. "Pasan más desapercibidas. Si alguien ve a dos hombres metidos en un coche durante mucho rato le llama la atención y puede incluso llamar a la Policía. Si son dos chicas o una pareja son invisibles. También, las mujeres son más fáciles de adaptar a los diferentes entornos. Con quitarse o ponerse una americana o unos tacones cambian completamente de look". En muchas ocasiones trabajan adoptando determinados papeles, como cartero o encuestador.
No todo son infidelidades
Sobre el perfil de sus casos, Ochoa los divide en familiares y de empresas. Dentro de los familiares están las habituales infidelidades, donde la mayoría de sus clientes "necesitan una prueba para tomar una decisión. Normalmente, cuando llegas a contratar un detective privado es que algo has visto", explica.
También se encuentra, con menor frecuencia, con "el cliente celotípico, que piensa que su pareja le pone los cuernos constantemente, pero que no tiene motivos". Uno de sus clientes lleva 6 años poniéndole "vigilancias periódicas" a su pareja y "no encontramos nada", cuenta.
Dentro de los trabajos familiares "están cogiendo mucha fuerza" los conflictos de custodia de menores y de abono de pensiones de paternidad. "Investigamos si realmente la persona que se está encargando de los hijos es el progenitor, y no los abuelos o tíos, o si es verdad que el que debe pagar la pensión tiene los ingresos que dice tener".
Hay trabajos muy sencillos, como el que recuerda Ochoa de un marido que no le quería abonar lo que le correspondía a su mujer durante el proceso de divorcio. "Puso un cartel de Se traspasa en su tienda para simular que le iba fatal el negocio. Yo me hice pasar por un comprador y le comenté que me sorprendía que traspasara el local con lo lleno que estaba. Él mismo me reconoció que en realidad no lo quería traspasar, que había puesto el cartel porque no quería que su mujer se llevase tanta pensión. Lo grabé todo con audio y vídeo".
"Hay trabajos complicados", como el de una mujer que se citaba con su amante en una sala de cine, pero "entraba sola, le dejaba la entrada en la taquilla y luego salían cada uno por su lado". En otra ocasión, para detectar una baja fingida, se necesitaron 8 detectives.
Luego está el cliente que "no lo quiere ver", como una mujer que a pesar de las fotos de su marido besando y entrando a un hotel con su amante no quedaba convencida. "Al final se separó", comenta.
En el caso de las empresas, Ochoa suele ocuparse de temas de competencia desleal y bajas fraudulentas. "Cada vez son más las empresas que nos contratan, pero no lo hacen para perjudicar al trabajador, todo lo contrario, muchas veces intentan negociar y no llegar a juicio".
De 45 a 60 euros la hora
Los servicios de Ochoa tienen diferentes tarifas. En algunas ocasiones, establece un precio cerrado, otras veces trabaja a objetivos y otras por horas. En el último caso, el coste puede ir desde los 45 a los 60 euros la hora. Los gastos que surjan en los seguimientos se cobran a parte, como la gasolina o las consumiciones de los locales en los que entre el vigilado. Dice que en confirmar una infidelidad suele tardar 3 días, en una baja fraudulenta unos 4, y para temas de custodia, necesita más de un mes.
Sus herramientas de trabajo han cambiado mucho desde los inicios gracias a las nuevas tecnologías. "Cuando empecé, usábamos las cámaras de vídeo domésticas que teníamos que esconder en un archivador, era tremendo. Ahora, en cualquier camiseta puedes llevar una cámara". Ochoa cuenta con todo tipo de dispositivos de vigilancia, desde cámaras escondidas en botones o tornillos a una grabadora de 6 meses de audio.
"No se puede entrar en una conversación de Whatsapp"
Ochoa es consciente de la mala imagen que tiene su gremio cuando le preguntamos por los límites difusos de la legalidad de sus prácticas. Critica que se demonice a los detectives por saltarse la ley "porque no todos lo hacemos. Estamos controlados por la Policía, por eso tenemos nuestra agencias abiertas". Cuenta que "hay muchos clientes que piden demasiado", pero eso se soluciona "no haciédolo".
"Aunque técnicamente es fácil hacerlo, yo no puedo pinchar una llamada de teléfono, ni una conversación de Whatsapp, ni un ordenador, ni entrar en una vivienda", afirma. En la carrera dábamos mucho Derecho para saber lo que se puede o no se puede hacer. Siempre nos podemos equivocar, pero creo que los puntos están claros".