España tiene un problema demográfico. En esto parece haber un cierto consenso. Todos los partidos políticos (a izquierda y derecha) coinciden en que las perspectivas a medio plazo son preocupantes. Otra cuestión es si se hace algo al respecto. Porque, aunque sí hay declaraciones genéricas, en realidad éste es un tema que no está en la agenda pública.
Quizás porque habría que entrar a discutir cuestiones políticamente incorrectas: si tiene que haber o no políticas de apoyo a la natalidad, las razones de los cambios familiares en el último medio siglo, los incentivos al ahorro para la vejez… Por una razón u otra, todos estos son temas espinosos, que casi nadie quiere tocar y que se resuelven con frases que no comprometen, pero tampoco resuelven nada. Alguna promesa de guarderías públicas universales y poco más.
En realidad, el único momento en el que nuestros parecen realmente preocupados es cuando llega la cuestión de las pensiones. Porque el sistema público que se suponía que era tan "sostenible", resulta que no está preparado para un futuro que se conoce desde hace años.
La semana pasada, la OCDE publicaba su estudio Society at a glance 2016. El informe es muy completo, con indicadores de salud, igualdad, ingresos, cohesión social… Este año se centra en los jóvenes. Por eso, la mayoría de los artículos publicados en España destacaban el elevado porcentaje de ninis que hay en nuestro país, el cuarto del mundo con más jóvenes que ni estudian ni trabajan.
Y es cierto que la situación de los menores de 30 años en el mercado laboral es preocupante. Porque además, los efectos del paro, la falta de formación, los bajos ingresos o la inestabilidad no se quedan sólo en la esfera económica. La fotografía demográfica que se puede sacar de la lectura del informe es dramática. Hay un grupo de 8-10 países ricos (Corea del Sur, Italia, Japón, Grecia, Portugal…) en los que no se atisba ninguna solución a medio plazo.
Pues bien, dentro de este puñado de países en problemas, España destaca especialmente... para mal. No hay un ránking definido, pero si lo hubiera está claro que estaríamos luchando duramente por el primero puesto (o el último, según se mire).
Siete gráficos
Los siguientes siete gráficos no terminan con el debate, pero sí deberían servir para iniciarlo:
El primer gráfico es el único que no debería preocuparnos. De hecho, es un reflejo de nuestro mayor éxito. España es el segundo país del mundo en esperanza de vida tras Japón. Hay muchas razones: clima, alimentación, sistema sanitario… Pero la realidad es que cuando lo miramos, todos pensamos en qué implicaciones económicas tendrá esta buena noticia. Desgraciadamente, esta cara de la moneda no es tan positiva.
Cuidado con este gráfico, porque puede llevar a engaño. Muestra el porcentaje de personas de más de 65 años respecto a la población en edad de trabajar. España aparece a mitad de la tabla, entre Austria y Reino Unido. Pero eso es porque los países están ordenados según la ratio de dependencia en 2015. Si miramos la fila de rombos negros (ratio de dependencia previsto en 2060) todo cambia. Si nada cambia, en unas décadas España estará entre los 4-5 países con una población más envejecida del mundo.
La razón de esas malas perspectivas para 2060 hay que buscarla en este tercer gráfico, que muestra el porcentaje de población joven (15-29 años) respecto a la población total. Pues bien, en 2015 España era el país con una cifra más baja del mundo (en la tabla sólo aparecen los miembros de la OCDE). No era así en 1970, pero sí seguirá siendo así en 2060 si no hay cambios inesperados. Ni tenemos jóvenes, ni los tendremos.
Si no hay niños, no hay jóvenes. Y España lleva tiempo haciendo oposiciones al último puesto de la lista. Como vemos, la tasa de fertilidad en nuestro país está bajo mínimos. Quintos por la cola por delante sólo de Corea, Portugal, Polonia y Grecia. De hecho, en nuestro país, quitando los hijos de los inmigrantes, la cifra sería incluso inferior.
Tampoco puedes tener muchos hijos si te pones a la tarea con 34-36-38 años. Y lo que antes era la excepción, ahora era la norma. La edad media de las españolas cuando tienen su primer hijo ya supera los 30 años. Sólo suizas, italianas y coreanas presentan una media superior.
Otro fragmento de la misma imagen. También sube la edad a la que nos casamos. Aquí puede haber causas diferentes: por ejemplo, un cambio en las costumbres sociales y el aumento de parejas de hecho o de personas que conviven con la pareja sin ningún tipo de acuerdo legal. Por ejemplo, algo de esto se intuye en los países nórdicos, que sin tener unas tasas de fertilidad disparadas, sí que están por encima de la media de los países ricos, aunque tienen pocos matrimonios. En el caso de España, sin embargo, parece que el incremento en la edad a la que nos casamos (hombres y mujeres) tiene un poco de todo (cambio social y tendencia demográfica).
El último gráfico es el que dará para más comentarios sociológicos… pero más allá de la broma, también refleja una realidad preocupante. Somos uno de los países en los que más jóvenes menores de 30 años sigue viviendo en casa de sus padres. En Dinamarca o Suecia, menos del 40% de las personas que tienen entre 15 y 29 años vive en el hogar familiar. Y este porcentaje se debe fundamentalmente a los que tienen entre 15 y 20 años: es muy extraño que un sueco, danés u holandés de 27-28 años siga en casa de sus padres. Por el contrario, en España hablamos de más del 70% y ya sabemos que en nuestro país esa situación es bastante habitual.