La primera vez que Nicolás Salinas recibió un sueldo por tener animales a su cargo, podría decir que se lo ganó a pulso. "Me dieron unas cobras, unas cascabeles y un murciélago. Tuve miedo, pero me encantó", relata en una entrevista con Libre Mercado. De eso hace ya 20 años y desde entonces, por las manos de este colombiano afincado en Madrid ha pasado una lista infinita de anfibios y reptiles.
Nicolás Salinas es el responsable del pabellón de Naturaleza Misteriosa del Zoo de Madrid. En la actualidad, custodia la friolera de 380 animales, entre serpientes, camaleones y varanos. Sus herramientas de trabajo más indispensables nada tienen que ver con las del resto de los mortales. "Si de algo no puedo prescindir es de mis pinzas, mi gancho y los guantes", afirma.
Pero ni la singular profesión de Salinas puede librarse de los grilletes del ordenador o el teléfono. "Estoy menos de lo que quisiera con los animales porque también tengo mucho papeleo y me ocupa el 60% del tiempo", cuenta.
El día a día del cuidador comienza "cuando todavía no hay público". Su primera tarea es revisar a los animales "para ver si han dormido bien o si tienen la temperatura adecuada". Después, continúan con la rutina alimentaria y la limpieza de sus terrarios. Los trámites burocráticos los dejan para el final de la jornada. Su equipo consta de cuatro empleados fijos y cinco personas de prácticas estudiantes de biología.
"Las pitones me han mordido casi todas"
El abanico de peligrosidad de los animales con los que trabaja Salinas es muy amplio. "Todos te pueden hacer difícil un día, pero hay que tener más cuidado con los más salvajes", explica. El Zoo de Madrid "es el único centro en España que tiene serpientes venenosas abiertas al público".
"Tenemos las serpientes más venenosas del mundo y todas ellas pueden ser mortales, dependiendo de la cantidad de veneno que te inyecten", añade. Sobre si ese plus de peligrosidad va en el sueldo, el experto declara que "algo hay, pero lo haces porque te gusta y porque los animales más peligrosos son los más bonitos. Reconozco que me gusta la adrenalina cuando trabajo con ellos".
Por suerte, a Salinas no le ha mordido ninguna de las serpientes venenosas. "Todas intentan morderte porque las estás molestando de alguna manera invadiendo su espacio, aunque de las pitones me han mordido casi todas. Es parte del oficio", asegura sin un ápice de resignación.
Una de sus peores experiencias con una serpiente fue "con una anaconda de tres metros que me pilló. Me rompió un tendón del dedo, una vena y me dejó un colmillo clavado. Me había apretado todo el brazo y gracias a un compañero, logramos desenredarla". Por motivos como estos, cree que "si fuesen venenosas, las anacondas serían los animales más peligrosos del mundo. Incluso ahora, como te pille mal el cuello, te puede matar".
A pesar de lo arriesgado de su profesión, Salinas considera que la parte más complicada de su empleo es mantener a los animales con vida "cuando son recién nacidos" y la reproducción. La mayoría de los que están a su cargo nacen en cautividad. "Cuando se reproducen, es que un animal está viviendo en las condiciones adecuadas y decide naturalmente tener crías. Eso es que nuestro trabajo funciona", asegura.
"Somos de los primeros en el mundo en reproducir en cautividad a los varanos. Así, si en algún momento se extinguen, podemos repoblar e impedir que desaparezcan", presume. El responsable de anfibios y reptiles del Zoo de Madrid reconoce que todavía no han podido reintroducir ninguna especie a su hábitat. El motivo que esgrime es que no se han "encontrado con ninguna institución seria" en sus países de origen. "Cuando no tenemos espacio, van a otros zoos", informa.
Sobre el problemas de los abandonos de reptiles y anfibios en España, Salinas explica que "se abandonan serpientes, lagartos e iguanas, pero ahora hay más concienciación". Para evitar que los particulares se desprendan de estas mascotas, el experto exige que se implanten controles "como ocurre con los perros" para identificar a los dueños.
Dentro de 10 años, Salinas ve su futuro "trabajando aquí con ellos", en referencia a los reptiles y los anfibios. "Aprendiendo de ellos, investigando su comportamiento... ya es tarde para hacer otra cosa", concluye.