Según nos cuentan desde los minaretes ecologistas la humanidad necesitaría 1,6 planetas para satisfacer su demanda de recursos naturales. Son los mismos minaretes desde los que nos decían hace más de 40 años que materias primas como el níquel, el cobre o el petróleo llegarían mañana (todos los "mañanas" desde hace 40 años) inexorablemente a su fin.
La razón por la que aún no ha llegado ninguno de esos "mañanas" es que siempre cometen el mismo error: olvidan que las materias primas no se explotan hasta su fin porque, cosas raras que tienen las leyes de oferta, demanda y precios, son sustituidas por otras materias primas o por nuevas ideas. Los bosques europeos, por ejemplo, habían sido talados "furiosamente" durante siglos… Hasta que llegó la máquina de vapor y el carbón, que sustituyeron a la madera como principal recurso energético e industrial. Es sólo un ejemplo, hay cientos.
En los años setenta del siglo pasado, por ejemplo, se daba por sentado que el mundo no podría soportar la "superpoblación", pues no habría posibilidad de alimentarnos a todos. Aquella falacia se pregonaba con la misma contundencia y convicción con la que hoy se predica que el uso (consumo, ojo, es el consumo!) "incontrolado" de los recursos planetarios arruinarán el aire y convertirán nuestro mundo en un desierto inhabitable.
Afortunadamente, los países emergentes de Asia hace ya tiempo que poseen la autoconfianza suficiente para no dejarse enloquecer. En lugar de caer en el hambre y la depresión, los países asiáticos afectados por la pobreza decidieron tomar su destino en sus propias manos y protagonizar una historia de éxito sin precedentes. La India cuenta ahora con más de mil millones de habitantes y puede alimentarlos suficientemente, China también. Y eso cómo se consigue? Sencillo: el crecimiento de la productividad agrícola ha sido mucho más rápido que el de la población.
Igualmente, durante siglos, la ciencia se ha enfrentado a una vital pregunta: ¿cuántas personas puede alimentar el planeta Tierra? Thomas Malthus, allá por el siglo XVIII, estableció que la población y la producción de alimentos se mueven, por ley natural, en sentidos divergentes. Mientras que las cosechas, en el mejor de los casos, aumentan linealmente, la población lo hace exponencialmente. Por lo tanto, muchas personas morirán de hambre si no hay éxito en la reducción significativa de la tasa de natalidad.
Eso contaba Malthus. Ocurrió que la revolución industrial supuso una mejora sostenida en el nivel de vida de las clases más bajas. Es decir, la teoría de Malthus fue refutada por completo por la capacidad de innovación de los humanos que jamás formo parte de su tesis principal. Si alguien aún duda, que mire detenidamente las evoluciones de población mundial en los últimos 150 años.
Cuanto más ricos, más 'verdes'
Si nos quedamos en la superficie de las procelosas aguas del mainstream, situar en una misma frase "economía de libre mercado" y "sostenibilidad" o "medio ambiente" parece un sinsentido. ¿No habíamos aprendido que el capitalismo era la madre del consumismo y éste el padre de la dilapidación de recursos naturales? ¿Acaso no estábamos seguros de que sólo desde la detención del crecimiento económico sería posible preservar el medio ambiente?
Ya les digo yo que habíamos aprendido mal, y que basamos nuestras "certezas" en conjeturas no verificadas, algunas de ellas -incluso- no verificables. Cualquiera que se haya tomado el tiempo de establecer una relación entre bienestar (esto es, RIQUEZA) y protección medioambiental, sabe de lo que les hablo:
Cuanto más ricos, mejor es nuestra implicación medioambiental. El gráfico procede el UNEP, siglas bajo las que encontramos el United Nations Environment Programme. La economía de mercado es en sí misma una garantía de desarrollo sostenible y eficiente. Está demostrado que los países en los que el mercado es más libre, el balance medioambiental es claramente mejor que en aquellos países con economías planificadas o en situación de pobreza.
La comparación de los niveles de contaminación y agresión al medio entre los países occidentales de orientación liberal-capitalista con los del defenestrado imperio soviético durante la Guerra Fría confirma esta indiscutible afirmación. El gráfico que ven más arriba nos muestra con nitidez que la pobreza y la AUSENCIA de desarrollo económico son los verdaderos enemigos del medio ambiente. Además, mientras que las economías de libre mercado experimentaban un mayor crecimiento con menor uso de los recursos naturales, aumentaron en las economías planificadas el abuso de recursos al tiempo de disminuían la productividad y el crecimiento.
La evaluación de la eficacia de las políticas ambientales y la aplicación de instrumentos para la protección del medio ambiente están ahora exclusivamente en manos de la política, que está a su vez dominada en gran medida por los grupos de interés y de presión. Aquí son necesarios acuerdos institucionales que garanticen un control (interdisciplinario, no sólo por los expertos en medio ambiente o clima, sino también economistas y expertos financieros) independiente, lejos de los politizados foros dependientes de la ONU o cualquier otra entidad política.
La economía enseña que los bienes públicos son utilizado con menor eficiencia que los privados. En la protección de la naturaleza y las especies el establecimiento de derechos de propiedad se ha mostrado como medio eficaz para la utilización sostenible de los recursos.
Las ayudas al desarrollo pueden convertirse en política ambiental substituyendo las transferencias intergubernamentales por ayudas en la consecución de sistemas judiciales que garantizen el respeto a la propiedad privada. Por ejemplo, la reducción de masa forestal en las regiones tropicales es un problema sostenido por la falta de derechos de propiedad sobre el suelo, que conduce a economías derrochadoras.
Un Master innovador sobre Medio Ambiente
Y estas cosas… ¿dónde puedo aprenderlas? ¿Es posible estudiar estos fenómenos desde un punto de vista científico, alejado del populismo, el mainstream y los intereses de cualquier lobby?
El Master in Environmental Economics (Economía Medioambiental), organizado por la Universidad Francisco Marroquín (UFM), se apoya en el principio de que el desarrollo económico, no sólo puede coexistir con el cuidado del medio ambiente, sino que representa la mejor garantía para su conservación y mejora.
El Master in Environmental Economics brinda al alumno una visión realista y completa sobre la complejidad de nuestro medio natural, ya que no es posible rediseñar métodos efectivos de crecimiento económico integradores sin conocer perfectamente el medio en el que se pretenden realizar. Dicho Master ofrece, entre otra cosas:
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Comprender mejor la relación entre el desarrollo económico y el medio ambiente.
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Diseñar nuevas estrategias de exploración y explotación de recursos.
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Lograr tener una visión completa sobre la complejidad del medio natural.
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Aprender a hacer negocio del cuidado del medio ambiente.
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Poder disponer de las mejores herramientas para la gestión ambiental tanto teóricas como practicas.